Luego de que el 11 de agosto de 2014, el gobierno del Presidente Nicolás Maduro tomara la decisión de cerrar el paso fronterizo de San Antonio y Ureña hacia Cúcuta, desde las 10 de la noche hasta las 5 de la madrugada, con el objetivo de frenar la fuga vertiginosa de productos, no se han hecho esperar las críticas, opiniones, reflexiones y algunos resultados de esta coyuntura.
Históricamente ambos países poco interés han demostrado por el desarrollo diario de los ciudadanos que viven a ambos lados de la frontera del Norte de Santander y el estado Táchira; localmente instituciones públicas y privadas, entre ellas, gremios, universidades, gobernadores, alcaldes y parlamentarios, han hecho esfuerzos y ejercicios académicos por sacar adelante esta incómoda situación que se vino agravando con el pasar de los años, hasta llegar hoy a los acontecimientos que todos están observando.
Mientras Venezuela tuvo un bolívar fuerte frente al peso colombiano, la economía de fronteras se mantuvo viviendo de esa dinámica comercial que le imprimía la economía venezolana, la frontera era prospera y codiciada por mas de uno, de diferentes departamentos de Colombia venían ciudadanos a Cúcuta a buscar el dorado, hicieron vida y echaron raíces con sus familias.
Pero esa situación comenzó a resquebrajarse a partir del viernes Negro (18 de Febrero de 1983) cuando al final de la tarde de ese dia, retumbó en Venezuela y el mundo, el anuncio del gobierno del Presidente Luis Herrera Campins y del Presidente del Banco Central de Venezuela Leopoldo Diaz Bruzual “El Búfalo” de la devaluación del bolívar y el establecimiento del control de cambio; desde ese dia pudiera decirse que Venezuela cambió para siempre.
En estos días la frontera ha estado muy alebrestada y los sentimientos de los ciudadanos se han venido recalentando a ambos lados, debido a los controles por parte del gobierno venezolano, ha habido quema de vehículos, cierre del paso por el puente internacional y mucha inconformidad, porque se está aplicando medidas restrictivas al paso de bienes de Venezuela a Colombia.
El único culpable de esta situación es el diferencial cambiario que hace sumamente atractivo y jugoso en ganancias, el llevar cualquier mercancía desde el estado Táchira hasta Cúcuta, con el agravante para Venezuela, que buena parte de la mercancía que se llevan por no decir que toda, es subsidiada e importada.
Si Venezuela tuviera activado el aparato productivo en condiciones normales de mercado, estaría en este momento vendiendo a la zona de frontera de Colombia y mucho más allá, una significativa millonada de dólares, con un mercado legal que dejaría ganancias a ambos lados, generando empleo digno, sin especulación ni situaciones violentas como las que se están presentando y que estiman se puedan agudizar.
La Dirección Nacional de Planeación de Colombia acaba de publicar las cifras de su comportamiento económico para el mes de agosto en su país, y Cúcuta como capital del Departamento Norte de Santander ocupa el segundo lugar nacional de desempleo con el 14,6 por ciento, cifra por lo demás espeluznante, que pone de manifiesto el poco interés del gobierno de Bogotá por generar programas económicos que cambien esta situación; por el contrario pareciera que su política es dejar pasar, dejar hacer.
Esta situación jalona a los ciudadanos de frontera a buscar cualquier forma de vivir, teniendo del lado venezolano la solución a su sobrevivencia, están son las cosas que deben revisar ambos países, y buscarle soluciones modernas acordes con el siglo XXI que se esta viviendo, no regresar al pragmatismo de los años 50 y 60 del siglo pasado, eso solo sirve para que sigan los ciudadanos teniendo una frontera caliente.
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