La poesía, esa que se fundamenta esencialmente en verdades de la lucha de clases y que se vuelve arma por la libertad, corre siempre el peligro de que los enemigos de aquella le arrebaten la vida a los poetas que las escriben. Colombia, lamentablemente, ha sido un escenario donde la violencia –rayando en lo irracional- ha cobrado vida de luchadores sociales por escribir sus ideas en poesías. Don Gallegos Ortiz, dijo en una oportunidad, valiéndose de su condición de poeta, lo siguiente que estremece corazones y sentimientos: “… los poetas colombianos son tristes, pesados como una carreta, José Asunción Silva era un experto en melancolía y Julio Flores en funerales. Melancolía y funerales ha sido la política en Colombia. El puñal asediando. Los asesinos al galope. En pocas partes la violencia ha conmovido los cimientos”. Tal vez, por ello, William Ospina en su poesía “Ellos son poderosos”, describió lo cruento de una verdad, diciendo: “No digas que tienes sed, porque te darán un vaso con tu sangre/ No digas que tienes hambre, porque te servirán tus dedos cortados/ No digas que tienes sueño, porque te coserán con hilo tus párpados/ No digas que amas a alguien, porque te traerán su corazón putrefacto/ No digas que quieres al mundo, porque multiplicarán los incendios/ No digas que buscas a Dios, porque te llenarán de brasas la boca/ No digas que está bello el rocío que dulcemente cubre los campos, porque en cada gota celeste inocularán pestilencia”.
Hoy cuando se produce el diálogo por la paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP, vale la pena recordar a Tirso Vélez. Ese joven luchador social que fue Alcalde de Tibú en Norte de Santander. Un día decidió hacer valer esa inclinación o inquietud de escribir poesía y lo hizo titulando su poema “Colombia un sueño de paz”. Lo que no sabía Tirso era que ese poema lo llevaría a ganarse una inmerecida paz muy temprana en el sepulcro.
¿Qué dice el poema de Tirso para que los enemigos de la paz, llenándose de tanto odio y tanta venganza, no le dieran paz ni cuartel hasta verlo dormido para siempre en una sepultura? Dice, lo siguiente: “Para que en los campos/ el ladrar de los perros/ en cualquier madrugada/ no sea el rondar siniestro/ de la muerte que vaga/ sea el apretón de manos/ sea la sonrisa cálida/ del amigo que llega/ y no la fauce oscura/ del fusil que amenaza/.
Para que soldados y guerrilleros/ no sea el uno para el otro/ el tenebroso olfato de la muerte/ husmeando la vida temblorosa. / Para que exploten bombas de pan y de juguetes/ y corran nuestros niños entre escombros de besos.
Lancita... mi soldado.../ recuerda que Jacinto, el hijo de la vieja campesina, / se fue para la guerrilla/ buscando amaneceres/ persiguiendo alboradas. / Que no regrese muerto, / no le apagues su lámpara. / Porque la vieja espera pegada a su camándula/ pidiéndole a las ánimas/ que no le pase nada.
Compita... camarada.../ ¿Recuerdas a Chuchito/ repleto de esperanzas,/ el que jugaba metras/ contigo y con los otros muchachos de la cuadra?/ Hoy es un chico grande/ repleto de esperanzas/ se fue para la recluta portando una bandera,/ símbolo de la patria./ No le trunques sus pasos /tendiéndole emboscadas/ porque tendrás tú mismo/ que llevar la noticia que irá a partir el alma/ de aquella pobre madre/ vecina de tu casa./ Pero también el hambre/ bate tambor de guerra/ impulsando las armas./ Cada fusil le quita (por precio solamente)/ un año de alimentos/ por familia o por casa/ sirviendo desayunos de odios y de balas.
Paz, te han vestido de negro/ siendo tú blanca, blanca; / o de azul de naufragio/ o del rojo siniestro/ de sangre derramada. / Tampoco eres verde de vendaval de montañas. / Que todos los partidos hoy se tapen la cara/ y te desnuden toda cual novia inmaculada/ para ponerte un traje blanco de nube blanca”.
Los oligarcas, los políticos servidores ideales al imperialismo y a la burguesía y los militares no quisieron entender el contenido y la intención del poema de Tirso Vélez. Por amar la paz le respondieron con balas de la guerra. Lo persiguieron con saña, lo obligaron a que abandonara su cargo de Alcalde, lo apresaron, lo llevaron a prisión, lo intimidaron para que se exiliara y, luego, lo asesinaron desconociendo sus asesinos que su poema sigue andando como el viento llevando mensaje de paz a toda Colombia. Gabriel Celaya no se equivocó cuando escribió su famoso poema: “La poesía es un arma cargada de futuro”. Por eso, debemos con Celaya, maldecir la poesía de quien no toma partido hasta marcharse. Sólo los gobiernos crueles y perversos no escatiman esfuerzo alguno para quitarles la vida a los poetas que se atreven a expresar una hermosa visión de mundo a través de la poesía o a protestar contra la violencia que calcina sueños de libertad.
Se puede sepultar al hombre o a la mujer que escribe poesías, no recuerdo si lo dijo Ito un extraordinario poeta guerrillero del ELN y autor del himno de San Vicente de Chucurí, muerto en una emboscada tendida por el ejército, pero: “No se puede sepultar la luz/no se puede sepultar la vida/no se puede sepultar un pueblo que busca la libertad”. Hay que repetirlo cuantas veces sea necesario: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muerto”, como lo escribiera y lo cantara el grande Alí Primera.