¿Por qué debemos escuchar a don Ignacio López Tarso?

Don Ignacio López Tarso es, tal vez, un casi completamente desconocido para la sociedad venezolana. Sin embargo, está considerado como un verdadero maestro del séptimo arte, del teatro, de la declamación, del drama y del humorismo –por lo menos- latinoamericano. No recuerdo exactamente el año en que vino a Venezuela, pienso hace más de un cuarto de siglo, a presentar un espectáculo artístico denominado: “Romances y corridos de México”. Vino acompañado por una extraordinaria voz femenina que en verdad no recuerdo su nombre. Ambos, en representación del folclor mexicano, de la memoria en arte de las luchas del pueblo mexicano, vinieron a entregarnos un espectáculo como muy pocos se habían presentado en nuestra querida Venezuela. Claro, el espectáculo era demasiado revolucionario para el status político que imperaba en la Venezuela de los primeros años de la década de los ochenta del siglo XX. Había que sabotearlo y los saboteadores fueron precisamente los que le invitaron a visitar la tierra de Bolívar cuando se percataron que el contenido de los corridos y de los romances podía alborotar espíritus de libertad que pensaban ya estaban extinguidos con la derrota del movimiento insurgente venezolano. Si en México hubo un Emiliano Zapata en Venezuela hubo un Ezequiel Zamora y muchos, pero muchos, zamoristas, agraristas, revolucionarios.

Recuerdo que fue en el Teatro Municipal prácticamente su única presentación completa. La de la televisión fue reducida a su mínima expresión. Alguien llamó para sacarla del aire lo más inmediatamente sin dejar que se desarrollara y, mucho menos, que tuviera final. Recuerdo que convencí a dos portugueses para que asistieran y uno de ellos llevó a su esposa. Parecía solo el Teatro Municipal para su capacidad. No había habido suficiente propaganda sobre el espectáculo. Aun así don Ignacio López Tarso hizo su presentación. Fue una noche hermosa por lo grandioso del espectáculo. Poesías y canciones se agarraban de las manos y actuaban en las voces de don Ignacio y la cantante que no puedo dar con su nombre. La historia revolucionaria mejicana en poemas y en canciones pero igualmente con un humor de elevadísimo nivel con movimientos teatrales que le asemejaban a los tiempos de la Revolución Mexicana y sus más destacados personajes. Los portugueses se reían y zapateaban que yo pensaba que nos iban a llamar la atención. Su emoción era tan grande como la mía pero ellos la expresaban de manera distinta. Zapata, Villa, Valentina, Adelita eran personajes principales de los romances como de los corridos sin que nadie, así lo creo, del público nos diéramos cuenta de lo que era un corrido o era un romance o cual poema o canción tenía algo de romance y algo de corrido. “En Portugal jamás han presentado algo así. No sabía de esas luchas en México. Qué grande México y ese Zapata y ese Villa”, me dijo uno de los portugueses. Simplemente, le sonreí y sentí que había cumplido con un deber de hacer conocer historia mexicana a dos portugueses que, hasta pocas horas atrás, sólo habían demostrado interés por engrandecer sus negocios.  Siempre he creído y no sé si esté errado o no, que donde menos se puede desfigurar la historia es a través de la poesía y de la canción.

Casi tres horas se mantuvo el público entre risas y aplausos y, de pronto, se hacía un silencio de esos que enmudecen el alma cuando le quitan la vida a un personaje que ha escrito su historia o su biografía con su sangre derramada al frente de su gente luchando por la tierra, el pan, el agua y la libertad para todos y no para unos pocos… Y de nuevo, especialmente cuando declamaba don Ignacio López Tarso, volvía la lluvia de risas y de aplausos y de prolongadas emociones.

