Toda mujer comunista es: “una perra”

 

Vicente “Chente” Fernández, el cantante que más admiro en la vida, dice en una de sus canciones: “Yo siempre sostuve que no hay en el mundo ningún otro ser que tenga belleza de pies a cabeza como la mujer,  ellas son la vida,  la chispa divina, la razón de ser, que de raro tiene que me haya perdido por una mujer, que de raro tiene que me este muriendo por una mujer”. Pues, en este mundo aunque algunos y algunas no lo crean, existen  hombres y mujeres que no sólo no comparten lo cantado por don Vicente “Chente” Fernández sino, peor aún, se van a los extremos para considerar a la mujer –esa que abraza el comunismo como su visión de mundo y de vida- como “perra”. Tal vez, existen los que le agregan el calificativo vulgar de “maluca”, quizás, para asemejarla con el animal hembra del perro en estado de deseo sexual.

         Escuché, por video, la entrevista que le hizo el polémico y anticomunista Jaime Bayly a la cubana Berta Soler, líder de las conocidas “damas de blanco”, quien anda de visita, buscando solidaridad para derrocar el Gobierno que preside el camarada Raúl Castro, por los países que considera son ejemplos dignos de libertad y democracia como Estados Unidos. Bueno, cada cabeza, sea de hombre o sea de mujer, es un mundo donde el derecho a pensar es ilimitado en bien o en mal de la humanidad.

         La señora Berta Soler, vestida de blanco y sus labios pintados de rojo, expresó que estar en Miami es como estar en Cuba, cosa que no lo creo y la señora Berta –al igual que Bayly- debería de preguntárselo –por lo menos- a los cuatro de los cinco héroes que se encuentran pagando condenas terribles en cárceles estadounidenses por denunciar, ante el propio Gobierno de Estados Unidos, planes de terrorismo contra instituciones y personas del propio Estados Unidos.

         La señora Berta Soler dijo también que en Miami ha comido langosta y camarón y mucho le ha gustado aclarando que en Cuba eso no se come. Lo que no dijo la señora Berta es que con la venta –en el mercado internacional- de la pesca de langostas en Cuba, el Gobierno lo invierte en leche en polvo, lo transforma en leche líquida y por eso todos los niños y todas las niñas en la isla tienen asegurado su vaso de leche completamente gratis. Que terrible, espantoso y antihumano sería que unos padres coman langosta y camarones mientras sus bebés no tenga acceso a la leche. Seguramente, para la señora Berta y para el señor Bayly, eso no tenga importancia alguna. Bueno, cada cabeza es un mundo donde se reparte la riqueza como lo crea la conciencia metida en la cabeza.

         Lo cierto, lo que me sorprendió y hasta me dio escalofrío escucharlo de boca de una mujer que dice defender los derechos humanos, es que en un momento de la entrevista la señora Berta explicó a Bayly el por qué no fue comunista. Esta, en síntesis, es la historia oscura de esa realidad: cuando ella era joven, sus hermanos le decían lo siguiente: nunca te metas a perra comunista. Y gracias a ese consejo, pues, la señora Berta Soler, la líder de las damas de blanco, no es una “perra” comunista. Lo que no le dijo la señora Berta al anticomunista Bayly es que en Cuba hay miles de miles de “perras” comunistas que superan con creces a las poquísimas damas de blanco, es decir, a mujeres que sí son humanas y no animales.

         Pienso, por lo que escuché, que ni el periodista Bayly ni la señora Berta tienen conocimiento de la historia universal, de cómo se han producido o desarrollado los acontecimientos en la lucha de clases, cuál ha sido el papel de la mujer en las luchas por su liberación, cuánto sacrificio han tenido que pagar esas mujeres atrevidas que han desafiado todos los obstáculos sociales para que los hombres y el modo de producción –por ejemplo capitalista- les tome en consideración y respete algunos de sus derechos humanos. Deberían de pensar un poquito nada más si un régimen bonapartista o nazista permite que mujeres, especialmente de raza negra, se organicen y manifiesten y protesten exigiendo respeto a sus derechos humanos como lo hacen en Cuba.

         En una o dos oportunidades he escrito sobre las damas de blanco en Cuba. No he utilizado ni una sola palabra, ni un solo término, ni un solo concepto ni juicio, para descalificarlas, para ofenderlas, para burlarme de ellas, para maltratarlas no sólo porque son mujeres sino porque, así lo creía hasta que escuché la concepción que tiene la señora Berta de las mujeres que profesan el comunismo, me parecía que estaban en su derecho de luchar, de expresarse por el ideal que abrazaron y respetarle su derecho a no congeniar con el socialismo ni con el Gobierno de los camaradas Castro, que es el Gobierno de la aplastante mayoría del pueblo cubano. Ahora, lo confieso y sin ofender a la señora Berta ni a las demás denominadas “damas de blanco”, me he decepcionado de esa forma de pensar y de tener esa consigna tan terrible y asquerosa de que la mujer comunista es una “perra”. Bueno, si oponerse la mujer al capitalismo salvaje y luchar por el socialismo es una condición sine quo non para ser perra, en este mundo existen millones de millones de perras pero también de perros donde, lógicamente, me ubico.

         Seguro que ni la señora Berta ni el periodista Bayly se han  percatado, a lo mejor no invierten su tiempo en eso, que las mujeres que en este mundo de capitalismo salvaje luchan por el comunismo podrían ser comparadas con aquellas mujeres que en el esclavismo lucharon por el feudalismo y con las que en el feudalismo lucharon por el capitalismo. Claro, tal vez, la diferencia esencial es que la comunista lucha por un mundo donde no existan clases sociales ni explotación de clase ni del ser humano por el ser humano; es decir, por la completa emancipación del hombre y de la mujer de todo rasgo o vestigio de esclavitud social.

         Está bien que un torturador le diga a su víctima, la torturada como sucedió –por ejemplo-  con la camarada Rosa Luxemburgo, “perra” o “hija de perra”, pero que una persona que dice luchar por los derechos humanos considere a una mujer que profese el comunismo como “perra”, ya es inaceptable. Si un camarada hubiese dicho, por ejemplo, en presencia de Marx o de Engels, de Lenin o de Trotsky, incluso del Che o de Fidel: las mujeres que no son comunistas son unas “perras”, seguro, hubiesen obtenido un reproche contundente de los camaradas citados.

         Cómo sería, por ejemplo, en Vietnam que alguien juzgara a las famosas comunistas que con sus cuerpos tapaban las bocas de los cañones para que los invasores estadounidenses no dispararan  contra los vietnamitas, tildarlas de “perras”. Señora Berta Soler: tiene usted la palabra.



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Freddy Yépez


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