Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
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La segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC el pasado 28 y 29 de enero provocó un enorme interés, primero y principal porque esta organización de países del Hemisferio Occidental no incluye a Estados Unidos ni a Canadá. La Comunidad fue organizada luego de múltiples intentos por parte de países de la región por democratizar la Organización de Estados Americanos, OEA la cual está bajo el estricto control de Estados Unidos y más de una vez ha sido utilizada para propósitos represivos contra regímenes indeseables para Washington.
Los intentos de los gobiernos de Bush y de Obama de utilizar la OEA para “liquidar al régimen de Castro” “neutralizar” a Hugo Chávez, etc. comprometieron a la otrora confiable herramienta del Imperio.
Fue Chávez, quien en los últimos años de su vida trabajó para reformar las organizaciones regionales y para crear contrapesos a Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. Para cumplir con esta compleja tarea, Chávez contó con la colaboración del presidente argentino, Néstor Kirchner, del brasileño, Inacio Lula da Silva, del presidente de Ecuador, Rafael Correa, del presidente de Bolivia, Evo Morales y de otros estadistas de América Latina. El primer foro de la CELAC en el cual participaron 33 países se llevó a efecto en Caracas el mes de diciembre del 2011 y Chávez, durante su discurso de apertura, claramente señaló que esta alianza política estaba siendo creada con el objeto de “convertirse en el más influyente centro de poder en el Siglo XXI. Chávez fue apoyado por muchos presidentes. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, fue el más enfático señalando que la existencia de la CELAC equivale a la “sentencia de muerte de la Doctrina Monroe.”
El Departamento de Estado también fijó su posición respecto de la CELAC en el 2011 señalando que “continuaría trabajando a través de la OEA como la organización multilateral preeminente hablándole al hemisferio.” Washington está tratando de impedir la formación de centros de poder competidores en la región. Estados Unidos está empleando todos los medios a su alcance enfocándose en la probada estrategia de “dividir para reinar”. Existe una quinta columna de presidentes conservadores que están al servicio de las oligarquías y los monopolios y con sus propios intereses personales en mente marchan detrás de Washington. Cada vez que se necesite, estos aliados de Estados Unidos pueden ser utilizados para bloquear cualquier decisión de la CELAC dado el principio de unanimidad insertado en la documentación fundacional.
Raúl Castro, presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de Cuba fue el presidente de la CELAC durante el 2013. Al tomar las riendas de su antecesor, el chileno Sebastián Piñera, Castro señaló que él trabajará por el bien de la paz, la justicia, el desarrollo y la mutua comprensión entre todos los pueblos del continente latinoamericano. “Actuaremos en pleno acuerdo con las normas del derecho internacional, la Carta de Naciones Unidas y los principios básicos de las relaciones interestatales”, declaró Castro. Los cubanos han trabajado de manera fructífera en la preparación de alrededor de 30 documentos para la Cumbre de La Habana.
De gran significación para el fortalecimiento de la autoridad de la CELAC es una declaración que sostiene que América Latina y la Cuenca del Caribe permanezcan como zona libre de armamentos nucleares. Este documento fue adoptado adicionalmente al Tratado de Tlatelolco de 1967 que prohíbe el armamento nuclear en la región. Esto se debe a que el tratado ha sido sistemáticamente violado por Estados Unidos e Inglaterra, cuyos submarinos atómicos se estacionan en la costa del continente totalmente armados.
También es preocupante que cabezales nucleares estén siendo almacenados en la base militar inglesa de Mount Pleasant en las Islas Malvinas en connivencia con el Pentágono. Las alrededor de 70 bases militares de Estados Unidos ubicadas en la región, también constituyen una amenaza contra la paz. Algunas de ellas están operativas a plena capacidad, por ejemplo, en Colombia y Honduras, mientras que otras están inactivas para ser utilizadas en un futuro. La base de Guantánamo en Cuba hace tiempo que se convirtió en un símbolo de la fascistización de Estados Unidos. Los prisioneros allí confinados sin el debido proceso, son sometidos a torturas físicas y psicológicas. Muchos le han exigido al gobierno de Obama detener esta práctica inhumana, pero como de costumbre, no ha habido respuesta.
Durante la cumbre se confirmó que las controversias y conflictos existentes entre países miembros de la CELAC serían resueltos a través de negociaciones con el fin de descartar permanentemente el uso de la fuerza en regiones donde existen viejas disputas territoriales. Hubo también discusiones, cosa tradicional en las convenciones latinoamericanas, de temas tales como la lucha contra el hambre, la pobreza, la desigualdad social y el narcotráfico. En este ámbito ha habido cambios positivos sobre todo en los países del ALBA, Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América.
La solidaridad con Cuba y la condena al bloqueo económico norteamericano en su contra es otro tema constante en los foros latinoamericanos. Esta posición fundamental también fue sentada en la documentación de la cumbre. En varios discursos se condenó el espionaje masivo norteamericano, especialmente el realizado por la Agencia Nacional de Seguridad, NSA. La vigilancia se estaba y está llevando a cabo en todos los países de la región sin excepción. Incluso hasta supuestos aliados confiables como Colombia, México, Guatemala y Costa Rica se encuentran bajo la lupa de los servicios de inteligencia norteamericanos.
