La crisis que sacudió la RDA en 1989-90 y su desenlace constituyen sin género de dudas un momento importante de la historia del siglo XX1.
Esta contribución tiene por objeto formular comentarios sobre el análisis y la acción de Ernest Mandel y de la IV Internacional respecto a la reunificación alemana, o más bien respecto a la crisis política en Alemania del Este y su desenlace bajo la forma de la reunificación alemana2.
Ernest Mandel y las luchas políticas en Alemania
Sin querer escribir aquí la biografía de Ernest Mandel, hay que señalar que siempre atribuyó a la lucha de clases en Alemania un papel de muy primera importancia a escala europea y mundial. Fundaba esta convicción en un análisis objetivo de la situación mundial, de las correlaciones de fuerzas entre las grandes potencias, de la importancia de la clase obrera alemana.
Se implicó en el plano militante e intelectual en la vida política alemana aunque su compromiso político principal se desarrollara en Bélgica sobre todo desde finales de los años 1930 hasta comienzos de los años 1970. Por otra parte, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, sus actividades de militante y luego de dirigente de la IV Internacional ocuparon cada vez más lugar en su vida y le llevaron a recorrer todo el planeta.
Su historia personal está ligada directamente a la evolución de Alemania en el siglo XX: su padre era un espartakista alemán de origen judío. Trabajó en Berlin con Karl Radek, miembro de la dirección de la Internacional Comunista, antes trasladarse con su esposa a Amberes a comienzos de los años 1920.
Ernest Mandel nació en Frankfurt en 1923 donde su madre había acudido para dar a luz. Pasó toda su juventud en Amberes donde se hizo militante trotskysta a la edad de 16 años (1939). Luchó, desde el comienzo de la ocupación nazi, con su familia, para organizar la resistencia de los judíos frente al genocidio. Participó activamente en la lucha contra el ocupante nazi y contribuyó a reclutar para la IV Internacional en Bélgica a soldados alemanes que habían desertado. Fue detenido en varias ocasiones por los nazis, una de ellas cuando distribuía panfletos a los obreros de la siderurgia de Lieja en 1943. Estuvo preso en Alemania donde su conocimiento del alemán y su compromiso político le permitieron ligarse directamente a la población, comenzando por sus carceleros excomunistas o exsocialistas. Fueron ellos los que le ayudaron la primera vez a evadirse del campo nazi en el que había sido internado.
Siguió de cerca el movimiento de 1953 en Berlín Este. Durante el invierno de 1960-61, cuando jugaba un papel significativo en la huelga general en Bélgica a la cabeza del semanario La Gauche, tuvo que repartirse entre Bélgica y Alemania donde se desarrollaba un congreso mundial de la IV Internacional.
Tras mayo 1968, fue objeto de una prohibición de entrada en el territorio alemán (como consecuencia de las limitaciones de los derechos fundamentales individuales adoptadas en la RFA contra los simpatizantes y militantes de la extrema izquierda). Esto no le impidió responder a la invitación de la Universidad Libre de Berlín Oeste donde dio cursos en 1970-71. Fue entonces cuando escribió una de sus obras más importantes Der Spätkapitalismus (publicado en español con el título de El Capitalismo Tardío). Una docena de libros de Mandel fueron publicados en Alemania (ver bibliografía al final). Algunos de ellos fueron escritos en alemán y su primera edición fue alemana. Citemos Der Spätkapitalismus (1972), Trotzky als Alternative (1992).
En 1989-1990, Ernest Mandel acudió en numerosas ocasiones a Alemania para participar en importantes mítines públicos (en particular con Gregor Gisy, exdisidente del SED, convertido en el curso de la crisis en presidente del PDS. Más de un millar de personas asistieron a su debate el 25 de mayo de 1990 en Berlín Este). No dejaba pasar nunca una ocasión de intentar ayudar al desarrollo de la organización de los partidarios de la IV Internacional en la RDA. Esto no le impedía mantener relaciones con activistas del Neues Forum, intelectuales comunistas o cuadros de la izquierda antiburocrática y anticapitalista del PDS.
Ernest Mandel mantuvo una correspondencia continua con militantes alemanes/as antes y después de la reunificación. Esta correspondencia se encuentra en el Instituto de Historia Social de Amsterdam. La gran prensa alemana consagró una cantidad apreciable de artículos a la obra de Ernest Mandel cuando se produjo su fallecimiento el 20 de julio de 1995 en Bruselas donde había instalado su domicilio tras la Segunda Guerra Mundial.
