Tal vez debería yo estar hablando o escribiendo de hallacas o de las navidades, pero no, la realidad lo obliga a uno a estar atento ante las circunstancias cambiantes que se presentan en estas horas finales del 2014, año por cierto difícil donde el imperio se volvió sanguinario y dañino para la raza humana. Por eso digo que el imperio norteamericano es peligroso y hay que mirarlo desde lejos, con mucho recelo para no caer nunca en sus garras que quitan la piel a los estados soberanos e incautos que se acercan a ellos y creen en su docilidad de manso cordero.
Pero más allá del bien y del mal, nunca debemos olvidar que el enemigo es el enemigo, por eso hay que seguir por la senda que nos dejó bien claro el Comandante Supremo Hugo Chávez, de clamar siempre por el mundo multipolar, donde se acabe ya la hegemonía norteamericana, que se cree dueño y señor del planeta, cuando en realidad es un estado terrorista, asesino y violador de los derechos humanos a escala global, que invade pueblos, bombardea ciudades, invade naciones y asesina niños en todo el planeta. El imperio norteamericano es el más peligroso del mundo, por ello tarde o temprano se debe crear una fuerza multinacional que los frene o lo desintegre para bien de la humanidad. Yo apuesto a que tarde o temprano surja una convocatoria mundial para desmembrar esa estructura dañina, así sea a sangre y fuego, pero hay que acabar con tanta hipocresía de ese imperio, que mata y destruye, para luego aparecer como el Dios de la libertad, cuando en realidad es el diablo hecho imperio.
Ellos hablan de democracia, cuando su propio sistema político es una entelequia. Hablan de derechos humanos y ellos mismos violan los derechos a escala mundial, sin ni siquiera respetar los derechos de sus propios ciudadanos. Allí esta Libia, Irak, Siria y tantos otros países, que son agredidos constantemente por ese imperio peligroso y dañino como lo es el imperio norteamericano. No nos caigamos a mentira, la naturaleza del imperio es esa, pisotear, desgarrarles el alma a los países, luego chaparle la sangre de los recursos naturales y finalmente clavarle la estocada final. Ya lo han hecho con muchos otros países, así que no caigamos en la trampa de este cambio de piel del imperio asesino. Si Cuba lo ha hecho, entonces roguemos por ese pueblo y digamos, parafraseando a Porfirio Díaz, pobrecito Cuba, tan lejos de Dios y tan cerca del imperio norteamericano.
Independientemente del acercamiento de los Estados Unidos hacia Cuba, de los acuerdos y del supuesto fin al bloqueo, digo yo desde este espacio que el enemigo es el enemigo y así lo debe entender el pueblo cubano y su gobierno. Hay que recordar que fue medio siglo de agresiones, de violaciones constantes, de intentos de invasión, de espionaje, de terrorismo por parte del imperio malvado. Ya era hora que se respetara la dignidad del pueblo cubano, de su gente, que son tan seres humanos como lo somos todos.
Bien entonces por ese pueblo valiente, que durante 50 años sufrió las arrecheras de un imperio que dejó miles de muertos a lo largo y ancho de la isla. No obstante, decimos desde este espacio que tras ese cambio del imperio hacia Cuba hay algo oculto, que no lo sabemos pero si vislumbramos que pudiera tratarse de algo macabro, así que nada de contemplaciones ni mirar suave, sino sostener la mirada firme, porque el imperio es el imperio y es de naturaleza asesina.