Ante la inminente solicitud de los gobiernos centroamericanos para que en la Cumbre de las Américas se haga un pronunciamiento que favorezca una política de legalizar el tráfico y el consumo de drogas ilícitas, comenzaré de desnudar a esos silentes ocultos que seguramente son quienes más interés tienen en la nueva industria: Los laboratorios transnacionales Lilly y MERCK, último de los cuales tuvo la licencia para la comercialización de la cocaína.
Comenzaremos por varias denuncias contra Laboratorios Lilly y algunos de sus `productos asesinos: Prozac.
brachoraul@gmail.com
JUAN PUNDIK DENUNCIA A LA COMISIÓN EUROPEA ANTE EL PARLAMENTO EUROPEO.
Bruselas, 22.11.07
Excelentísimos señores eurodiputados de la Comisión de Peticiones del Parlamento:
Vengo a solicitar vuestra intervención para que este Parlamento:
1º. Vete o derogue la Decisión C(2006) 3842 que autoriza la
administración de Prozac (fluoxetina) a niños y adolescentes menores de
18 años concedida por la mera petición del fabricante del producto, los
Laboratorios Lilly.
2º. Derogue el artículo 6 del Reglamento de la
Comisión Europea que permite un funcionamiento anómalo y ajeno a nuestro
orden y tradiciones jurídicas como lo es el delegar en el solicitante
de la
autorización la investigación sobre los beneficios de la
medicación por él producida, de sus contraindicaciones y posibles
efectos adversos.
3º. Abra una investigación sobre la validez científica de las
autorizaciones concedidas por la EMEA a los productos medicinales mediante este aberrante procedimiento.
4º. Establezca un ordenamiento jurídico transparente mediante el
cual las autorizaciones para la administración de las sustancias
medicinales se concedan mediante estudios, pruebas, e
investigaciones realizadas por organismos que sean garantía de
independencia de la industria farmacéutica.
Es innumerable la cantidad de estudios e investigaciones
publicadas en los últimos años que establecen que el enorme
aumento del uso de antidepresivos que incrementan los niveles de
serotonina y que son administrados a menudo en combinación con
otros fármacos, que también elevan esos niveles, constituyen una
amenaza para la salud y la vida del paciente, y de los cuales la
Comisión Europea no ha tomado conocimiento, considerando
válido el solo informe del laboratorio fabricante.
En marzo de 2005, dos especialistas de este campo, el Dr. Edward
W. Boyer y el Dr. Michael Shannon del Centro Infantil de Boston,
advirtieron que más del 85% de los médicos ignoraban el riesgo
del síndrome de exceso de serotonina. En su artículo publicado en
la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, Boyer y Shannon
dieron a conocer un informe obtenido en 2002 a base de llamadas
a centros de control de toxicidad en todo Estados Unidos cuyo
resultado indicó que en ese año se habían producido 7.349 casos
de toxicidad por exceso de serotonina, 93 de los cuales resultaron
mortales. En 2005, último año del que se tienen estadísticas
disponibles, se reportaron 118 muertes.
Además de los inhibidores de reabsorción de serotonina, como
Zoloft, Prozac y Paxil, así como también los inhibidores de
reabsorción de serotonina y norepinefrina, como el Effexor, la lista
de medicamentos con estos riesgos incluye antidepresivos
tricíclicos e inhibidores de monoamino oxidasa, conocidos por sus
siglas en inglés MAOI (en castellano IMAOS); analgésicos
narcóticos como el fentanil y tramadol; medicamentos vendidos sin
necesidad de receta para la tos y el resfriado que contienen
dextrometorfán; el anticonvulsivo valproato; triptanos como Imitrex,
usados para atender y prevenir migrañas; el antibiótico Xyvox
(linezolida); fármacos para combatir la náusea; el fármaco para
combatir el mal de Parkinson, L-dopa; el medicamento Meridia
para la pérdida de peso (sibutramina); litio; los suplementos
dietarios de triptofán, planta de San Juan y ginseng; así como
varias drogas incluido el éxtasis, LSD, anfetaminas y ruda.