Ernest Mandel: la crisis alemana de 1989-90 como un comienzo de revolución política
Ernest Mandel consideraba en el otoño de 1989 que una revolución política había comenzado en Alemania del este. En la primavera de 1990 comprendió que la situación había girado y, en octubre de 1990, tomó acta de la unificación alemana como una derrota para la clase obrera de ese país.
De forma muy esquemática, quiero intentar precisar en algunas frases lo que Ernest Mandel entendía por “revolución política”. Se trata de un proceso en el curso del cual la clase obrera en el sentido amplio desarrolla su autoactividad, gana en conciencia de clase, se dota de órganos de poder (lo que abre un período de dualidad de poderes) y acaba por derrocar la burocracia que dirige el estado, sus diferentes aparatos, el partido-estado, los sindicatos. La revolución política, a diferencia de la revolución social, no implica un cambio fundamental de las relaciones de propiedad (ver más adelante).
La salida positiva de un proceso de revolución política implica que la clase obrera en el sentido amplio se presenta como candidata al poder y lo conquista. El ejercicio del poder se basa en una muy amplia autogestión con órganos de poder popular estructurados de forma piramidal, un control permanente de los delegados y delegadas por sus electores, con posibilidad de revocación de los primeros por los segundos. El pluripartidismo, el sufragio universal, son indispensables. Para Ernest Mandel, no hay que oponer de forma alguna elección de consejos (“soviets”) a la elección de una asamblea constituyente. Hay que concebir un sistema político con varias cámaras de representación. Sobre el debate que había opuesto a Rosa Luxemburg y la dirección bolchevique a finales de 1917 a propósito de la disolución de la Asamblea Constituyente y la necesidad del sufragio universal, Ernest Mandel estaba del lado de Rosa Luxemburg.
Por volver a la crisis en la RDA de octubre de 1989, Ernest Mandel consideraba que se había puesto en marcha un proceso de revolución política, ni más ni menos.
La revolución política y la restauración capitalista.
Me falta espacio para desarrollar aquí el concepto de revolución política en sus diferentes acepciones.
Me limitaré a una cita de León Trotsky. “La historia ha conocido, además de las revoluciones sociales que sustituyeron al régimen feudal por el burgués, revoluciones políticas que, sin tocar los fundamentos económicos de la sociedad, derriban las viejas formaciones dirigentes (1830 y 1848 en Francia; febrero de 1917, en Rusia). La subversión de la casta bonapartista tendrá, naturalmente, profundas consecuencias sociales; pero no saldrá del marco de una revolución política.
La arbitrariedad burocrática deberá ceder su lugar a la democracia soviética. El restablecimiento del derecho de crítica y de una libertad electoral auténtica, son condiciones necesarias para el desarrollo del país. El restablecimiento de la libertad de los partidos soviéticos, y el renacimiento de los sindicatos, están implicados en este proceso. La democracia provocará, en la economía, la revisión radical de los planes en beneficio de los trabajadores. La libre discusión de los problemas económicos disminuirá los gastos generales impuestos por los errores y los zigzags de la burocracia. Las empresas suntuarias, Palacios de los Soviets, teatros nuevos, metros, construidos para hacer ostentación, dejarán su lugar a las habitaciones obreras. Las "normas burguesas de reparto" serán reducidas a las proporciones estrictamente exigidas por la necesidad y retrocederán a medida que la riqueza social crezca, ante la igualdad socialista. Los grados serán abolidos inmediatamente, las condecoraciones devueltas al vestuario. La juventud podrá respirar libremente, criticar, equivocarse, madurar. La ciencia y el arte se sacudirán sus cadenas. La política exterior renovará la tradición del internacionalismo revolucionario (León Trotsky, La revolución traicionada, https://www.marxists.org/
Además, Trotsky definió igualmente otra variante, la de la restauración capitalista: “Si, por el contrario, un partido burgués derribara a la casta soviética dirigente, encontraría no pocos servidores entre los burócratas actuales, los técnicos, los directores, los secretarios del partido y los dirigentes en general. Una depuración de los servicios del Estado también se impondría en este caso; pero la restauración burguesa tendría que deshacerse de menos gente que un partido revolucionario. El objetivo principal del nuevo poder sería restablecer la propiedad privada de los medios de producción. Ante todo, debería dar la posibilidad de formar granjeros fuertes a partir de granjas colectivas débiles, y transformar a los koljoses fuertes en cooperativas de producción de tipo burgués o en sociedades anónimas agrícolas. En la industria, la desnacionalización comenzaría por las empresas de la industria ligera y las de alimentación. En los primeros momentos, el plan se reduciría a compromisos entre el poder y las "corporaciones", es decir, los capitanes de la industria soviética, sus propietarios potenciales, los antiguos propietarios emigrados y los capitalistas extranjeros. Aunque la burocracia soviética haya hecho mucho por la restauración burguesa, el nuevo régimen se vería obligado a llevar a cabo, en el régimen de la propiedad y el modo de gestión, una verdadera revolución y no una simple reforma”(León Trotsky, La revolución traicionada, https://www.marxists.org/
Análisis de los acontecimientos por Ernest Mandel y comentarios
Quisiera, en este estadio del trabajo, seguir la evolución del análisis que Ernest Mandel presentó de la crisis alemana de 1989-90 a la vez que expreso algunas opiniones personales. En un segundo momento, presentaré estas opiniones personales de forma sistemática.
