La prensa reseña que en Galicia un hombre manifiesta agradecimiento y hasta satisfacción porque un banco le ha quitado su casa. Y va a más: Pide, acompañado de otras personas en situación similar, que otros bancos sigan este ejemplo de dejar a familias sin casa a cambio de sus hipotecas. http://www.farodevigo.es/comarcas/2012/01/29/gallego-salda-hipoteca-entregar-piso-proteccion-oficial-banco/619000.html
De lo que se trata es que en España las deudas se respaldan no
sólo con el inmueble hipotecado sino con cuanto posea el deudor y, en
caso de ejecución de la hipoteca, si ésta no cubre la deuda, se embargan
las cuentas, el automóvil, el televisor, la nevera y cuanto patrimonio
habido y por haber pueda saldar la totalidad de la deuda. Se entiende
así la alegría del sin casa de la noticia. De esta manera logra que
cesen la persecución y el permanente arrebato de sus bienes.
Le venden la casa por encima de su valor; le quitan la inicial y
al saldo le suman los intereses; el comprador paga sus cuotas, aportando
una minúscula porción al capital y la mayor parte a los intereses. Si
se queda sin trabajo, el banco le quita la casa y cuanto posea para
cancelar la deuda. ¿Y el Estado? Le dice que el banco tiene toda la
razón.
¿Por qué ocurre? Porque la ley lo establece así. Porque la
explosión de la burbuja inmobiliaria barrió los precios inflados. Porque
la crisis ha dejado sin trabajo a los deudores. Porque los jueces
aplican leyes que benefician al capital y los legisladores no respaldan
leyes que perjudiquen a los poderosos.
Por contraste, se manifiesta la diferencia entre un Estado de
Derecho a secas y un Estado Democrático y Social de Justicia y de
Derecho como el que establece la Constitución venezolana. Aquí los ojos y
el corazón están puestos en lo humano, no en los intereses del capital.