“Sarkozy c´est fini”, o “Sarko c´est fini” era la consigna de anoche en La Bastilla, símbolo de la Revolución Francesa, una revolución conducida por los hambreados de París, y que fue la cuna de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad.
La Bastilla estuvo a reventar, cientos de miles de personas, en especial jóvenes, inmigrantes, negros, homosexuales, feministas y franceses indignados con la gesta guerrerista y de ultraderecha de Sarkozy se expresaron con sus banderas rojas del puño y la flor del Partido Socialista y las del Partido Comunista Francés junto a su juventud y el Front de Gauche: coalición de los partidos ya mencionados más Izquierda Unitaria, escisión del Nuevo Partido Anticapitalista partidaria de participar en la coalición; La Federación para una alternativa social y ecológica; República y Socialismo, escisión del Movimiento Republicano y Ciudadano; Convergencia y Alternativa, una corriente interna del Nuevo Partido Anticapitalista y El Partido Comunista de los Obreros de Francia.
Es importante resaltar que en La Bastilla, vuelta a tomar por los pobres e indignados de Francia para celebrar la victoria de Hollande, otras banderas ondeaban con alegría frente a la tarima de celebración; la bandera libanesa, la bandera gay, y varias banderas africanas acompañaban a Hollande en su discurso, asumiendo con alegría que se acabarían las políticas xenófobas de Sarkozy.
En el discurso de la Bastilla Hollande ha dicho entre otras cosas que ante todo “soy socialista”, ante un público enardecido, emocionado y clamando el cambio de una política nefasta que en su última etapa habría prometido acabar y expulsar a la población inmigrante en Francia, una población fundamentalmente trabajadora y que por muchos años se han convertido en una fuerza opinática y masa crítica en Francia.
Le claman los franceses a Hollande que acabe con las políticas neoliberales, que deje de sumarse a las políticas alemanas en cuanto a la deshumanización de la economía y que deje de un lado la alianza guerrerista con EUA. Incluso se llegó a leer en alguna de las pancartas de la gente en la Bastilla, que el espíritu de Kadaffi estaba siendo vengado por Hollande.
Pero quienes no tienen voz en Francia son los que apuestas por cambios, no necesariamente revolucionarios, pero cambios que permitan la inclusión de quienes en la calles de París, mendigan una moneda, durmiendo bajo cartones en las entradas de las tiendas más caras del mundo, con temperaturas de no menos de 7 grados en un inicio de primavera algo inclemente.
No es Hollande un Chávez en Francia, pero estoy completamente seguro que la gente que lo sigue es como el pueblo venezolano en 1998, un pueblo arrecho con los desmanes del capitalismo representado en “Sarko”.
Pero hoy en Venezuela, tenemos a un candidato de oposición que dice que se parece a Hollande, burlándose de quienes sabemos que la izquierda en el mundo, aún la más moderada, sabe que resurge como consecuencia de la hecatombe del capitalismo a nivel mundial. Si Capriles comparte ideales con Hollande, tal como a dicho, quiero ver en sus movilizaciones las banderas del Partido Comunista o del Socialista, o quiero ver a alguien reivindicar a Kadaffi o pedir que finalice la alianza y sumisión ante EUA. Lo lamento Capriles, pero sólo en tu mente Hollande representa para el pueblo Frances lo que tú representas para Venezuela, y mucho menos cuando en tus pequeñas concentraciones, las banderas que se levantan son las de EUA.
Es Hollande un cambio importante para Francia y Europa, pero es aún más un claro mensaje de que Venezuela tiene ya 13 años transitando por el camino que los pueblos del mundo hoy intentan descubrir, a sabiendas que el capitalismo y el neoliberalismo no son el camino, y menos de la mano de EUA. Será el fin de Capriles el mismo de Sarkozy, con la diferencia de que este último llegó a ser un nefasto presidente de Francia y Capriles sólo será un nefasto candidato de la derecha venezolana.
@NicmerEvans