Se habló de la necesidad de crear un sistema electrónico de comunicaciones que esté bien protegido contra intrusiones foráneas y una Internet latinoamericana, esto particularmente por el Presidente de Ecuador, Rafael Correa.
Del mismo modo, se aprobó la creación de un Foro China – CELAC.
El tema de China durante la cumbre demuestra el enorme éxito de la penetración económico-financiera de China en la región. La escala del trabajo realizado por Beiyín para socavar el dominio norteamericano en el Hemisferio Occidental es asombrosa. Prácticamente todos los países del continente, desde Belice hasta Uruguay, desde México a Chile, han abierto de par en par sus puertas al capital chino. Cada vez se escucha con mayor frecuencia la opinión que Estados Unidos es un coloso con pies de barro. De manera que la apuesta tanto de gobiernos de “derecha” como de “izquierda” está plenamente justificada. Los latinoamericanos están hábilmente haciendo uso de la confrontación geopolítica entre las viejas y decrépitas potencias y las nuevas superpotencias para sus propios intereses.
La discusión durante la cumbre sobre la posibilidad de otorgar a Puerto Rico la condición de miembro pleno de la CELAC también tiene implicaciones negativas para Estados Unidos. Prácticamente se trata de una declaración sobre la necesidad de otorgar a Puerto Rico su independencia. Su status semi colonial como “estado libremente asociado” es un remanente del pasado. Las fuerzas patriotas de Puerto Rico han estado resistiendo los dictados imperiales durante décadas. El apoyo de la CELAC les brinda nuevas oportunidades para denunciar las manipulaciones en la guerra propagandística que trata de demostrar que los ciudadanos de Puerto Rico masivamente están a favor que su país sea un nuevo estado norteamericano.
El gobierno de Obama organizó una contra cumbre en Miami utilizando activistas de ultra derecha con el objeto de distraer la atención de lo que estaba sucediendo en La Habana. Los iniciadores del evento fueron el Instituto Republicano Internacional, IRI y el Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina, CADAL, organizaciones creadas por la CIA para llevar a cabo operaciones subversivas. En este caso en particular, personas que desde hace mucho tiempo se dieron a conocer como terroristas y agentes pagados por los servicios de inteligencia norteamericanos, están haciendo el trabajo sucio para el Imperio atacando a Cuba y a los gobiernos populistas de América Latina. Entre ellos figura Carlos Alberto Montaner, quien se autodenomina “publicista”. Su carrera como terrorista se inició durante los primeros años de la revolución cubana. Muchas personas en cines y centros comerciales murieron víctimas de sus atentados. Ramón Saúl Sánchez, es otro idéntico. Ex miembro del grupo terrorista Omega 7 que organizó el atentado contra el Consulado de Cuba en Montreal y lanzó explosivos al vehículo del embajador cubano ante la ONU. Julio Rodríguez Salas, ex militar venezolano y agente del servicio norteamericano de inteligencia militar, puede también alardear de tales “hazañas”. Participó en la conspiración para derrocar a Chávez en abril del 2002.
Durante el foro en Miami, discutieron la estrategia para “promover la democracia en el continente”. Entre los oradores hubo representantes de algunas organizaciones no gubernamentales, ONG latinoamericanas que responden a la CIA. Sus intervenciones sobre “el derecho a la insurrección” se destacaron. El argumento principal sobre este tema es el siguiente: si un país tiene un gobierno déspota el pueblo tiene el derecho a derribarlo. Los oradores de manera enfática mencionaron a gobiernos “indeseables” para Estados Unidos tales como el de Cuba, Venezuela, Bolivia, etc.
Sin embargo, este y otros intentos de Washington para crear conflictos entre los participantes a la cumbre no encontraron apoyo entre los países de la región.
Tampoco Washington fue capaz de movilizar a los pequeños grupos de disidentes que la estación de la CIA actuando bajo la cobertura de la Oficina de Intereses de Estados Unidos ha sido capaz de rastrojear para realizar cualquier ruidosa “protesta.”
El Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, lo dijo muy claro cuando declaró que el regreso de su país a América Latina fue completo y que en cuanto a la estrategia de Washington de aislar a Cuba en el Hemisferio Occidental ahora en cambio es la política norteamericana la que está aislada. “Si Estados Unidos desea establecer relaciones confiables y democráticas con América Latina y el Caribe, deberá cambiar su política en la región.” Para lograrlo, Estados Unidos “deberá apoyar relaciones normales con ellos sobre la base del respeto a su soberanía fundamentada en la igualdad.” América Latina debe ser vista por Washington como un socia igualitario y no como un patio trasero de Estados Unidos.
La segunda cumbre de la CELAC fue capaz de lograr la consolidación de las posiciones de los países miembros sobre muchos problemas. La meta estratégica es la integración de los estados latinoamericanos. La CELAC ha surgido en el escenario internacional como “el único representante autorizado de los países de América Latina y el Caribe. Estados Unidos tendrá que gradualmente superar su complejo de superioridad en el Hemisferio Occidental, de otra manera, los latinoamericanos algún día harán del territorio al norte del Río Grande su “patio trasero.”
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