En Chile, la temporada de cosecha agrofrutícola sucede a la época del raleo en la que se “aliviana” a los árboles de la fruta desechable. Para las gentes que viven en sectores rurales, la temporada de raleo y cosecha representa nuevas esperanzas y mejorías después de haber soportado la cesantía habitual que se produce en los llamados “meses azules”, o “meses sin erre” (mayo, junio, julio y agosto).
Ningún árbol, arbusto, mata o vid, quedará libre de ser cosechado. Fruta que permanezca en las ramas será fruta perdida, un verdadero desperdicio que por ningún motivo puede ocurrir. Desde hace largas décadas, en el campo los espacios vacíos no existen… o bien, si existen no prosperan como tales, ya que rápidamente son ocupados de acuerdo a la necesidad imperante.
En política, sin embargo, los espacios vacíos representan el porcentaje mayor del universo ciudadano. En esa actividad, conocida como “el arte de lo posible”, las leyes de la madre naturaleza no tienen cabida, ya que grandes cantidades de ‘fruta’ electoral se pierden fatalmente en las ramas de la democracia.
Si las empresas dedicadas a recabar opinión pública no mienten ni distorsionan severamente los datos obtenidos, debemos concluir que más del 55% del electorado muestra desinterés en participar en elecciones de autoridades, y lo que es más delicado aun, ese porcentaje tiende a aumentar cuando se observa la bajísima –casi insignificante- participación ciudadana en tiendas partidistas que conforman actualmente los dos bloques o coaliciones principales, mismos que se han visto en la necesidad de farandulear mediante el cambio de “razón social” para –al menos- mantener el escuálido volumen de simpatizantes que gritan y banderean como si se tratara de una estruendosa mayoría nacional.
De acuerdo a la última encuesta ADIMARK (enero 2015), la oficialista Nueva Mayoría cuenta con una aprobación ciudadana que se empina tibiamente a un 35%, mientras que la desaprobación o rechazo supera el 54%. A su vez, la opositora Alianza por Chile (ya prácticamente inexistente con ese nombre) camina exánime por el borde del barranco, pues la aprobación es de tan solo un 11%, mientras que el rechazo ciudadano llega a un nivel que de verdad tiene histéricos a los derechistas: 78%.
Lo anterior grafica lo dicho líneas atrás. El vacío se ha adueñado de la mayor parte del espacio existente en el escenario político. Un significativo porcentaje de ciudadanos se mantiene al margen y declina participar en la tragedia de este dramón que ya aburre y hastía a los asistentes. Desperdigados en decenas de pequeños referentes, grupos y partidos, tanto como un buen número de electores “nubes” (que circulan por los cielos sin saber a dónde les lleva el viento), millones de electores cuya participación puede cambiar radicalmente la situación de desmedro y explotación que ellos, y muchos otros, viven a diario, conforman una clientela electoral capaz de decidir cualquier programa. Eso se sabe, se conoce… sin embargo, allí están, en las ramas de la democracia… proclives a podrirse cual fruta que no se cosecha.
Un desperdicio para el país, sin duda. Y si replicamos en este panorama de la política lo que ocurre en el campo durante la temporada de cosecha de frutas, entendamos de una buena vez que ninguna manzana, kiwi, durazno ni pera, abandona el árbol por sus propios medios para dejarse caer en la correa transportadora que la llevará al envase final.
¿Eso es lo que esperan los “temporeros” de la izquierda extra parlamentaria? ¿Cosechar sin ir al árbol, creyendo que un silbido, una canción o un artículo como este serán suficientes para ganar adeptos sin necesidad de mayor esfuerzo?
Sabemos (somos conscientes de ello) que hoy en Chile existe un voluminoso número de electores que se enmarcan dentro del porcentaje de rechazo a los dos bloques existentes y al sistema salvaje que estos representan y defienden. Pero, si no hay una organización que permita “cosechar” esas participaciones, la fruta caerá inservible, o se pudrirá, cuestión que en gran medida satisface y tranquiliza a los actuales socios del neoliberalismo, aquellos que se encuentran –aun- cómodamente radicados en el poder ejecutivo y en el legislativo.
Es época de raleo en política. Luego vendrá la temporada de cosecha. ¿Están organizados los “temporeros”, o una vez más los ‘rindes’ serán escuálidos para la gente, pero satisfactorios para los miembros de la sociedad neoliberal de explotación humana?
Parece que, tal como camina este asunto, habrá que esperar a la próxima temporada de raleo y cosecha, corriendo el riesgo de que en el ínterin los patroncitos del duopolio metan máquina y desbrocen los terrenos para cambiar la producción mediante la siembra de transgénicos.