Fin de octubre de 1989, según Ernest Mandel, una revolución política ha comenzado
En noviembre de 1989, a su vuelta de Berlín donde pudo participar en manifestaciones masivas de la población de Alemania del Este, Ernest Mandel considera que una revolución política ha comenzado. Titula un artículo destinado a la prensa de su movimiento político internacional: “La revolución política y los peligros que la amenazan” (ver bibliografía). El artículo comienza diciendo que “el ascenso del movimiento de masas que sacude la RDA ha tomado la amplitud de una verdadera revolución”.
Características del movimiento en curso
Sus puntos fuertes: es masivo, es de dominante obrera, es enormemente creativo, la libertad de expresión reina en su seno, el nacionalismo está ausente de él, rechaza el militarismo, algunos sectores de manifestantes se abren al internacionalismo con el Tercer Mundo (“al menos por el momento” -sic!-).
Sus puntos débiles: no constituyen órganos de autoorganización, no hay objetivo político claro que sea formulado por las masas.
Volvamos sobre los puntos fuertes: El movimiento es masivo: “Los días 4, 5 y 6 de noviembre de 1989, cerca de dos millones de personas salieron a la calle”. Ernest Mandel enumera las principales manifestaciones que se produjeron en las grandes ciudades. Para indicar la amplitud de la actividad de los ciudadanos estealemanes, añade que “proporcionalmente a la población en su conjunto, esto equivale a 7 u 8 millones de manifestantes en Francia”. Analiza la composición social de las manifestaciones: dominante obrera. Para apuntalar esta afirmación, plantea la pregunta. “¿Cómo en una ciudad como Leipzig -el principal centro industrial de la RDA- podría haber 350.000 manifestantes de 500.000 habitantes si la casi totalidad de la clase obrera no hubiera salido a la calle?”. Añade un segundo argumento: “El carácter proletario de la revolución que ha comenzado en la RDA está sobre todo atestiguado por la enorme ebullición en las empresas”. Señala que no hay formalmente huelgas “al contrario que en mayo del 68 y en el otoño caliente italiano”, pero añade que en las empresas se desarrollan casi de forma permanente asambleas seguidas masivamente por el personal. Cita un ejemplo: “En el complejo químico Leuna, la mayor fábrica del país, estas asambleas discutieron sobre proyectos de resolución que proclamaban una huelga general de tres días, en el caso en que el Buró Político no dimitiera. Éste ha tenido que dimitir”.
Otros sectores de la clase obrera entran en acción: los enseñantes, el personal sanitario, los periodistas. Ernest Mandel pone en evidencia la creatividad del movimiento: abundan los eslóganes impertinentes, el humor está sistemáticamente presente. Los manifestantes hacen sus pancartas con imaginación.
Un elemento sobre el que insiste con fuerza Ernest Mandel: la reivindicación de la reunificación alemana está ausente. No prevé que esto pueda cambiar rápidamente. Señala también un sentimiento pacifista entre la masa de ciudadanos en acción: el rechazo del pasado militarista está profundamente anclado. Ernest Mandel adopta a propósito de esto acentos líricos: “Los descendientes de Rosa Luxemburg se han mostrado dignos de ella. Hoy, la historia proclama que no luchó en vano y que no murió por nada”.
