Uribe: me faltó tiempo para intervenir militarmente a Venezuela… ¡y lo aplaudieron!

El expresidente Uribe es capaz de hacerse eco de todos los rumores habidos y por haber que circulan en boca de despechados y frustrados y lanzarlos como pensamientos propios con tal de agarrar algo de espacio en los medios de comunicación de Colombia y más allá de sus fronteras. El loco de la colina era no sólo más realista que el expresidente Uribe sino, muy importante, más prudente y no era esnobista ni narcisista como el eterno soñador de la Casa de Nariño.

 Pareciera, sólo pareciera, que el expresidente Uribe le tiene tanta arrechera al Presidente Santos que se ha enamorado enfermizamente del camarada Chávez. Uribe anhela y eso le duele demasiado no haber sido quien festejara en persona y en la Presidencia de Colombia las muertes de los camaradas Mono Jojoy y Alfonso Cano. Definitivamente, hay políticos en la Tierra que desde ya le disputan al Diablo su mágico poder del Infierno para hacer el mal y no el bien. Uribe tiene sus temas en la cabeza que le revolotean como duendes.

 El expresidente Uribe cree, erróneamente, que el pueblo colombiano es una gran Convivir. De show en show anda metiendo las patas (izquierda y derecha) en política tanto a la entrada como a la salida. Quiere un Oscar de cine a como de lugar. Quiere ser el Napoleón, el petit Napoleón, del tercer milenio. No se ha percatado que anda con los estribos perdidos desde hace tiempo. Todas las celestinas contemporáneas le huyen como el búho a la luz o como el ratón al gato o el zorro al león.

 El expresidente Uribe dijo, ante un público frenético y ansioso de guerra, lo siguiente: “Me faltó tiempo para intervenir militarmente en Venezuela…”. El público, su público, se levantó de los asientos y lo aplaudieron con frenesí y soltaron risas sin darse cuenta que convertían a su líder en víctima de críticas a las estupideces dichas por el orador. Sin mojones: el expresidente Uribe no está loco, por mucho que haga para que así lo aprecien y lo retraten. Simplemente quiere protagonismo para que lo lancen como candidato a la Presidencia de Colombia en la próxima elección para tal fin. Es todo. Lo que sucede es que se vale de “locuras” incongruentes, increíbles y necias. Si don Quijote viviera, de seguro, le diría a Sancho para combatir a Uribe, lo siguiente: “He decido armarme de caballero hidalgo navegante de todo el mar y todo el aire y toda la tierra y necesito vengas acorredme en condición de mi escudero nadador de brazadas, volador de papagayos y corredor de patineta en buena gana, porque debemos facer aventuras y batallas para vencer maléficos gigantes y enanos, perversos magos y pronosticadores de embustes y engendros malnacidos, porque eso es facer un gran servicio a Dios y la humanidad quitándoles tan malas simientes de sobre la faz de la Tierra, como son esos políticos semejantes al tal Uribe ese, carajo”. Lo más seguro es que Sancho, quien fue un gobernador que se llevó la justicia con él mientras que Uribe la calcinó derramando sangre de inocentes, le responda a don Quijote: “Sí su merced, porque aún en este mundo los entuertos no están enderezados, los abusos no están corregidos, los agravios no están deshacidos, los villanos no están derrotados, las sinrazones no están emendadas, las viudas no están socorridas, los cautivos no están liberados y las deudas no están satisfechas”.

Ese mojón, luego de dos años y un poco más de haber abandonado la Casa de Nariño y ahora repudiado por muchísimos de los que antes le jalaron bolas, del expresidente Uribe de que le faltó tiempo para intervenir militarmente en Venezuela, no se lo cree ni él mismo, no lo creen quienes fueron sus militares y policías de confianza, no lo creen los legisladores que fueron sus epígonos y, mucho menos, el pueblo colombiano. Una sola cosita, que terminaba siendo una cosota, era suficiente para que el expresidente Uribe no se atreviera jamás a intervenir militarmente en Venezuela por sí mismo y por sí solo.

El político que crea que el fusil dirige al cerebro será un eterno esclavo de los militares que aman la guerra en la misma proporción en que se enriquecen con el negocio del tráfico de armas y de la muerte. El expresidente Uribe sabe del arte militar lo que una persona que no sabe leer y escribir, conoce de los misterios de la cibernética. Por eso habla de esas “locuras” o deseos reprimidos dos años después de dejar la Presidencia de Colombia ahora cuando quiere frita la cabeza del Presidente Santos para querer ser nuevamente amo y señor de la Casa de Nariño.

Explico el por qué de la imposibilidad de cualquier Gobierno colombiano de invadir Venezuela sin el consentimiento y la ayuda (con tropas, recursos económicos y armas sofisticadas) del imperialismo estadounidense exclusivamente. Lo que a continuación expondré lo sabe el expresidente Uribe al pie de la letra. Casi todo el territorio colombiano que hace frontera con el venezolano está, lo quieran o no reconocer, bajo la influencia de la insurgencia colombiana. Si no fuese así las fuerzas militares y policiales colombianas recorrieran los ríos y los montes que hacen frontera como Pedro por su casa. La insurgencia lo hace porque le lleva una morena al Estado colombiano en el conocimiento del terreno y en la influencia y credibilidad de las poblaciones fronterizas. Por algo, a final del siglo XX planificaron y llevaron a cabo una invasión gigantesca de paramilitarismo a las zonas fronterizas y aun así no obtuvieron el objetivo programado de correr a la insurgencia de la región y de quitarle el agua al pez, aunque mucho desplazamiento de campesinos y gente humilde lograron y que, por cierto, fueron cobijadas y auxiliadas por el Gobierno del camarada Chávez en territorio venezolano.  

En las carreteras colombianas cercanas a la zona fronteriza ni siquiera de noche circulan zancudos y, mucho menos, las fuerzas militares de Colombia. Si no fuese así, la guerrilla no tendría nada qué hacer en regiones fronterizas. Por lo demás, lo saben los militares colombianos y en la Casa Blanca mucho más que el expresidente Uribe, que una intervención armada del Estado colombiano contra el Estado venezolano, mientras el camarada Chávez esté al frente del Gobierno, implicaría n o sólo la respuesta del Estado venezolano con muchedumbres de pueblos (tanto en lo nacional como lo internacional) sino, más peligroso aún para los guerreristas colombianos, sus soldados y mandos quedarían atrapados o en medio del fuego de la fuerzas militares y civiles venezolanas por el frente y de la insurgencia colombiana por la espalda. Allí no los salvaría ni la luz de Platón (reservada a personajes ilustres) ni la linterna de Diógenes (pidiéndoles ayuda a los filósofos griegos).

De tal manera, que las palabras del expresidente Uribe son necias, son mentiras, son de ira incontrolada, son de frustración por una gloria personal inalcanzable y son producto de la arrogancia y del despecho aunque no renuncie a ellas como sí hace el loco en el poema “La renuncia” de gran Andrés Eloy Blanco. Nada mejor que recomendarle al expresidente Uribe que haga recreación en baños termales para que se le baje la dosis de azufre que expide por sus poros mientras escuche, tomando aspirina para niño, canciones de Darío Gómez.

Mejor dicho: fue una perogrullada con otra intención lo expresado por el expresidente Uribe porque con eso de “me faltó tiempo” lo que realmente quiso decir es que le den otro chance de ser nuevamente Presidente de Colombia. No quiere nada el ambicioso político colombiano. Bueno, eso lo decide es la mayoría del pueblo colombiano y no la mayoría del pueblo venezolano que sigue estando con el camarada Chávez.



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Freddy Yépez


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