Una de las etapas por las cuales transita nuestro país en el marco de la Revolución Bolivariana, es la que ha sido calificada actualmente por el alto gobierno y en especial por nuestro Presidente Nicolás Maduro, como una “Guerra Económica”.
La estrategia, que no es nada nuevo, ya no la advertía nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez Frías como el resultado desesperado de un guión, el cual hoy trata de aplicar la oposición venezolana, inspirado en experiencias del pasado. Un ejemplolo representan, las aplicadas por el imperio norteamericano en Chile y que se expresaron en paros de transporte y en el acaparamiento de alimentos, comouna nefasta acción,la cual culminó con el derrocamiento del Presidente Salvador Allende en noviembre de 1973.
Un ensayo de guerra económica, unido desde luego a un fallido intento de golpe de Estado, también fue aplicado en Venezuela cuando el paro petrolero, motorizado por la “gente del petróleo”, expresión de la más rancia meritocracia,la cual dirigía a Petróleos de Venezuela, entre los años 2002 y 2003 y que venció estoicamente el pueblo venezolano.
Hoy de nuevo, de manera insistente, los enemigos de la Revolución se enfrascan en un nuevo intento por seguir buscándole las patas al gato. La oposición, hoy liderada por una casta fascista y amarilla quienes disociados y manejados a control remoto desde Miami, trata de tomar el poder en nuestro país a trocha y mocha.
Recientemente, un articulista cuestionaba el concepto de “guerra económica” y negaba el término al decir: “eso no es lo que estamos viviendo en Venezuela. Si aquí existiera una “guerra económica”, ¿dónde están los adversarios de los industriales? Los empresarios o industriales, tienen el toro agarrado por los cachos. Hacen y deshacen cuanto quieren”.
En verdad, pudiese haber algo cierto en la anterior afirmación. No obstante, el gobierno revolucionario liderado por Nicolás Maduro ha hecho grandes esfuerzos y ha dado pasos, para establecer confianza y las reglas del juego, con grandes empresarios del país (reunión Maduro-Mendoza); quienes en verdad no han dejado de esconder sus auténticas intenciones capitalistas y su afán desenfrenado por amasar fortuna, a consta de especular con las necesidades del pueblo venezolano.
Toda está nefasta realidad se ha incrementado en los últimos meses y la observamos a diario, en los abastos y supermercados de pueblos y ciudades de todo el país. A esto se suma, una red inescrupulosa de acaparadores, usureros y especuladores, quienes juegan con productos de primera necesidad, utensilios y productos de aseo personal, como la harina, el aceite, el café, el papel toilette y otros renglones, los cuales han desaparecido de los anaqueles y del mercado para ser vendidos a precios de especulación.
Cabe exigir al Gobierno con la participación del pueblo organizado, declare una guerra frontal contra este fenómeno el cualencierra una estrategia golpista; en guerra avisada no muere soldado...
Aquí cobra interés y es importante sumar como aliados a los asiáticos, quienes manejan en Venezuela una red de distribución de abastos y supermercados, en todos los pueblos del país, aún en los más apartados de la geografía nacional. Los chinos deben sumarse a contribuir con la fluidez de los productos y deben evitar la tentación de caer también, como tontos útiles, en la cadena de la “guerra económica” de la oposición amarilla y burguesa.
Esta debe ser una alianza estratégica dirigida desde el Órgano Superior de la Economía; así como la alcanzada al más alto nivel, entre los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela, liderada por el Presidente Nicolás Maduro y el de la República Popular China dirigida por el Presidente Xi Jinping.
“La lucha es larga y hay que aligerar la carga”. Alí Primera
