Carajo: Chávez mandó a matar a Fernando Londoño

  Lamentablemente, la revolución comunicacional ha traído (Internet), por obra y gracia de los hacedores del mediatismo corrompido y agresivo, un alargamiento de las patas de la mentira. Lo que o saben esos expertos en la desfiguración de realidades objetivas es que la verdad cuenta con unas manos laboriosas que hace desarrollar los sentidos de los seres humanos para bien y no para mal del conocimiento. Nadie niega la importancia que brinda al ser humano el Internet que es, por desgracia, utilizable por una abultada porción de jóvenes cuya “distracción” es invertir tiempo en juegos que no aportan nada positivo al conocimiento humano.

 La política es la ciencia social más complicada, más difícil de interpretar pero mucho más fácil de buscarle espacio para las mentiras. Nació con las clases y morirá cuando las clases pierdan todos los órganos vitales de su cuerpo y su cabeza. Mientras eso no suceda tendremos a la mentira galopando creyendo que es un Aquiles de excelentes y saludables tendones.

 El oligarca y político, más que conservador un ultroso de la derecha, Fernando Londoño lanzó al aire, pensando que todo rumor maligno se transforma en verdad benigna, la acusación de que el camarada Chávez fue el autor intelectual del atentado que quiso quitarle la vida en Bogotá. Mojón increíble, pero de una hediondez insoportable. El uribismo está furioso, vive un delirium trémens de terapia intensiva, corre desesperado creyendo que está siendo perseguido por duendes y no se da cuenta que éstos están creados en su propia cabeza.

 Como un pitcher que ha perdido la visión hacia el plato y con profundo dolor en el brazo lanza bolas hacia todos los lados menos a la zona de strikes. Y lo peor es que todos los bateadores se la botan de jonrón, porque es un descarado y maligno de la mentira. El grotesco espectáculo del señor Fernando Londoño es semejante a ese género mediático de acusaciones que se elaboran en la Casa Blanca de la capital estadounidense. Decir que el camarada Chávez mandó a que le colocaran y estallaran la bomba para matar a Fernando Londoño se parece tanto, aunque con otras palabras, a aquello que se dijo cuando los imperialistas querían derrocar al general Cipriano Castro: “El barba de azabache quiere invadir a los Estados Unidos vía Nueva Orleans”. ¿No es acaso eso una ridiculez que se repite en la historia como una tragedia sicológica de quienes elaboran esas mentiras? ¿Qué estudioso de las ciencias naturales puede concebir que con un revolver pueda un soldado proponerse invadir un cuartel lleno de soldados que cuentan con las armas más sofisticadas y mortíferas de su tiempo? Bueno, la imaginación humana alcanza para elucubrar en todos los órdenes de la vida social y por eso, entre otras cosas, el arte es una expresión de la riqueza espiritual del género humano. Sin embargo, incluir la ridiculez en las artes es dar golpes traseros a la ética y la estética.

 No me gusta elogiar al camarada Chávez, aunque lo admiro y lo apoyo en general.  Cuando un pueblo lo hace, se debe a resultados de políticas populares que benefician a las mayorías sociales. Lo que sí hago es defender lo bueno y lo creativo del camarada Chávez ante quienes lo niegan por mera mezquindad política. En esta oportunidad lo voy hacer para referirme a un hecho que contradice y niega la grotesca acusación que le hace el oligarca maquiavélico Fernando Londoño, obedeciendo las directrices del expresidente Uribe, al camarada Chávez señalándolo como autor intelectual del atentado que le hicieron en Bogotá. Por lo demás, todo indica, para un buen olfateador político, que es el mismo uribismo el autor porque la bomba que explotaron es mil veces más defensiva que ofensiva; es decir, no lo querían matar.

Voy al grano. El camarada Chávez puede hablar con mucha dureza, con palabras hasta violentas, puede parecer como si descargara odio personal pero el humanismo del mismo camarada no tiene refutación, lo ha puesto a prueba en diversos momentos de su vida. Aquí va el ejemplo o la prueba. El día 13 de abril de 2002, el camarada Chávez pudo haber dado la orden de capturar a todos los golpistas, de pasar a la ofensiva política, de decretar medidas radicales contra la oposición política, la oligarquía económica y el conservadurismo ideológico y lo que realmente hizo fue perdonarlos. Eso es verdaderamente obra de una persona con profunda vocación humana. En cualquier otro país o cualquier otro político revolucionario no hubiese perdonado a enemigos golpistas como lo hizo el camarada Chávez. Este, aunque no lo quieran creer sus enemigos, no tiene ni la más mínima vocación para cometer crímenes y menos con la metodología terrorista. Entonces, son los uribistas los que deben aclararle a la opinión pública colombiana –en lo particular- y a la mundial –en general- qué buscan o qué quieren realmente con el explosivo defensivo que colocaron e hicieron estallar inventando que era para matar al súper reaccionario Fernando Londoño.



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Freddy Yépez


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