Pese a las constantes alabanzas que realizan los miembros del gobierno del Partido Popular a favor de las medidas de austeridad que han permitido según ellos, salvar la economía del país, los datos y hechos indican todo lo contrario.
Hablar de los problemas que a diario enfrentan los ciudadanos españoles envueltos en una vorágine de leyes neoliberales es, como dice el refrán, llover sobre lo mojado.
Desde que en 2008 se inició la profunda crisis en las economías capitalistas desarrolladas, el gobierno español impuso al pueblo extremas medidas de austeridad (bajo presión de la llamada Troika) que deprecian la producción real, impulsan el desempleo, disminuyen el poder adquisitivo y el consumo interno de la población, y por ende se diluyen las probabilidades de saldar las deudas contraídas.
Como era de esperar, la mayoría de la población se ha cansado de escuchar las constantes promesas de mejoría económica realizadas a lo largo de estos años por el ejecutivo gubernamental y pese a la fuerte represión policial salieron a las calles para exigir los derechos conculcados.
A partir del reciente 22 de marzo se reiniciaron las protestas que han tenido lugar en los últimos años. Ese día, la denominada gran Marcha de la Dignidad agrupó a cerca de 2 000 000 millones de personas que atravesaron toda España para reunirse en Madrid y exigir el fin de la desigualdad económica y social.
La represión policial no se hizo esperar y más de un centenar de personas resultaron heridas y decenas detenidas. Dos días más tarde, el lunes 24 de marzo, tuvieron lugar otras dos grandes marchas por diferentes avenidas madrileñas denominadas Rodea la Capital y No pagamos vuestra crisis
Los manifestantes se dirigieron hacia las sedes ministeriales de Economía, Hacienda y Administraciones Públicas, Empleo y Seguridad Social, Sanidad, Política Social y el Banco de España donde reclamaron sus derechos y exigían "pan, techo y trabajo". No existe un solo día en que los españoles se despierten con malas noticias por los que muchos han adoptado dos vertientes: la primera, unirse a las protestas y la segunda, abandonar masivamente el país en busca de mejores condiciones de vida.
Lejos de los cantos de sirena de la hipotética mejoría económica propagandizada por el gobernante Partido Popular, los datos oficiales demuestran lo contrario en una nación que exhibe un Producto Interno Bruto de 1 400 billones de dólares y se ubica en el puesto 13 de la economía mundial. Según varias instituciones, los precios de las viviendas han caído 25 % desde 2008; el desempleo afecta al 25,6 % de la población; el sector bancario esta altamente endeudado y casi todas las entidades han solicitado abultados rescates; uno de cada cuatro españoles se encuentra en riesgo de pobreza o de exclusión social.
Entre los jóvenes menores de 25 años las condiciones se agudizan pues el 52,2 % no halla trabajo para tratar de resolver sus necesidades.
España esta aún más endeudada tras recibir varios millonarios empréstitos con los que el gobierno neoliberal ha tratado de salvar a los bancos pero no a los ciudadanos.
Como es conocido, los multimillonarios rescates se destinan a los bancos para que estos paguen las deudas que el Estado ha adquirido con otros entes financieros en países como Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, lo cual provoca un mayor endeudamiento al adicionarse los nuevos altos impuestos.
Por su parte, la troika integrada por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europea (BCE) obligan a que se tomen numerosas medidas de austeridad en el sector público y que se privaticen las empresas y servicios estatales.
Uno de los sectores que más ha sufrido los embates de la crisis es el de la construcción que antes daba empleo a miles de españoles.
Antes de 2008 se desarrolló en toda España una enorme espiral constructiva y hoy existan cerca 3 400 000 viviendas vacías porque las personas no tienen dinero para alquilarlas, mientras los bancos se han adueñado de miles de inmuebles a los que le bajan los precios para tratar de darles salida.
En ese limbo aparece en las afueras del gran Madrid, el Secarral de Seseña, lugar que pretendía convertirse en la mayor urbanización de España y que con más de 5 000 casas construidas pero casi todas deshabitadas, parece una ciudadela fantasma.
Otro megaproyecto que fracasó totalmente fue el primer aeropuerto internacional privado de España, en Ciudad Real que a un costo de 1 000 millones de euros sería satélite de la terminal aérea de Barajas, pero no era necesario. Desde hace dos años, por incosteable, cerró sus efímeros servicios, solo sirve para colocar anuncios publicitarios o para la filmación de alguna película. Recientemente, el Premio Nobel de Economía 2001, el estadounidense Joseph Stiglitz advirtió que la economía española se encontraba en una depresión peor que la crisis de 1929 en Estados Unidos. El destacado economista criticó la respuesta que ha dado la Unión Europea a la grave crisis al imponer medidas de austeridad que han aumentado abruptamente el desempleo y la desigualdad entre la población.
Ante estas desagradables realidades, es de esperar que las manifestaciones populares continúen incrementándose a lo largo y ancho del territorio español.