Si bien el envenenamiento por exceso de serotonina puede ser
ocasionado por sobredosis de antidepresivos, con mayor
frecuencia es consecuencia de una combinación de un ISRS
(inhibidor selectivo de recaptación de serotonina) o un IMAOS
(inhibidores de la acción de la monoamino oxidasa) con otra
sustancia que eleve el nivel de serotonina. Los pacientes que
tienen mayor riesgo son los que están sometidos a combinaciones
de antidepresivos con fármacos antipsicóticos que a veces se
prescriben para tratar casos de depresión resistente. En algunos
casos sólo hace falta una pequeña dosis de otro fármaco que
provoque el exceso de serotonina para ocasionar este síndrome,
que puede desencadenarse a cualquier edad, incluidos ancianos y
niños.
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Ante el aumento de las consecuencias tóxicas producidas por la
administración de antidepresivos, el Presidente del Colegio de
Farmacéuticos de La Plata, Argentina, ha advertido que
actualmente, el único antidepresivo permitido para menores en
EEUU es Prozac (fluoxetina). No obstante lo cual la FDA ha
ordenado la impresión de una etiqueta en los envases de los
antidepresivos con la advertencia de que éstos aumentan las
tendencias suicidas en los adolescentes deprimidos y que, por otra
parte, en el Reino Unido ningún antidepresivo está autorizado para
pacientes menores de 16 años. También ha advertido que existen
demandas judiciales contra los laboratorios farmacéuticos por
ocultamiento de la información de tasas de suicidios en jóvenes
que les han sido reiteradamente reclamadas por los organismos de
control.
Según la agencia de noticias EFE de Madrid, con fecha
22.07.2006, las autoridades sanitarias de EEUU advirtieron que
algunos de los medicamentos más populares contra la depresión
pueden constituir un peligro mortal para quienes sufren migrañas.
La FDA señaló que la combinación de esas medicinas con
remedios contra la migraña o el exceso de serotonina, pueden
provocar un trastorno llamado síndrome de exceso de serotonina,
con el riesgo de causar alucinaciones, aumento del ritmo cardíaco
y de los movimientos reflejos y hasta incluso llegar a producir la
muerte del afectado. El organismo regulador del Gobierno de
EEUU también advirtió de que los antidepresivos, como Prozac y
Zoloft, consumidos por mujeres embarazadas pueden causar
problemas pulmonares en los recién nacidos. Las advertencias
sobre los peligros de las medicinas contra la depresión llegan
después de haber surgido estudios que indican que los
antidepresivos incrementan el riesgo de conducta suicida en niños
y adolescentes, advertencia que ya aparece obligatoriamente en
las etiquetas de esos fármacos. La FDA estadounidense ha exigido
a los laboratorios que coloquen una advertencia sobre este riesgo
en los envases de Paxil, Prozac, Zoloft, Symbyax, y sus
equivalentes genéricos y en medicamentos para la migraña como
Imitrex, Amerge, Axert y otros.
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La agencia de noticias Reuters informó desde Washington que la
FDA advirtió que quienes padecen migraña enfrentan riesgos muy
graves provocados por los antidepresivos más utilizados,
concretamente Prozac y Zoloft, que combinados con algunos
medicamentos para combatir la migraña conocidos como triptanos
pueden derivar en síndrome de exceso de serotonina. La agencia
también alertó sobre una posible enfermedad pulmonar letal en los
recién nacidos cuyas madres toman antidepresivos durante el
embarazo.
GlaxoSmithKline, fabricante del Seroxat, un antidepresivo cuyo
principio activo es otro ISRS, la paroxetina, le concedió al doctor
Prakash S. Masand, director del programa de educación médica
continua, del Centro Médico de la Duke University de Durham,
Carolina del Norte, U.S.A., una subvención, sin restricciones de
presupuesto para una investigación cuyo resultado fue publicado
con el título Problemas de tolerabilidad y adherencia al tratamiento
con antidepresivos en una separata en español de Clinical
Therapeutics de agosto del 2003. El Doctor Masand, un
investigador médico que hace honor a su profesión, comienza el
informe resultado de su investigación, considerando que: “A pesar
del conocimiento, aceptación y disponibilidad cada vez mayores de
antidepresivos eficaces, el diagnóstico y el tratamiento de la
depresión continúan siendo inadecuados. Las tasas de recurrencia
y recidiva pueden ser de hasta un 80%, los fracasos terapéuticos
son frecuentes (40% a 60%) y hasta un 20% de los pacientes
continúan recibiendo tratamiento inadecuado”. Más adelante, el
investigador agrega que “el coste del tratamiento de la depresión
se estima en 43.700 millones de dólares al año tan sólo en Estados
Unidos”. Refiriéndose al mecanismo con el que actúan los
antidepresivos, el investigador, además de mencionar las
reacciones adversas ya descritas, advierte que “el bloqueo de
recaptación de noradrenalina, serotonina y dopamina produce una
toxicidad neurológica que puede producir crisis epilépticas”, y que
“hasta un 60% de los pacientes que reciben un ISRS
(antidepresivo) experimentan una disfunción sexual”. ¿A las
agencias europea y española no les vale este incuestionable,
impecable, publicado y conocido estudio que ha sido
4
subvencionado por el fabricante del otro ISRS más difundido?. Se
trata de un estudio realizado por un investigador médico
reconocido por las más grandes empresas farmacéuticas, incluida
la propia Lilly, fabricante del Prozac.