Ernest Mandel y la IV internacional en marzo de 1990: corrección parcial del análisis
La resolución que preparó para el Secretariado Unificado de la IV Internacional y que fue adoptada tras enmiendas (sesión del 5 de marzo de 1990) constata de entrada que: “a partir de finales de octubre de 1989, la RDA había conocido un comienzo de revolución política” (todas las citas que siguen provienen de esta resolución publicada en Inprecor n. 305, ver bibliografía). La utilización del imperfecto es muy importante, y toma acta del giro tomado por las masas. El documento prevé que la evolución más probable será la siguiente: “Por el momento, la tendencia más probable es la de una unificación rápida de Alemania por la absorción de la RDA por la RFA. Las masas tienden así a dar la prioridad a esta unificación independientemente de su contenido económico y social concreto, en función ante todo de su situación material presente”. La resolución menciona también como causa del giro hacia la reunificación “la fuerza del sentimiento nacional alimentado por una propaganda desenfrenada de los medios oestealemanes”.
La resolución precisa lo que significaría la absorción de la RDA por la RFA en el marco de las correlaciones de fuerzas del momento. Se trataría de “la restauración del capitalismo bajo un poder estatal burgués y la sumisión de la economía al gran capital, es decir una contrarrevolución social”. Hasta ahí, el contenido de la resolución parece desprovisto de ambigüedad. Sin embargo, Ernest Mandel integró en el texto pasajes que indican claramente que esperaba aún que la tendencia más probable, la de la restauración capitalista por la absorción rápida de la RDA, no se realizara. también, la resolución enumera obstáculos para la absorción rápida. Citemos en particular
- “el coste demasiado elevado de la reunificación para el capital oestealemán”. El capital oestealemán no puede simultáneamente soportar los gastos de la creación de una moneda europea común (para la cual las reservas de cambio del Bundesbank serían el fondo de garantía principal) y los gastos de una absorción de la RDA financiada por el Deutsch Mark”;
- el rechazo del Kremlin a la integración de la RDA con sus consecuencias militares. El Kremlin “no puede aceptar una Alemania unificada miembro de la OTAN que implicaría la posibilidad de ver a los militares de los países imperialistas o de la Bundeswehr establecerse en el territorio actual de la RDA aunque fuera a medio plazo”.
La enumeración de estos obstáculos oscurece la perspectiva, deforma la resolución. La motivación de Ernest Mandel es clara, un pasaje de la resolución lo indica: “Lo esencial es pues ganar tiempo para que las masas puedan hacer la experiencia (de los aspectos negativos de la unificación bajo la dirección del capital oestealemán ndlr) antes de que la naturaleza de clase del estado de la Alemania unificada sea zanjada para un período prolongado”.
La resolución es por tanto manifiestamente ambigua: deja abierta la posibilidad de un proceso lento de unificación que permitiría a las masas retomar la vía de la revolución política. El error de perspectiva es evidente. El carácter confuso y contradictorio de la resolución se explica en particular por el hecho de que el texto adoptado fue fruto de compromisos difíciles entre varias posiciones diferentes.
La resolución contenía una importante sección consagrada a las tareas. El elemento clave estaba constituido por el rechazo a la unificación bajo la forma de la absorción de la RDA por la RFA.
“Las masas populares de cualquier país tienen el derecho democrático a decidir por si mismas sobre la pertenencia al estado que prefieran. Los marxistas revolucionarios reconocen tal derecho. Pero tienen al mismo tiempo del derecho y el deber de decir la verdad a las masas: la unificación de Alemania, no fundada en la democracia socialista sino en la absorción de la RDA por la RFA, implicando la restauración del capitalismo en la RDA, incluso si estuviera apoyada por un voto mayoritario de las masas, representaría una regresión social sensible para esas masas, debido al reforzamiento del imperialismo y de la patronal alemana que derivaría de ello. Debería por tanto ser rechazada por todo obrero o socialista consciente”.
Seguía una veintena de reivindicaciones a plantear.
