Cuando el filósofo alemán G.W.F. Hegel desarrolla la dialéctica del amo y esclavo, a lo que nos conduce es a comprobar que el amo termina siendo esclavo del esclavo. La reflexión filosófica nos aflora hoy, a propósito del documento injerencista que presentó públicamente nuestro camarada Presidente Nicolás Maduro y donde el guerrerista y genocida gobernante estadounidense, Barack Obama, “alerta” sobre un supuesto “riesgo” para la democracia venezolana.

El documento esgrimido por el terrorista gobernante gringo, es parte del mismo plan de desestabilización contra Venezuela y el gobierno revolucionario, bolivariano y chavista, que lucha por demostrar que la construcción de un nuevo mundo, de igualdad y justicia es necesario y posible.

Obama inserta su discurso y “preocupación” por el supuesto “riesgo” que corre la democracia en Venezuela, junto a todo un conjunto de acciones y trincheras que se han convertido en frentes de ataque y desgaste encaminados a la conformación de un Golpe de Estado e “intervención salvadora” por parte de ejércitos pro imperiales y serviles a los intereses del gran capital transnacional.

El riesgo anunciado por Obama tiene que ver directamente con las pretensiones del Pentágono de presentar a altos funcionarios del Gobierno Bolivariano o de los poderes públicos venezolanos, como los casos de Diosdado Cabello y Tareck El Aissami, como si se tratase de vulgares narcotraficantes. Tiene que ver con la visible y la no tan visible guerra económica, con los planes de desabastecimiento, de carestía, de desestabilización comercial y distributiva de productos alimenticios y farmacéuticos y con el bachaqueo, como expresión más pequeña, pero impactante, del lumpen parasitario que hace las colas y mantiene la imagen de caos, a cambio de unos pocos y temporales mendrugos que desparecerían de sus manos en caso de resultar exitoso el Golpe de Estado, al cual encaminan ahora todas sus estrategias.

El riesgo, al que se refiere el dictador imperial Barack Obama, no es otro sino el temor de que la democracia venezolana, constitucionalmente definida como participativa y protagónica, cada vez la sea más y, por tanto se aleje del concepto de “democracia” que priva en los Estados Unidos y entre sus aliados, que no es otra cosa sino el ejercicio consensuado de la dictadura del capital mediante diversos mecanismos de dominación, coerción y enajenación colectiva.

El riesgo que atemoriza a los gringos es a que el imperio que han sustentado en el mundo, hasta el presente, cada vez tenga sus patas más cortos y las horas de su poderío más contadas. Temen a Chávez y a la huracanada fuerza de sus ideales bolivarianos y socialistas que no solo prendieron y se asentaron en la cuna de nuestro Libertador inmortal, sino que han prendido por Nuestramérica y se expanden a Europa y por el mundo, como auténtica esperanza de libertad para las y los oprimidos.

La fiera imperial y sus voceros en el departamento de Estado, acorralados en un mundo que quiere y se dibuja hoy como multipolar, pluriétnico y diverso, quiere evitar que la llama iniciadora de los cambios, en pleno siglo XXI, se siga expandiendo como verdadero riesgo de derrumbe para sus cimientos de dominación. Por ello alientan y desarrollan un Golpe de Estado contra el pueblo venezolano, por eso toda su furia desplegada en su tarea de terrorismo mediático internacional contra Venezuela, contra el chavismo y contra el Gobierno del pueblo, encabezado por nuestro Presidente Nicolás Maduro.

La batalla es larga, compleja, prolongada, sin descanso y, por eso, este pueblo patriota a jurado “no dar reposo a mi brazo ni descanso a mi alma, hasta no ver rotas las cadenas” con las que nos ata el gran capital y el imperio yanqui. “¡Necesario es vencer!”, seguimos repitiendo con José Félix Ribas, el victorioso de La Victoria.