En esta publicación el Doctor Masand, además de agradecer la
subvención sin restricciones de GlaxoSmithkline, agradece
subvenciones de AstraZeneca, Forest Laboratories, Jaussen
Farmacéutica y Wyeth. Asimismo, informa que ha sido consultor de
esos laboratorios y también de Bristol-Myers Squibb Cº y Pfizer
Inc., y que además ha sido portavoz de Abbott Laboratories, Lilly y
Novartis.
Mark Olfson, psiquiatra de la Universidad de Columbia y del
Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York, acababa de
concluir un nuevo estudio sobre el riesgo de suicidios en niños y
adolescentes tratados con ISRS. En la investigación publicada en
Archives of General Psychiatry, informaba que se habían suicidado
ocho adolescentes y 86 adultos y que habían intentado suicidarse
263 niños y adolescentes y 521 adultos, a todos los cuales se les
estaban administrando estos antidepresivos. En el informe
afirmaba que el riesgo de suicidios e intentos se incrementaba,
entre los 6 y los 18 años, 1,5 veces, si los pacientes habían sido
tratados con ISRS. Su conclusión final era que la administración de
ISRS conlleva riesgo de suicidio tanto en niños como en
adolescentes.
El doctor Amir Raz, también psiquiatra de la Universidad de
Columbia, en un artículo publicado por la revista PLoS Medicine,
señalaba que no todos los problemas que se presentaban en estas
investigaciones estaban relacionados con la dificultad para
encontrar una muestra válida del riesgo de suicidios en niños y
jóvenes, a los que se les hubieran administrado antidepresivos,
sino que “la influencia de la industria farmacéutica impregnaba la
ciencia a tal punto que el mensaje transmitido a la prensa popular y
al público era habitualmente tergiversado para enfatizar los
beneficios por encima de los riesgos”. Raz agregaba que “la
presión comercial no era el único 'culpable' y que la
5
responsabilidad también recaía sobre los investigadores ansiosos
por promocionar sus últimos descubrimientos”, “todo lo cual llevaba
incluso a enturbiar los resultados de las investigaciones”. Raz se
manifestó sumamente crítico a este respecto. En ese mismo
artículo denunció también que “la mayoría de los estudios
rigurosos para conocer la seguridad y eficacia de los ISRS en
adolescentes deprimidos habían sido realizados con posterioridad
a que los profesionales de la psiquiatría infantil los hubieran
convertido ya en un tratamiento de 'primera línea”, con los
adolescentes de inocentes e involuntarias cobayas de laboratorio.
Ahora los ciudadanos de la Unión Europea nos enteramos que el
artículo 6 del Reglamento de la Comisión Europea nº 1084/2003
concede al titular, del producto cuya autorización solicita, facilitar
los datos de la investigación realizada en la que fundamenta su
autorización. Ese informe basta para que la EMEA conceda su
dictamen favorable y lo pase a la firma de la Comisión Europea. Es
un flagrante caso de legalización de la corrupción de la industria
farmacéutica que nos hace considerar que la Comisión de la Unión
Europea funciona con una falta de transparencia y de eficacia que
pone nuestra salud y nuestras vidas en riesgo a merced del
objetivo de lucro de la industria farmacéutica que ha sido la
responsable, entre otras, del Vioxx y de la monstruosa talidomida y
de sus nefastas consecuencias. Los niveles de serotonina en el
organismo afectan al funcionamiento vascular, a la frecuencia del
latido cardiaco, regulan la secreción de hormonas por parte de la
hipófisis , y en consecuencia afectan también al crecimiento, a los
niveles de estrógenos y de testosterona, inhiben la secreción
gástrica y estimulan el desarrollo de la musculatura lisa. Nada se
sabe de los efectos adversos que pueden provocar los ISRS como
el Prozac, en relación a esas funciones fisiológicas y sobre el resto
del organismo.
