Uribe y Santos: ¿cómo les quedó el ojo?

Está demasiado demostrado que quienes reaccionan por el binocular del odio individual, del arribismo o  ambicionismo político para conquistar prebendas personales, terminan poniéndose un velo en la cara para que no los identifiquen por la mentira que vendieron como verdad.

            Tanto  el expresidente Uribe como el Presidente Santos reaccionan, ante cualquier hecho de violencia en Colombia, acusando –como autor- a las FARC sin tener el menor indicio que pueda sostener sus hipótesis. La estrategia es hacer desaparecer a las FARC y para  eso todas las tácticas  tienen validez y, fundamentalmente,  aquellas que contribuyan a desprestigiarlas ante la opinión  pública. Es por ello que creen,  el expresidente Uribe y el Presidente Santos, es imprescindible acusar a las FARC de todo tiro y de toda explosión que se produzca o se escuche  en todo el territorio colombiano. No hay  que pararle ni un milímetro al nivel de las mentiras que se pronuncien  mientras haya quienes en la sociedad las crean como verdades irrefutables. Ese elemento de nazismo estará presente en todo Gobierno que sirva al capital para enriquecer a los pocos sobre el incremento de la pobreza para los muchos.

            La opinión pública mundial conoció del escándalo que causaron el expresidente Uribe y el Presidente Santos acusando, casi antes de producirse el hecho, a las FARC del atentado  terrorista que buscaba quitarle la vida al exministro y hombre oligarca Fernando Londoño. Juraban, perjuraban y requeté juraban que los bandidos, criminales, terroristas y delincuentes de las FARC habían sido los autores del atentado. Fue una cantaleta por días y semanas. Todo con el objetivo de no dar ningún paso serio ante la propuesta de paz de la insurgencia.

            Cierto es, como se ha dicho, la mentira tiene las patas largas pero -no se olvide- poseen unas manos muy cortas. ¡Ultima hora!: la mentira ha caído abatida por la verdad. Ni el expresidente Uribe ni el Presidente Santos han tenido la humildad para reconocerlo, aunque los hechos golpeen sus cachetes y se los pongan morados y  la opinión pública se percate de ello.

            ¿Cuál es la verdad verdadera sobre el  atentado terrorista contra el exministro Fernando Londoño? El Presidente Santos, por Twitter y evitar dar  la cara al público, dijo la mitad  de la verdad y la otra mitad se la guardó bajo su manga. ¿Cuál es la mitad?: Organismos de seguridad del Estado colombiano detuvieron a parte de los “delincuentes comunes” que fueron autores materiales del atentado terrorista contra el exministro Fernando Londoño. Hasta allí reconoció el Presidente Santos, porque el expresidente Uribe se enconchó para no decir nada al respecto. Ni éste ni aquel nada han dicho ni pio para reconocer su gravísimo desacierto en haber acusado a las FARC del atentado. Menos  mal, que el Fiscal General de Colombia sí tuvo el coraje de reconocer que las FARC no fueron los autores del atentado, ya que estaba plenamente identificado que los autores materiales pertenecen a una banda de delincuentes criminales.

            Por otro lado, el exministro Fernando Londoño tampoco ha salido a  la palestra pública  para reconocer su fantochada cuando dijo, inmediatamente después del atentado en mayo, que sus experiencias lo hacían concluir que el atentado, para matarlo, había sido obra de las FARC.  Al Estado colombiano y a todos sus voceros se les han caído sus mentiras como caen las hojas en verano para despedir al invierno y retratarse a sí mismo ante los habitantes de su región. Ahora tienen el compromiso con la sociedad colombiana de identificar lo responsables intelectuales del atentado. Quieran Dios y la verdad no terminen siendo el expresidente Uribe y el mismo Fernando Londoño siendo los planificadores de la colocación de la bomba lapa, porque entonces el Estado buscará callar pero el banquillo de los acusados sabría guardar los espacios para que un día los culpables tomen sus asientos para ser juzgados y condenados como debe ser. Tal vez, por vez primera, lapa trabaje para cachicamo.

            Si en Colombia existiese una verdadera administración de justicia, el Presidente Santos, su Ministro de la Defensa, el expresidente Uribe, el propio Fernando Londoño, los periodistas que vendieron sus palabras para hacerse eco conscientemente de las mentiras, deberían ser juzgados y condenados por falsos testimonios y montaje de testigos falsos. Por muy justo que sea el Fiscal General Montealegre, nada sucederá al respecto. Por su lado, las FARC tienen el deber de hacer una campaña internacional para denunciar que esas falsas acusaciones, esas mentiras grandotas y esos testimonios mal intencionados son la demostración que el verdadero terrorismo lo comete el Estado y no la insurgencia.

            Quieran Dios y el pueblo  colombiano, en la próxima elección presidencial, tanto Uribe como Santos sean candidatos a la Presidencia para que gane otro que, por lo menos, tenga en su corazón un pedacito de voluntad para la búsqueda de paz concertada mediante un diálogo político, donde no quede ningún factor importante engavetado en la caletas de la Casa de Nariño.   



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Freddy Yépez


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