Ello ocurre en Chile donde muchos dirigentes y parlamentarios ‘socialistas’ cambiaron de piel y de bandera, reconvirtiéndose a la fe del neoliberalismo salvaje traicionando al pueblo y a su propia historia política.
Arturo Alejandro Muñoz
AL VERDADERO IZQUIERDISTA lo reconocerán por su solidaridad internacional. Con esa frase definía Clodomiro Almeyda a los auténticos simpatizantes de la izquierda chilena cuando el demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva dirigía el país. ¡Cuánta razón tenía don Cloro!, pero en ese entonces éramos aun muy jóvenes e inexpertos para certificar la certeza de aquel aserto.
Hoy, cuarenta y cinco años después , y gracias a las enseñanzas del maestro Almeyda, me tardo tan sólo un par de minutos para descubrir a los falsos compañeros y descorrer el velo de falacia, esnobismo y pretensión que recubre la piel de muchos cipayos políticos, cuyo objetivo es simular ser lo que no se es, con un propósito economicista bien definido: defender con dientes y muelas el statu quo mediante la tan chilena simulación revolucionaria que, en definitiva, no lleva ni va ni llega a parte alguna. Sin pretender abrir una discusión al respecto -ya que no es el ánimo de este artículo polemizar sobre el punto-, pero con la certeza de estar en lo correcto, lo mencionado en las líneas anteriores define perfectamente a la socialdemocracia.
En América latina existen importantes gobiernos progresistas que merecen contar con el apoyo de la totalidad de los izquierdistas de este continente, pero tan digno deseo fracasa acá en el austro, ya que en Chile su población se encuentra subsumida bajo toneladas de informaciones falaces propiciadas y difundidas por una prensa que es esclava de sus estulticias y yanacona de los propietarios del capital. Esa prensa está alimentada además con las acciones que parlamentarios y dirigentes políticos realizan a diario, siempre procurando ensuciar la imagen de gobernantes realmente de izquierda, quienes constituyen no sólo un referente de fuste sino, principalmente, una muralla de contención para detener el avance de un imperio ambicioso, invasor y genocida, como sin duda ninguna es Estados Unidos de Norteamérica.
Muy pocos parlamentarios supuestamente de izquierda (entiéndase como tales a los concertacionistas) son conscientes de la relevancia que tiene en este momento la revolución bolivariana de Venezuela, o el accionar socializante y humanitario de líderes como Rafael Correa, y Evo Morales. Esos parlamentarios, en los fríos hechos, actúan como representantes de la más conservadora derecha. No reparan que sus desinformados dichos sobre los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia son burdas falaciasespecialmente respecto de Nicolás Maduro y Venezuela, pues observan en esa nación un ejemplo peligroso para el conservacionismo dirigencial que tantos buenos réditos económicos otorga a los socios del duopolio binominal.
¿Cuántas personas de ese mismo duopolio han viajado a Caracas cada vez que en la nación de Bolívar y Bello se ha producido una elección democrática? Democristianos, pepedeístas y socialdemócratas no han dudado un instante en acompañar a ex golpistas y sediciosos de RN y la UDI para asistir como observadores a uno de aquellos procesos vividos con enorme transparencia por el pueblo venezolano. Tengo excelente memoria (y mejores apuntes), por lo cual puedo asegurar sin temor a equivocarme que dirigentes de esas tiendas partidistas lenguajearon verdaderas barbaridades respecto de la confianza o desconfianza que importaba todo proceso político-electoral en Venezuela. Dejaron el aeropuerto de Pudahuel, rumbo a Caracas (sin que nadie los hubiese invitado en calidad de observadores) luego de lanzar una retahíla de supuestos, mentiras y aprensiones que publicitadas hasta el hartazgo por la prensa canalla en manos de la derecha- sembraron la duda en las mentes de millones de chilenos.
¿Y qué dijeron al regresar de Venezuela, una vez concluido el proceso electoral? ¡¡Nada!! Silencio absoluto. La transparencia de los comicios, la modernidad tecnológica utilizada en ellos, fueron elementos suficientes para callarles la boca y retornarlos a Chile cabeza gacha y labios sellados. ¡¡Cobardes, mentirosos, traidores!! ¿Y se dicen izquierdistas (peor aún, socialistas) algunos de ellos, como Marcelo Díaz y FulvioRossi? Un par de tipos desinformados que voluntariamente ofician como yanaconas del capital transnacional.
http://old.kaosenlared.net/noticia/los-nuevos-socialistas
El volumen de mentiras, datos falsos y supuestos sin fundamento que estos dos socialistas emitieron con voces engoladas, representa ad infinitum el verdadero espíritu concertacionista, mismo que ya se había desnudado sin complejos ante el pinochetismo activo a las pocas horas después del triunfo popular del NO en el plebiscito de 1988 que terminó con la dictadura militar pero dejando intacto el neoliberalismo salvaje impuesto por los Chicago boys, sistema que como bien sabemos continúa impertérrito hasta hoygracias a los esfuerzos nunca bien ponderados de muchos falsos progresistas de la Concertación, o Nueva Mayoría, como la han rebautizado luego del cambio de pañales.
Es dable dudar de lo que estos socialistas y cristianos progresistas han realizado en el Poder Legislativo, ya que si no tuvieron empacho alguno en mentir descaradamente respecto de lo que sucede en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia (aprovechando el envión y aporte de la prensa derechista, en especial la televisión), no importa gran análisis entender también cuánto han engañado y traicionado en estos 20 años con asuntos de relevancia gravitante, como por ejemplo legislar a favor de la entrega casi una dación- de los recursos naturales y estratégicos de nuestro país.
Toda la razón asistía a mi querido profesor Clodomiro Almeyda; ¡¡por su solidaridad internacional los conoceréis!! Definitivamente, estos socialistas y socialdemócratas de la Concertación son tan neoliberales y fascistas como sus patrones. De ello no tengo duda alguna. Por eso cada vez es más necesaria y prioritaria una Asamblea Constituyente que se transforme, en poco tiempo, en Asamblea Nacional. El pueblo lo demanda.