¿Por qué debemos admirar a don Roy Chaderton?

 

Todo proceso revolucionario se encuentra, en sus inicios, con serias dificultades para el ejercicio de la diplomacia, es decir, para adelantar su política exterior. En la lucha política por el poder la mayoría de la legión de revolucionarios que la ejecutan no goza, por lo general, de las condiciones ideales para prepararse en cuestiones de diplomacia. La Revolución Rusa, teniendo luminarias del pensamiento social a su disposición, se vio enfrentada a esas circunstancias en que no es fácil disponer del material humano más capacitado para cumplir las misiones de política internacional y, especialmente, porque toda Revolución Socialista debe plantearse la diplomacia pública y no la privada. Sería falsificar o desfigurar al Proceso Bolivariano triunfante si dijera que contó, desde sus comienzos en 1998, con una élite de eminentes diplomáticos a su servicio. Las mismas necesidades, a veces muy duras, le han permitido ir formándolos en la defensa de sus intereses fundamentales frente a un demonio que todo lo quiere arropar con sus garras de rapiña: el imperialismo.

            Sin embargo, no es sobre eso que escribiré. No, se trata de don Roy Chaderton. Dicen que viene de familia pudiente en lo económico como en lo político e ideológico del socialcristianismo. Eso no importa, es más bien un mérito incuestionable cuando de allí llegó a las filas del Proceso Bolivariano. Engels fue de cuna de ricos y terminó siendo el fundamental colaborador y el que más solidaridad, en lo personal, ejerció con Marx. A ellos dos, debe reconocerse, hay que agradecerles de por vida que hayan aportado la doctrina del marxismo al proletariado como una guía para sus luchas revolucionarias, como una fuente de ideología verdaderamente revolucionaria y como luz brillante para entender y poder construir el socialismo. Lo cierto es que don Roy Chaderton se ha convertido en el más brillante de los diplomáticos con que cuenta el Proceso Bolivariano. Nos representa en la OEA, esa institución que siempre ha tratado de servir de gendarme del imperialismo estadounidense para imponer, de cualquier manera, los intereses esenciales del imperialismo estadounidense en toda la geografía de América Latina y el Caribe.

            Escuché, palabra por palabra,  el discurso de don Roy Chaderton en la OEA con motivo del homenaje postmorten que se le rindió al camarada Chávez. Fue un breve pero emotivo discurso. Brillante y concreto. Excelente y preciso. Fue como si lo leyera teniendo su mano izquierda puesta sobre su corazón. Su mirada era como si sus ojos se estuviesen comunicando con los ojos de ese lugar privilegiado en el Universo en que activan sus ideales los grandes que han hecho historia en la Tierra. Vi sus lágrimas que, para mí, fueron tan sinceras como es sincero el niño cuando llora por hambre o sed. Como muy pocas veces en un breve discurso se condensa tanto contenido. Así fue el discurso del camarada Roy Chaderton. No podía continuar denominándolo “don” dejando por fuera el término “camarada”.

            Su discurso fue una pieza de oratoria que, no pocas veces, fue frenada por ese sentimiento sincero y de dolor que se le atravesaba en la garganta al camarada Roy Chaderton. No voy a destacar los muchos reconocimientos que hizo el camarada Roy Chaderton en su discurso sobre la obra y el pensamiento del camarada Chávez. Pero, para cualquier  venezolano, es muy grato que el camarada Roy Chaderton haya, igualmente, recordado al camarada Alí en el auditórium  de la OEA con su canción “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, muy entonada o cantada por las muchedumbres que siempre acompañaron el féretro donde reposa el cuerpo dormido del camarada Chávez. También, nos dictó una cátedra el camarada Roy Chaderton sobre un pedacito de esa ingrata tragedia que tuvieron que padecer grandes de la Historia venezolana como nuestro Libertador Simón Bolívar, los excelsos de la lucha independentista como el generalísimo Francisco de Miranda, el gran Mariscal de Ayacucho (Sucre), el general Urdaneta, los grandes sabios o maestros don Andrés Bello y don Simón Rodríguez, todos murieron en otras latitudes, tal vez, contrariando sus deseos de partir de este mundo pero en la tierra que los vio nacer. El camarada Chávez, en cambio, murió en el país por el cual entregó todas sus fuerzas físicas y todos sus pensamientos para forjar su engrandecimiento.

            Nadie tenga duda, aunque no se le conozca personalmente, que don Roy Chaderton será para siempre un camarada y una estrella de la diplomacia de los pueblos que claman, luchan y confían en obtener, más temprano que tarde, su verdadera redención social. Simplemente por eso: tenemos el deber de admirar al camarada Roy Chaderton. ¿Acaso no es un gran mérito incuestionable el hecho que don Roy Chaderton haya venido de la derecha política para convertirse en un auténtico defensor de las ideas revolucionarias de izquierda?

No lo sé si es prudente, no va en desmedro de nadie ni de negación de valores y capacidades de otros camaradas, lo que al final expongo en este artículo y tampoco sé si será del agrado del camarada Roy Chaderton, pero creo que el Gobierno Bolivariano que encabezará ya, de manera legítima y constitucional por su triunfo que va a obtener el 14 de abril, el camarada Maduro debería de nombrar de Canciller de la República Bolivariana de Venezuela al camarada Roy Chaderton. Es todo. Si a alguien ello le desagrada, por favor, discúlpenme.

 



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Freddy Yépez


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