Sin ser crítico de literatura jamás me cansaré de decir y de reconocer que don Mario Vargas Llosa es un extraordinario escritor en el campo de la literatura pero un desastre cuando lo hace de política. Posiblemente, haya alguien que sostenga lo contrario lo considere tan bueno en la política como en la literatura y en esto los burgueses son sus más fieles defensores y seguidores. Su cambio de la izquierda a la derecha igualmente le transformó radicalmente su mentalidad de visión de mundo. Pero ahora, no es necesario descubrirlo, se muestra como un verdadero malagradecido. Recientemente escribió o, mejor dicho, se le publicó en El Nacional un escrito que titula: “Sartre y sus ex amigos”, donde expone un nuevo criterio sobre un libro de Sartre intitulado “Situations”, cuarto tomo, publicado en 1964. No se trata de criticar ni a don Vargas Llosa ni a nadie por cambiar de criterio en relación a algo. Eso es muy normal cuando no se relaciona con una doctrina o una ideología o, mejor dicho, con elementos de principios irrevocables.
No he leído ninguno de los tomos que conforman “Situations” de Sartre, por lo cual nada tengo ni que decir ni contradecir de todo lo que expresa don Vargas Llosa en su largo artículo “Sartre y sus ex amigos”. Tal vez, quienes hayan leído o estudiado esos tomos pudieran escribir para confirmar o negar si todo, un poco o mucho de lo que dice don Vargas Llosa es cierto o es falso. Simplemente, me limitaré a demostrar lo malagradecido que es don Vargas Llosa con Sartre. Y lo hago, porque éste ya no existe para enterarse de la nueva opinión de don Vargas Llosa.
Ciertamente, Sartre defendió, contra Camus, al régimen soviético presidido por Stalin. En la actualidad, cualquiera que conozca la realidad del Gobierno presidido por Stalin daría, sin duda, la razón a Camus y no a Sartre, pero de eso no se trata. Don Mario Vargas Llosa sostiene, ahora, que después “… de veinte años de leerlo (se refiere a Sartre) y estudiarlo con verdadera devoción, quedé decepcionado de sus vaivenes ideológicos, sus exabruptos políticos, su logomaquia, y convencido de que buena parte del esfuerzo intelectual que dediqué a sus obras de ficción, sus mamotretos filosóficos, sus polémicas y sus ucases hubiera sido tal vez más provechoso consagrarlo a otros autores, como Popper, Hayek, Isaías Berlin o Raymond Aron”. En todo caso en Suecia le dieron el Premio Nobel de Literatura a Sartre por sus mamotretos y que, por cierto, lo rechazó. ¿Por qué no hizo lo mismo don Vargas Llosa ante una institución que no valora –por lo general- lo realmente literario para otorgar ese Premio y que, de paso, lo recibió casi muriéndose de risa y frotándose las manos por el millón y un poco más de dólares con que lo premiaron?
Lo que no analiza ni sobre lo que no reflexiona don Vargas Llosa para nada es sobre ¿cuál sería hoy su destino si no hubiese leído y creído en las ideas de Sartre hace veinte o más años atrás? Vale la pena preguntarle: ¿Hubiese escrito las novelas que marcaron esa etapa de su vida? ¿Realmente hubiera hecho mérito literario para haberse ganado el Nobel de Literatura? No sé si él ha reflexionado sobre eso. Lo creo muy difícil porque un millón de dólares y poco más es algo para darse ciertos lujos que están vetados a todos los proletarios de este planeta.
No sé si Marx, en vez de estudiar primero la filosofía hegeliana hubiera estudiado medicina, nos hubiese legado una doctrina tan revolucionaria, científica y dialéctica como el marxismo. No sé si Engels, en vez de haber nacido en una cuna de ricos lo hubiera hecho en una esterilla de familia obrera, hubiese podido ser más de conciencia proletaria que lo que fue como una persona tan culta y, además, haber podido ayudar –material y espiritualmente- a Marx a cumplir con su rol de padre del marxismo. No sé si Lenin, en vez de haber tenido un hermano terrorista hubiese tenido una hermana monja, hubiera llegado a ser el gran forjador teórico de la Insurrección de octubre de 1917. No sé si Trotsky, en vez de haberse puesto a estudiar en su época juvenil cuentos populares de Tolstoi y poesías de Puschkin se hubiera dedicado a las matemáticas, hubiese sido el gran conductor práctico de la Insurrección de octubre de 1917 y, además, hubiese sido el creador del Ejército Rojo. No sé si el joven Simón Bolívar, en vez de haber tenido un maestro como don Simón Rodríguez hubiera tenido uno con la mentalidad de Juan Vicente González, hubiese llegado a ser el Libertador de varias naciones. No sé si Chávez, en vez de haber estudiado en la Academia Militar se hubiera graduado en una Escuela Normal, hubiera podido dirigir un alzamiento como el 4 de febrero de 1992 y luego llegar, mediante el voto, a la Presidencia de la República. No sé si don Quijote, en vez de haber abrazado un idealismo de locuras hubiese sido un obcecado materialista dueño de molinos de vientos y de terneros, nos hubiese legado un Sancho capaz de gobernar el universo estableciendo verdadera justicia social para todos.
Sartre fue al revés de don Vargas Llosa. Este fue primero de izquierda y luego, por problemas que fueron aclarados por Haideé Santamaría en su tiempo y dijo que se trataba de dinero, se transformó en un extremo idealista e ideólogo de la derecha. Sartre fue primero idealista filosófico y posteriormente reconoció que sin el estudio del marxismo y, más concretamente, del materialismo dialéctico las ciencias cojeaban, no avanzaban pero nunca dijo que la dialéctica sustituía el método propio de cada ciencia.
En verdad, debe reconocerse, hay lecturas perdidas cuando luego nada se hace por avanzar en el conocimiento. Todos aquellos que sustentaron sus primeras creencias ideológicas, por ejemplo, en la lectura o estudio de la “Historia del PCUS”, pudieran decir: “Perdimos nuestro tiempo”. Sin embargo, muchísimos que leyeron ese texto prefabricado en un laboratorio de mentiras después pudieron reconocer que gracias a eso fueron capaces de entender la verdadera verdad que contradecía o desmentía casi todo lo expuesto en la “Historia del PCUS”. Y ¿cuál es el mérito de ese reconocimiento? Sencillo: que muchos continuaron perseverando en el pensamiento revolucionario y luchando por el socialismo aunque hayan condenado al régimen estalinista como un termidor cesarista, es decir, como antisocialista. Si don Vargas Llosa hubiese estado en la legión de personas que terminaron, luego, en concluir que la “Historia del PCUS” es una grotesca deformación y negación de la verdad, sin duda, se hubiese lanzado apresurado a los brazos de la derecha para denigrar por siempre del socialismo y resaltar que el capitalismo es el mejor régimen de vida para la humanidad entera.
Con todo y los repentinos o planificados cambios de don Vargas Llosa, para cada día tratar de ser el mejor vocero de la derecha política e ideológica del capitalismo, creo que sigue siendo un extraordinario literato, pero hasta allí, porque en política –especialmente- cada día se aleja tanto de la verdad como tan distante se encuentra el día en que Dios baje a la Tierra a resolver, por la vía pacífica, la contradicción entre el capital y el trabajo asalariado. En el campo de la lectura no debe ser nadie un malagradecido con los primeros autores que leyó, porque eso suele hacer que le salgan ampollas en los labios. Leer, por ejemplo, a don Jorge Luis Borges como también a don Mario Vargas Llosa en cosas de literatura es una exquisitez espiritual aunque produzca náusea leerlos en política.