Un amigo periodista venezolano vino a Moscú a cubrir las medidas de represalia que Rusia puso en práctica en respuesta a las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos. Él señaló que “Putin es el político más popular en América Latina.” “El Presidente ruso disfruta de una gran simpatía entre los pueblos latinoamericanos, a pesar que los emisores de propaganda respaldados por Estados Unidos trabajan duro para revertir esta tendencia.” Le pregunté qué era lo que hacía que su tasa de aceptación fuera tan alta. Me contestó que “había muchas razones. Putin aboga por un mundo multipolar, por el diálogo pacífico para zanjar disputas y valerse por si mismo si llega el momento. Asimila golpes y elude las provocaciones. Apreciamos su política que apunta al retorno de Rusia a América Latina y su contribución para aumentar el desarrollo de la cooperación política, económica, comercial y humanitaria. Recordamos cuando en los años 90 Washington presionó para que Rusia se retirara por completo de América Latina. En ese entonces, los líderes rusos creyeron en los norteamericanos en el sentido de establecer relaciones igualitarias. Muchas veces dijeron que Rusia podía hacerlo sin amigos ni aliados en el tercer mundo aplicando el pragmatismo. Yo creo que esa era una política totalmente errada: era algo así como traicionar a los socios. Putin infunde esperanzas en el futuro. Su política es una alternativa positiva que apunta al fortalecimiento de la economía, el comercio, la cooperación financiera y militar. Venezuela es un ejemplo de todo eso.”
Tal como el colega venezolano me lo dijo, esta es una opinión ampliamente extendida en países con diferentes sistemas políticos. Periodistas, políticos y hombres de negocios sostienen que el Presidente Putin habla en serio y no emplea patrones dobles. Putin no trata de poner a sus socios latinoamericanos contra Estados Unidos a pesar que él sabe perfectamente que los servicios especiales de Estados Unidos y el Departamento de Estado hacen todo lo posible para socavar la influencia de Rusia en la región. Al referirse a políticos norteamericanos y europeos en conferencias de prensa, Putin emplea el término “socios” sin fruncir el ceño. En América Latina existe una creciente desconfianza hacia Washington. Este sentimiento tiene sus razones. Estados Unidos está muy tentado de emplear la fuerza para mantener el “orden” en la región. Legisladores norteamericanos levantan sus voces exigiendo el uso de la fuerza. Planes secretos para el derrocamiento de “regímenes hostiles” son apoyados por la infraestructura militar, planes que se enfocan desde México hasta Paraguay y el Caribe.
El gobierno de Obama emplea el terrorismo y el narcotráfico para movilizar a los latinoamericanos. Los esquemas habilidosamente urdidos que Estados Unidos utiliza en muchos casos, son a menudo denunciados por ex agentes de la CIA, de la DEA o de la NSA. En realidad, Estados Unidos trata de obtener evidencias difamantes contra políticos populares de América Latina y el Caribe, de todos ellos sin excepciones. El escándalo relacionado con la intervención de los teléfonos de Angela Merkel por parte de la Agencia Nacional de Seguridad, NSA y la detección de infiltrados en diferentes niveles del servicio de inteligencia alemán, demuestra que no existe ningún límite para los servicios especiales de Estados Unidos que operan en lo que ellos denominan su patio trasero –América Latina.
Los jefes de estado de los países del ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas, que incluye a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia) han declarado muchas veces que ellos consideran ese espionaje como una amenaza a sus países y a sus dirigentes. Evidencias documentales se han publicado en el sentido que los líderes de Brasil, Argentina y Chile tienen que operar bajo la estrecha vigilancia de Estados Unidos. No hay excepciones, Estados Unidos espía a los presidentes de México, Colombia y Guatemala que si están bajo la batuta de Washington.
Los métodos empleados y el comportamiento de los emisarios norteamericanos despiertan solo repugnancia en América Latina. En parte, a esto se debe “el culto a la personalidad de Putin” que se manifiesta de manera espontánea debido a las comparaciones que se han hecho entre el Presidente de Rusia y los norteamericanos. Putin se destaca por su actitud amistosa, él es fácil de tratar al margen de con quien esté conversando ya sean políticos, empresarios o personas reconocidas del mundo del arte y de la cultura. Putin es carismático, abierto y asequible y además tiene sentido del humor.
Sus vínculos personales con líderes de América Latina juegan un papel importante. La reciente gira de Putin por países de América Latina fue noticiosa y ampliamente destacada ya que visitó Cuba, Nicaragua, Argentina y Bolivia. Los acuerdos firmados durante su periplo demuestran la disposición de Rusia para desarrollar convenios en todas las esferas, desde energéticos hasta agrícolas.
Últimamente los comestibles se han tornado un problema agudo. La Unión Europea y Estados Unidos se oponen a la política independiente de Rusia hacia Ucrania. Rusia ha tomado medidas en represalia frente a las sanciones impuestas unilateralmente por Occidente, estas incluyen la prohibición por un año de importar alimentos desde los países que se unieron a las sanciones. Esta decisión abre nuevas oportunidades para los productores agrícolas rusos y para nuevos importadores. América Latina es una alternativa. Sin duda alguna que los socios latinoamericanos están dispuestos a cooperar.
Países como Brasil, Argentina, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay pronto iniciarán exportaciones de todo tipo de carnes, pescados y otros productos del mar como también frutas y leche. Las oficinas comerciales de países latinoamericanos han intensificado sus actividades para aprovechar las escasas oportunidades que hay para superar a los competidores europeos. Los productores europeos están preocupados, la imprudente decisión de unirse a las sanciones iniciadas por Estados Unidos los ha llevado a perder el mercado ruso. Fácil es irse pero será difícil regresar. Las empresas norteamericanas que vendían carne congelada, principalmente carne de pollo han resultado perjudicadas. Estas firmas exportaban el 10 por ciento de su producción a Rusia.
Los agricultores brasileños están felices. Rusia ha sido el principal importador de su carne de res, carne de puerco y pollo. Luego de la autorización del Rostekhnadzor (Servicio Federal de Veterinaria y Supervisión Fitosanitaria) por lo menos 90 productores de carne de res brasileños obtuvieron acceso al mercado de Rusia y de la Unión Aduanera. Durante el año 2013 las exportaciones brasileñas a Rusia alcanzaron la suma de 2,7 mil millones de dólares. Los expertos no dudan que habrá un gran incremento durante el lapso 2014-2015. Rusia es un enorme mercado abierto para los latinoamericanos que tienen experiencia propia en esto de las sanciones impuestas por Occidente y Estados Unidos. Al apoyar a Rusia tendrán una oportunidad para desquitarse.
Strategic Culture Foundation Traducción Sergio R. Anacona
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