En un mundo cada vez más globalizado y transnacional, los
gobiernos nacionales, e incluso los organismos internacionales,
conviven con fuerzas económicas que poseen, cuando menos, el
mismo poder e influencia que éstos en la vida cotidiana de sus
ciudadanos, pero que lo ejercen fuera de todo control. El mercado,
6
cuando se mueve exclusivamente por los objetivos del éxito y de
los beneficios económicos particulares, olvidándose de la libertad,
la justicia, el bienestar social y la salud de sus ciudadanos, no
constituye un complemento útil a la democracia, sino una
alternativa paralela que actúa sin rendir cuentas a nadie y que
acaba sustituyendo a la política y determinando nuestras formas de
vida de una manera que debe considerarse inaceptable y
totalitaria.
Las decisiones de la FDA han sido puestas en cuestión por sus
propios directivos, sobre todo a partir de sentirse involucrados en el
tremendo escándalo del Vioxx y actualmente por el Informe del
Instituto de Medicina, organismo asesor y de control del gobierno
de los EEUU en materia de sanidad, con el cual la FDA se vio
obligada a contratar un estudio por el cual ha tenido que pagarle
tres millones de dólares. El informe pone en descubierto que la
mayor deficiencia de su funcionamiento es que la principal fuente
de financiación de la FDA son los millones de dólares que las
empresas farmacéuticas le aportan para que acelere el proceso de
revisión y aprobación de sus productos, lo cual influye en la
capacidad de independencia con la que deberían trabajar los
investigadores de la FDA. Esta corrupción institucionalizada nos
debería permitir hacer una seria valoración de la validez de las
autorizaciones de la FDA y en consecuencia de las de la Agencia
Europea del Medicamento y de las agencias nacionales, como la
española, que se apoyan en los corruptos informes de la FDA.
En 2004, el periódico francés, Le Figaro, publicó una nota titulada
Medicamentos, la crisis de confianza. Fue a raíz de que uno de los
miembros de la FDA, el doctor David Graham, había denunciado
públicamente que ese organismo fiscalizador era “incapaz de
proteger a Norteamérica de otro Vioxx”. El gran escándalo se había
desencadenado al verse obligado a reconocer el laboratorio
fabricante de las consecuencias nocivas y mortíferas de su
producto y a satisfacer las millonarias demandas de los afectados.
En su denuncia el doctor Graham citó otros medicamentos que
podrían presentar riesgos, mencionando concretamente el Crestor,
un anticolesterol fabricado por AstraZeneca, el Serevent, un
7
antiasmático de GlaxoSmithKline, el Meridia de Abbott para
combatir la obesidad, el Bextra de Pfizer contra la artrosis y el
Accutane de Roche contra el acné. Inmediatamente y también
públicamente, su superior jerárquico, el doctor Steven Galson, lo
contradijo, calificando de irresponsables las acusaciones de su
colega, calificándolas de estar fundadas en estudios
“científicamente podridos” y en “estimaciones estadísticamente
inaceptables”. Pero, pocos días después, la FDA se sintió obligada
a emitir un comunicado en el que se informaba que “se volverían a
analizar seriamente los efectos secundarios de los medicamentos”
denunciados por el doctor Graham.
