Más que nunca se justifica la CELAC

Con lo que acaba de suceder en Paraguay al ser reemplazado el Presidente Lugo por un ardid del Congreso, y observar que la OEA no ha tomado ninguna acción por restablecer el orden constitucional y legal burlado, hay que convenir que la creación de la CELAC ha sido muy oportuna. Porque después de las Guerras de Independencia de la América del Sur, los países que hoy la integran han librado muy pocas guerras entre sí, casi todas han sido instigadas por intereses de capitales o potencias extrañas a la región, o han consistido en invasiones de éstas. Estados Unidos acumula más de medio centenar de intervenciones armadas contra América Latina y el Caribe; una de ellas arrebató a México más de la mitad de su territorio. El gasto militar de EE.UU supera en más de 10  veces el gasto de toda Latinoamérica, siendo Estados Unidos por tanto el principal elemento que atenta contra la seguridad y defensa regional de América Latina y el Caribe. Por consiguiente,  para asegurar la defensa de la región se precisa: Declarar a América Latina y el Caribe como Zona de Paz. Presionar colectivamente para el retiro de las bases militares de Estados Unidos en estos países. Exigir el cese de los sobrevuelos por naves militares foráneas. Preservar la intromisión de flotas militares extrañas a la región en nuestros mares territoriales. Elaborar pactos sinceros de no agresión y resolver los conflictos con soluciones pacífica. Respuesta colectiva a las agresiones de potencias extranjeras. Crear industrias propias de implementos defensivos. Desmantelar el narcotráfico clausurando las vías de transferencia a Estados Unidos y Europa; los principales financistas y consumidores del planeta. Llevar una política de relaciones exteriores en donde predomine la paz y la amistad con todos los pueblos del mundo.

Para decidir un destino cierto de los Estados Latinoamericanos y el Caribe, los países de la CELAC deben recuperar en forma plena la soberanía territorial y económica. Si Europa vive su particular crisis de refundación,  América Latina sigue soñando con consolidar un espacio de libertades en un continente bendecido por la naturaleza con enormes recursos materiales. Los intentos de unidad de América Latina y el Caribe se remontan por lo menos a los procesos de Independencia de los siglos XVIII y XIX. Todos los grandes próceres independentistas formularon proyectos de unidad latinoamericana o de formación de grandes unidades geopolíticas. Simón Bolívar creó la Gran Colombia, con los territorios de lo que hoy son Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador y Bolivia, y convocó el Congreso Anfictiónico de Panamá con la intención de formar una Confederación entre los países latinoamericanos. En cambio los Estados Unidos promovió organizaciones de integración latinoamericana tales como la Unión Panamericana, desde 1899, y la Organización de Estados Americanos (OEA), desde 1948, ellas en líneas generales para servir a los intereses de la gran potencia y legitimar sus intervenciones armadas. Durante siglo y medio, Estados Unidos consideró a América Latina y el Caribe su patio trasero. Sin embargo los países latinoamericanos y caribeños hoy están respondiendo creando organismos regionales sin incorporar a Estados Unidos ni a Canadá y es así como se ha integrado la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en 2004, la Alianza Bolivariana para América (ALBA) en 2004, y finalmente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2011.

Todavía hay territorios en América Latina sometidos al poder colonial, como Puerto Rico y las Malvinas, y la CELAC debe apoyar su independencia. La CELAC debe estar abierta para que concurran países con orientaciones distintas, algunos que andan buscando su propio futuro y otros aun unidos a pactos y compromisos con otros países fuera de la región, eso si, cuidándose  de no darle entrada a representantes de países saboteadores de la gestión del organismo. Se sabe que ya existen varios países miembros de la CELAC  que sufren la lesión de su soberanía, lo que significa el sometimiento de sus decisiones a instancias supranacionales, tales como las de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA, o como la del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, hasta hoy existen varios países que se han librado de estas dependencias, en ellas están Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Con la creación, expansión y fortalecimiento de la CELAC, queda planteada la progresiva desvinculación de la OEA, organización que durante toda su existencia sirvió y sirve para legitimar las injerencias de Estados Unidos y agredir, aislar o deslegitimar las experiencias progresistas. La unidad de la CELAC significaría un peso determinante en la Organización de Naciones Unidas.

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José M. Ameliach N.


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