Otra resolución era opuesta a la propuesta por Ernest Mandel, estaba defendida por una minoría de la sección francesa de la IV Internacional. La resolución minoritaria estaba de acuerdo con la mayoritaria en decir que una revolución política había comenzado en octubre de 1989. La “minoría” mantenía un planteamiento más optimista de la evolución del movimiento de masas. La divergencia fundamental versaba sobre el planteamiento de la cuestión de la reunificación alemana: “El derecho a la autodeterminación y a la unificación para las dos partes del pueblo alemán debe ser apoyado incondicionalmente (…). Estamos a favor de la unificación, pero lucharemos a fin de que se realice sobre una base socialista. Darle la espalda a la unificación porque el plan Kohl domina actualmente el terreno político no conduciría más que a la marginación completa de la izquierda marxista. No se puede detener la reivindicación democrática creciente por la unificación alemana. La pregunta política clave es qué clase la va a realizar: ¿la burguesía o el proletariado? Por el momento, es la burguesía la que tiene todas las cartas en la mano (…).
“Qué significa esto concretamente hoy? Esto significa plantear reivindicaciones que permitan a la clase obrera estar a la ofensiva sobre esta cuestión, y no dejar este terreno político al imperialismo -o a sectores de la burocracia que llevarían a la clase obrera a la derrota o al desastre”. (“La crisis del estalinismo y la cuestión alemana. Proyecto de resolución presentada por miembros del Secretariado Unificado y rechazada por la mayoría”, Inprecor n. 305, 23.3.1990, 2p).
Un tercer documento, no sometido a votación del Secretariado Unificado, pero cuya orientación fue defendida en el curso de la reunión, fue remitido a los miembros del SU y también publicado en la prensa de la Internacional. Provenía del VSP (Partido Socialista Unificado) de la RFA. El VSP era el resultado de la fusión en 1986 de la sección oestealemana de la IV Internacional (GIM) y del Partido Comunista de Alemania (KPD) de origen maoísta. El VSP presentaba un planteamiento realista de la crisis alemana: “El VSP no cree ni en la posibilidad de una revolución política en la RDA solo, a corto o a medio plazo, en el sentido de una conquista del poder por la clase obrera, ni en la probabilidad de un período prolongado de confederación -en un pie de igualdad- entre la RDA y la RFA, que podría de alguna forma ofrecer el tiempo necesario para cambiar radicalmente la correlación de fuerzas y reabrir una perspectiva en la RDA”.
El VSP tomaba además posición contra la unificación: “En ausencia de una perspectiva socialista creíble en la RFA en el momento actual, la única posibilidad de salvaguardar las conquistas de la clase obrera y las mujeres de la RDA consiste en defender el Estado estealemán como identidad soberana e independiente a todos los efectos” (“Posición del VSP”, Inprecor n. 305, 1990. p.1).
Ernest Mandel y la IV Internacional en noviembre de 1990: un análisis crítico sobre las posiciones anteriores y redacción de una resolución de síntesis
Ernest Mandel redactó un proyecto de resolución que era implícitamente autocrítico y ofrecía un análisis pertinente del desarrollo de la crisis en Alemania del Este a partir de octubre de 1989. El texto fue aprobado por amplia mayoría (“La reunificación capitalista”, Inprecor n 322. 18/01/1991. p. 4-NB. Todas las citas que siguen provienen de este documento).
La resolución levanta acta de la reunificación… “Desde el 3 de octubre de 1990, la absorción de la RDA por la RFA es un hecho consumado (…). Este resultado de la evolución emprendida en otoño de 1989 es la más negativa de las perspectivas posibles planteadas por la resolución del SU de la IV Internacional el 5 de marzo de 1990: “No ha habido revolución política victoriosa en el sentido de una democracia socialista y de una planificación democrática. No ha habido tampoco “procesos de convergencia por etapas” de las dos Alemanias que habría permitido ganar tiempo para permitir a la clase obrera y a las masas populares desarrollar perspectivas políticas emancipatorias rechazando a la vez el enrolamiento burocrático y el del gran capital. Habíamos subrayado los efectos gravemente negativos, tanto en Alemania como en el plano internacional de la realización del Anschluss (anexión) para la clase obrera y todos los oprimidos. Los hechos confirman lo bien fundado de nuestra oposición resuelta a la unificación alemana capitalista y de nuestras advertencias dirigidas a la clase obrera alemana e internacional”.