A raíz de todo esto, actualmente la fiscalizadora FDA está siendo,
a su vez fiscalizada por varias comisiones del Senado que
investigan su eficacia en el control y autorización de los
medicamentos. El escándalo provocado por los efectos
secundarios graves de medicamentos a los que ha tenido que
cancelar la autorización concedida, prohibir su comercialización y
exigir su retirada del mercado, como han sido los casos del Vioxx
(Merck Sharp & Dome), del Cholstat (Bayer), del Redux y del
Ponderal (Servier), confirma la denuncia del doctor Graham, hace
sospechosa la “irresponsabilidad” de su superior, el doctor Galson,
pero ratifica además la afirmación inicial del primero, de que la
FDA es incapaz de proteger a los Estados Unidos de la desidia y
voracidad de la industria farmacéutica. ¿Será capaz la Agencia
Europea del Medicamento de protegernos a los europeos de esa
desidia y esa voracidad? ¿Será capaz la Agencia Española del
Medicamento de protegernos de esos riesgos? ¿Acabaremos los
denunciantes de esta corrupción cosidos a puñaladas como
Pequito en Portugal, que se atrevió a denunciar los procedimientos
de las multinacionales farmacéuticas? Quizás el Parlamento
Europeo, siguiendo en este caso el buen ejemplo del senado
norteamericano, debiera tomar serias cartas en un tema tan vital
para el conjunto de los ciudadanos, investigar los procedimientos
que se utilizan para conceder la autorización de medicamentos,
derogar la reglamentación vigente, establecer que los
medicamentos para ser autorizados deben ser previamente objeto
de una investigación realizada por científicos libres de toda
8
sospecha, cuyo costo debe ser pagado anticipadamente por la
empresa solicitante y quitarle toda posibilidad de inmiscuirse a la
Dirección General de Empresa e Industria en temas que
corresponden a la Dirección General de Salud y Protección del
Consumidor. Si yo solicito patentar un invento, no basta con mi
informe. El dictamen le corresponde al organismo respectivo. Y
debo pagar por el sólo acto de mi solicitud. Si solicito una licencia
de obra o construcción debo pagar por mi solicitud, no bastará con
mi informe de viabilidad o de impacto medio-ambiental. El dictamen
lo expedirá el organismo pertinente. El artículo 6 del Reglamento
mencionado constituye una anomalía en el orden jurídico de las
instituciones europeas y de las sociedades democráticas en las
que vivimos.
GlaxoSmithKline ha sido acusada en junio de 2004 por Eliot
Spitzer, el procurador general del estado de Nueva York, de ocultar
efectos secundarios graves del antidepresivo Paxil, el
antidepresivo rival del Prozac. A raíz de tantos escándalos el
Comité Internacional de Revistas Médicas (ICMJE) ha lanzado un
solemne llamado al registro previo de todos los ensayos clínicos.
Las revistas asociadas se han comprometido a no publicar los
resultados de ensayos que no hayan cumplido con ese requisito.
Me temo que la multinacional de las farmacéuticas tenga más
poder que las revistas, que la FDA, y que las agencias europea y
española del medicamento. Al menos así lo han hecho sentir hasta
el momento.
Un estudio publicado en el Journal of the American Medical
Association detectó que 2.216.000 americanos quedan
permanentemente discapacitados o pasan algún tiempo en el
hospital a consecuencia de los efectos adversos de algún
medicamento (JAMA, 1998; 279: 1200-5). Esta cifra no incluye a
tantos otros que son víctimas de reacciones adversas que no los
discapacitan permanentemente ni tampoco a aquellos que han sido
tratados como pacientes externos.
Un estudio realizado por el Institute of Medicine (IOM) en relación a
pacientes que fallecieron durante su internamiento en un hospital
9
norteamericano, arribó a la conclusión de que las muertes que
causaban las recetas médicas eran “como un sigiloso asesino que
nunca atraía los titulares de prensa, no interesaba a políticos ni a
las estrellas del pop”. Según este estudio, en Estados Unidos
mueren un mínimo de 225.000 personas como consecuencia
directa de la mala administración de la medicina convencional,
convirtiéndola en el tercer mayor asesino de Occidente, por detrás
de las enfermedades cardíacas y del cáncer. Estos números sólo
incluyen las muertes y no toman en cuenta el número de
perjudicados por los efectos secundarios adversos que pueden
llegar a ser graves y minusvalidantes. (American Family Physician,
1997; 56: 1781-8).
El doctor Vernon Coleman, afirma que “se puede estimar con
certeza que, como mínimo, el 12 por ciento de la investigación
científica realizada por los laboratorios, es fraudulenta” (Betrayal of
trust, European Medical Journal, 1994). Un estudio publicado en
1998 en el New England Journal of Medicine reveló que el 96 por
ciento de los autores de los documentos de investigación, cuyo
estudio favorecía a algunos fármacos para el corazón, tenían lazos
económicos con los fabricantes. Un estudio publicado en los
Annals of Internal Medicine reveló que el 98 por ciento de los
estudios farmacológicos subvencionados por empresas, publicados
en revistas entre 1980 y 1989, promovieron conclusiones positivas
sobre los fármacos de las empresas promotoras.
