Sin duda alguna, los Juegos Olímpicos deberían de ser amateur sin presencia de ningún participante que haya incursionado en el profesionalismo o deportes rentados. Tal vez, cada día que pasa esos juegos se hacen menos populares, menos llamativos, menos atractivos y menos emocionantes por la desproporcionalidad entre los competidores y donde, además, predomina la ley del desarrollo desigual como si fueran modos de producción enfrentados entre sí. Los Juegos Olímpicos se parecen mucho a ese evento que realiza el canal de televisión Caracol colombiano, llamado “Desafío” donde sus diseñadores creen que entre el hombre y la mujer no existen diferencias anatómicas, fisiológicas ni sicológicas, por lo cual les ponen a competir creyendo que las fuerzas físicas –fundamentalmente- de ambos son iguales. Lo lamentable, es que haya hombres y mujeres que se presten para complacer la felonía de los organizadores de esa competencia. Claro, si la sangre llama, más llama el dinero para los necesitados y eso es difícil criticarlo.
El básquet, el fútbol y el tenis son, tal vez, los deportes que mejor sirven de ejemplo para medir la desigualdad y desproporcionalidad competitiva de los Juegos Olímpicos. Lo único que falta es que en próximos eventos de esa naturaleza declaren que no debe existir diferencia de sexos para todos los deportes. La mejor liga del mundo en básquet es la NBA. De eso no tienen duda ni lo más incrédulos del planeta. A los Juegos Olímpicos, por Estados Unido van los mejores de la NBA, que vienen siendo lo mejores del planeta. Entonces, vale la pena preguntarse o preguntar: si pueden participar los jugadores de la NBA ¿por qué no pueden ir los campeones del boxeo profesional? Lo que es igual no es trampa. Bueno, allá los amos, señores y dirigentes de los Juegos Olímpicos con sus decisiones.
Kobe Bryant es un extraordinario jugador de básquet, una vedette en cada partido. Creo, el mejor del mundo en la actualidad. Es, realmente, un espectáculo verlo jugando donde se convierte en un demonio y hasta un duende invisible e indetenible para sus contrincantes lanzando el balón y logrando encestarlo desde varios puntos de la cancha. Lo que no tiene Kobe Bryant es humildad ni tampoco posee una visión de vida humanística. Sus ojos sólo miran el dinero, su corazón sólo late por dinero y sus manos sólo se mueven por dinero. Eso no se lo critico, porque él defiende es al capitalismo, lo disfruta y hasta es un privilegiado del mismo aunque muchos blancos lo desprecien por ser negro.
En la lista de Forbes, dedicado al estudio de salarios de personajes o figuras destacadas de Estados Unidos, aparece Kobe Bryant en el lugar 23 de los que más ganan dinero. Le calcula treinta y tres (33) millones de dólares al año sumando el salario que obtiene de los Lakers y lo que recibe por hacerle propaganda a empresas como: McDonald’s, Coca-Cola o Nike. Si lo traducimos a bolívares fuertes y al cambio en el mercado negro, se mete la macoca de doscientos sesenta y cuatro (264) millones anualmente. ¿Quién no vive plácida, feliz y cómodamente en este mundo con ese salario? ¿Cuántas escuelas se podrían construir, en Estados Unidos o en Venezuela, con ese monto anual? ¿Cuántos libros, revistas, afiches y periódicos publicaríamos los de El Pueblo Avanza (EPA) con solo el 10% de esa cantidad? Ni nosotros mismos lo sabemos, porque con sólo penar en ello entraríamos en un laberinto utópico y de allí no saldríamos ni con las linternas encendidas prestadas por Platón.
Kobe Bryant es, además, muy polémico. Sabe de su enorme calidad como basquetero y le saca punta a esa realidad. Respetando los tiempos nadie en el básquet ha llegado al escalafón de súper estrella que se ganó el más grande entre los grandes: Michael Jordan, quien, por cierto, era muy modesto. Lo cierto es que Kobe Bryant, fuera de sus canales, declaró "Deberíamos cobrar por venir a esta pocilga que llaman Londres 2012. Hacemos esto porque queremos, pero creo que se deberían estudiar algunas cosas". Con lo de “pocilga”, irrespetó a una nación, a todo un pueblo, a todos los deportistas del planeta y, aunque no lo crea, a él mismo. Ahora, si los Juegos Olímpicos continúan profesionalizándose cada vez más y unos pocos vivos llenándose los bolsillos a costilla del sudor y el trabajo de los deportistas, la idea de Kobe debería, ciertamente, ser estudiada o tomada en consideración. Claro, hay deportistas que van a los Juegos Olímpicos que no tienen necesidad de cobrar, como el caso de Kobe Bryant, pero sí deberían exigir que parte de las ganancias sean distribuidas para obras sociales en aquellas regiones más pobres y necesitadas del planeta.
Lo cierto es que los atletas que no compiten por dinero, que no son profesionales, que tienen una concepción humanística del deporte, que se esmeran por ganar una medalla de oro, son los más perjudicados al tener que enfrentare a experimentados profesionales que sí viven de jugosos contratos económicos. Por lo demás, las autoridades de los Juegos Olímpicos obedecen a los dictámenes de los gobiernos imperialistas y eso lo prueba que las autoridades de Inglaterra lograron que deportes, como el béisbol y el softbol y que son de mucha fanaticada, fueran excluidos de las Olimpiadas.
Bueno, por lo menos, Kobe Bryant con sus imprudentes declaraciones, en cierto sentido, ha destapado una olla que se está pudriendo por culpa de que el capitalismo todo lo hace, lo maneja y lo negocia como mercancía. ¡Ah!, bravo por Limardo y por todos aquellos atletas que son buenos, que ganan medallas pero no poseen la riqueza económica de los profesionales que se chupan la publicidad en los Juegos Olímpicos.
Mientras haya mentalidad de Dream Team, los imperialistas seguirán creyéndose los amos del mundo. Necesitamos Dream Team pero en política, que viene siendo como una dirección revolucionaria de vanguardia capaz de conducir a los pueblos a que hagan la revolución que acabe, entre tantas cosas y para siempre, con el profesionalismo en los deportes, los fetiches que les acompañan y con la comercialización y explotación de los seres humanos. Por cierto, se acabarían para siempre las actuaciones racistas, xenofóbicas y marcadamente parcializadas en favor de naciones altamente desarrolladas como sucedió con la injusta y grotesca eliminación de un judoca cubano negro que estaba ganando la pelea para favorecer al blanco de Gran Bretaña, por ser ésta la sede de lo Juegos Olímpicos. Como hubiese sido de interesante que Kobe Bryant hubiera denunciado ese mal arbitraje que le hace daño al gran evento deportivo mundial.