Los artistas mexicanos suelen, independientes de creencias ideológicas, religiosas o posiciones económicas y hasta de clases, escribir, cantar, pintar, hacer esculturas o murales, caricaturas, obras teatrales o películas, que reflejen las luchas de su pueblo y sus más importantes personajes históricos. Sobre Villa y Zapata se han escrito y cantado y declamado corridos y romances que han llegado a casi todas las latitudes de este planeta. Aquellos corridos o romances que no han sido divulgados en voces de reconocidos cantantes o declamadores han sido asumidos por voces del propio pueblo raso o llano. Los mexicanos le escriben y les cantan, incluso, a aquellos animales que de una u otra forma han participado, junto a hombres y mujeres, en sus luchas revolucionarias, tal el caso destacado del caballo.

Como casi todos los grandes artistas mexicanos, don Ignacio López Tarso surgió de abajo, de la clase pobre, donde se aprende a actuar en el trajín diario de la búsqueda casi desesperada por el trabajo, por el pan, por la oportunidad de progresar en una sociedad dominada por gobiernos que, primero, sirven incondicionalmente a los intereses foráneos y de la oligarquía criolla mientras que se conforman con las migajas para su pueblo explotado, oprimido y sufrido. El status político mexicano, que se ha sostenido sobre la explotación y opresión al pueblo, no pudo evitar el desarrollo exitoso de las cualidades artísticas de don Ignacio López Tarso. En toda sociedad capitalista siempre será mucho más difícil el arte de la poesía que el arte de la música.

Hace poco me recordé de aquel maravilloso espectáculo en el Teatro Municipal de Caracas. Era como si ahora estuviese viendo y escuchando a don Ignacio López Tarso y a la artista que aún no he podido recordar su nombre. Ya es más de un cuarto de siglo y don Ignacio cumplió 87 años de vida. Ya no está –así lo creo- en condiciones físicas para andar viajando y presentando su arte por el mundo. ¡Qué maravilloso sería que el Ministerio de la Cultura de Venezuela lo trajera y lo presentara en varias regiones del país! No, ya eso no es posible. Sin embargo, estamos en el deber de incentivar –fundamentalmente- a los jóvenes a que se valgan del internet para elevar sus conocimientos, para conocer los valores de pueblos y, especialmente, de esas luchas revolucionarias que han marcado una profunda huella en la conciencia y que han hecho historia aun cuando sus movimientos no hayan triunfado. Y esas luchas tienen personajes dignos de conocer. De esa manera, en “You Tube”, podemos encontrar muchísimas declamaciones  de don Ignacio López Tarso considerado como el último cronista de los corridos de la Revolución mexicana, donde destacan los dedicados a los generales  don Pancho Villa y don Emiliano Zapata.

A quienes, por una u otra razón, usan parte de su preciado tiempo para leerme en aporrea les recomiendo si es que ya no lo han hecho, y ojalá lo trasmitan a otras personas, que busquen en “You Tube” a don Ignacio López Tarso y se deleiten, se maravillen, se llenen de emoción escuchándolo en “El corrido de Pancho Villa”, “Despierten ya mexicanos”, “Corrido de Emiliano Zapata”, “Romance del Grito de Dolores”. “Corrido del agrarista”, “El maestro inolvidable”, “Corridos de la Revolución”, “Muerte de Emiliano Zapata”, “Gabino Barrera”, “El Barzón”, “Corrido Villista”; en fin: la historia de la Revolución Mexicana, su pueblo, sus luchas, sus victorias, sus fracasos, sus flujos, sus reflujos, sus frustraciones y sus personajes en corridos y romances. La declamación y el canto, como expresiones artísticas, son capaces de despertar memoria y de crear conciencia revolucionaria en los pueblos.

No olvidemos que muchos habitantes de nuestros pueblos –debemos decirlo sin xenofobia-, bajo la égida perversa del capitalismo, seguimos en los comienzos del siglo XXI abriendo las puertas de nuestras naciones a los extranjeros que nada nos vienen a enseñar sino más bien a expoliar y los llamamos amigos pero “… si llega cansado un indio de andar la sierra, lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra” (La maldición de Malinche).

 ¡Viva Zapata!... ¡Viva Villa!... y ¡Viva don Ignacio López Tarso!



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Freddy Yépez


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