El International Herald Tribune del 06.05.05 publicó una nota
denominada Críticas parlamentarias a la industria farmacéutica
británica en la que la redactora Anne-Lise Berthier informa acerca
de un informe severamente crítico de la Comisión de Salud de la
Cámara de los Comunes a la influencia que ejerce la industria
farmacéutica en el Reino Unido, estimando que la utilización de
esa influencia ha conducido a la creciente medicalización de la
sociedad, haciendo extensiva la crítica a los profesionales de la
salud y a los organismos fiscalizadores, incluído el Departamento
de Salud, equivalente a nuestro Ministerio de Sanidad. Para hacer
frente a los riesgos que estas prácticas entrañan para la salud de
la población, proponen una serie de medidas cuyo cumplimiento y
10
eficacia me merecen las mismas dudas que las expuestas al final
del párrafo anterior. El informe de la Cámara de los Comunes, de
126 páginas puede ser consultado en
http://www.publications.parliament.uk
De acuerdo con las advertencias sobre el Prozac, hechas públicas
por su fabricante Eli Lilly, entre un 10 y un 15 por ciento de los
pacientes en los ensayos clínicos iniciales informó haber
experimentado ansiedad e insomnio, mientras que un 9 por ciento,
sobre todo entre los pacientes excesivamente delgados, mencionó
pérdidas de peso y anorexia. En un estudio, el 13 por ciento de los
pacientes perdió más del 5 por ciento de su peso corporal. En otras
palabras, uno de cada diez pacientes experimentó los mismos
síntomas que el fármaco pretendía curar.
Está comprobado que el Prozac afecta prácticamente todos los
sistemas del organismo: nervioso, digestivo, respiratorio,
cardiovascular, músculos y huesos, urogenital, piel y apéndices.
Sus efectos secundarios incluyen sobre todo alteraciones de la
visión, palpitaciones, manía/hipomanía, temblores, síntomas
gripales, arritmia cardiaca, dolores de espalda, urticaria, sudores,
náuseas, diarrea, dolores abdominales y pérdida del deseo sexual.
Entre sus efectos menos corrientes se encuentran el
comportamiento antisocial, visión doble, pérdidas de memoria,
cataratas o glaucoma, asma, artritis, osteoporosis, sangrado
estomacal, inflamación renal e impotencia, aunque muy rara vez
también produce “sueños anormales, agitación, convulsiones,
delirios y euforia. Durante la retirada del fármaco se requiere una
cuidadosa supervisión, ya que se pueden descubrir casos de
depresión grave, así como los efectos del exceso de actividad
crónica”. Hay numerosos informes sobre casos de suicidio tras la
retirada del fármaco (Journal of The American Academy of
Children & Adolescent Psychiatry, 1987; 26: 56-64).
La actividad física ejercida habitualmente, la luz del sol y la
ingestión de carnes, huevos y quesos, estimulan la producción de
serotonina indispensable para una buena calidad de vida y la
formación de nuevas neuronas, con la misma eficacia que se
11
obtiene por la ingestión de IRSS, pero sin ninguno de los graves
síntomas adversos que pueden provocar estos primeros.
Se está concediendo a los profesionales médicos autorización para
decidir cuáles de nuestras ideas o conductas deben ser rotuladas,
diagnosticadas, tratadas, medicadas e incluso drogadas con el
beneplácito de la Comisión Europea. El sistema democrático, tan
trabajosamente conquistado, corre el riesgo de estar dando paso,
muy veladamente, a un nuevo tipo de estado totalitario que
pretende clasificar a niños y jóvenes en adictos, angustiados,
depresivos, fóbicos, anoréxicas, bulímicas, atacados de pánico,
bipolares, asmáticos, epilépticos, hiperactivos, etcétera; y
someterlos a medicaciones segregacionistas y minusvalidantes,
que borran de un plumazo los derechos y libertades individuales
por cuya conquista han luchado e incluso sacrificado sus vidas
generaciones enteras de seres humanos que sentaron las bases
de la sociedad democrática en la que vivimos.
Vengo a comparecer a Bruselas ante esta Comisión de
eurodiputados del Parlamento Europeo en representación de la
Plataforma contra la medicalización de la infancia para defender la
dignidad humana, la libertad, la democracia y los derechos del
hombre, y en particular de las futuras generaciones, que están
corriendo el riesgo de ser reemplazados por los derechos del
mercado representado por las multinacionales.
Muchas gracias por la oportunidad que me habéis brindado de
presentar este alegato y esta solicitud.
Plataforma contra la medicalización
de la infancia
Presidente
Asura 95 28043 Madrid
Tel. 3491 388 6119
E.mail: //www.juanpundik.org/ filium@arrakis.es"> filium@arrakis.es