La resolución hace entonces una relación sintética de los efectos devastadores para la población de la RDA de la unificación desde el punto de vista económico, social, político e ideológico. La parte sobre las condiciones políticas de la reunificación merece ser citada parcialmente:
“Tras la victoria de los partidos burgueses gemelos de la RFA y de la RDA en las elecciones del 18 de marzo de 1990, todas las conquistas democráticas del movimiento del otoño de 1989 han sido destruídas. El gobierno de la RDA no era más que un fantoche del de Kohl. El nuevo estado es creado por simple integración de la RDA a la RFA y a sus estructuras estatales.
La mayoría de los electos en la RDA no está presente en el parlamento común, constituido el 3 de octubre en el viejo Reichstag en Berlin. El estado unificado alemán se ha constituido sin elecciones y sin referéndum. Su Constitución es -ligeramente modificada- la de la RFA, que no ha sido jamás sancionada por un voto popular. Ni se plantea una asamblea constituyente o un voto popular sobre la Constitución y el sistema político. Las “mesas redondas” de la RDA no son ya más que un mal recuerdo para la burguesía”.
En el plano internacional, la victoria de la burguesía oestealemana desemboca según la resolución en particular sobre tres elementos de una importancia crucial:
1. “La Alemania unificada aspira ahora a jugar un papel de gendarme mundial al lado de las demás fuerzas imperialistas, comenzando por la adquisición del derecho de intervenir con sus fuerzas armadas, incluso fuera del territorio de la OTAN bajo la cobertura de la ONU”
2. “La Alemania unificada jugará un papel predominante en el Mercado Único de 1992 en los planos económico y político, reforzando todas sus tendencias reaccionarias contra el Tercer Mundo, contra los inmigrantes y los refugiados políticos, reforzando la represión política y las desigualdades sociales en el seno mismo de la comunidad” 3.
3. “Al mismo tiempo, esta Alemania unificada está bien colocada para jugar un papel predominante en la conquista capitalista de los países del Este” 4.
La resolución vuelve a continuación sobre los obstáculos a una unificación rápida que habían sido sobrevalorados en el documento adoptado por el Secretariado Unificado el 5 de marzo de 1990:
“El obstáculo principal a esta evolución negativa habría sido una clase obrera estealemana capaz de presentarse como candidata al poder, dotada de un nivel elevado de autoorganización democrática y con suficiente confianza en sus propias fuerzas para aspirar a gestionar ella misma la industria según las necesidades de la población. Las condiciones subjetivas para una salida así no estaban reunidas”.
La resolución menciona entonces lo que ha impedido a la clase obrera plantearse como candidata al poder y contiene un elemento de autocrítica explícita: “Es porque no habíamos medido suficientemente estos retrasos y estas carencias por lo que hemos subestimado los ritmos posibles de la ofensiva y de su éxito”.
Entre los factores que habían sido en gran medida subestimados en la resolución de marzo de 1990, hay que mencionar la cuestión del sentimiento nacional: “En estas condiciones, para la mayoría de los alemanes, dadas la existencia de un sentimiento nacional frustrado por la partición punitiva y la tutela humillante de Alemania impuesta al final de la guerra por los imperialismos victoriosos y la burocracia soviética, la unidad a cualquier precio parecía ofrecer la única perspectiva inmediata, sin discutir su coste social. Este viraje de la conciencia de las masas de la RDA se ha producido en el curso de la segunda semana de noviembre de 1989”.
La resolución vuelve a valorar también otros obstáculos a la unificación rápida mencionados en el precedente documento: la dificultad para la burguesía alemana de pagar rápidamente el precio de la unificación y las supuestas resistencias del Kremlin.
Explica porqué estos obstáculos no han funcionado. No es posible en los límites de este trabajo resumir otras partes importantes de la resolución en particular las referidas a las tareas.
Quiero terminar esta parte del trabajo con una cuestión dejada abierta por la resolución de noviembre de 1990: los efectos sobre la clase obrera de la parte occidental de Alemania y las reacciones de ésta. El documento adopta la prudencia necesaria para prever posibles resistencias parcialmente “victoriosas” por parte de los trabajadores de la parte occidental de la Alemania unificada: “La burguesía espera imponer todos los costes de la unificación y del Mercado único de 1992 a los asalariados. Esta prueba no está aún zanjada, evidentemente, puesto que implica que la burguesía gane las probables luchas sociales, sobre todo en Alemania del Oeste donde la clase obrera está altamente organizada y muy apegada a sus conquistas de nivel de vida. Pero la burguesía ha optado por correr el riesgo”.