Según todos los indicios, la investigación sobre las razones y las circunstancias que rodearon la muerte del fiscal federal argentino, Alberto Nisman, está lejos de haberse completado. Su cuerpo fue descubierto la noche del 18 al 19 de enero sobre las baldosas de su baño. Una pistola calibre 22 Bersa Thunder fue encontrada debajo de la mano derecha del fiscal y una herida de entrada de bala en la sien indicaba un posible suicidio.
No obstante, esta versión es recibida con hostilidad por círculos opositores desde donde las acusaciones señalan que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el Ministro de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman, están involucrados en la muerte del fiscal. Nisman estaba investigando el ataque terrorista contra la Mutual Cultural Judía en Buenos Aires y tenía que dar cuenta al Parlamento sobre su gestión. Nisman fue asesinado el día anterior al que tenía que presentarse ante el Parlamento y muchos analistas lo consideran como un acto de violencia que apunta hacia comprometer a la Presidenta. Con bastante frecuencia se señala a la CIA y al Mossad como los planificadores y organizadores detrás del homicidio.
La información ha sido filtrada hacia la prensa en el sentido que Nisman quería acusar a Cristina Fernández de Kirchner de encubrimiento del papel de Teherán en el ataque terrorista. El fiscal cocinó su investigación sobre la base de informaciones recibidas de parte de Stiuso, quien ocupó altos cargos en el servicio de inteligencia de Argentina (SIDE) hasta finales del año 2014 y estaba en estrecho contacto con los jefes de la estación de la CIA y del Mossad. Entre otras cosas, Stiuso obtuvo grabaciones de conversaciones telefónicas a través de estas agencias de inteligencia que insinuaban que el gobierno argentino había conversado con Teherán acerca de un intercambio de granos por petróleo iraní. Sin cuestionar la veracidad de los registros producidos por la NSA de Estados Unidos, el fiscal alegó que una condición fundamental para un acuerdo entre Irán y Argentina sería la amnistía de los iraníes sospechosos del ataque y que figuran en listas de buscados. Resulta altamente posible que uno pueda suponer que este hipotético acuerdo sea una activa medida de parte de los enemigos de Argentina en los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel.
Varias semanas antes que tuviera que presentarse ante el Parlamento, Nisman se dio cuenta que la parte acusatoria de su informe sufría de falta de evidencias concretas y que sería imposible utilizarla para plantear cargos convincentes. Una vez más el fiscal trató de evadirse de una situación crítica con la ayuda de Stiuso, pero este ya no trabajaba en inteligencia y además comenzó a evitar contactos con Nisman. Stiuso comprendió las razones de las frenéticas actividades del fiscal, sobre quien, a solicitud de sus mentores de la embajada norteamericana, él había estado deslizando durante varios años la idea que Cristina estaba haciendo su propio juego con los iraníes y perjudicando los intereses del país.
Hasta el mismo Nisman se daba cuenta del lío que se estaba gestando. Nisman temía un intento de asesinato en su contra.
Con frecuencia Nisman recibía amenazas de violencia por teléfono y por su computador, amenazas de secuestro de sus hijas. Consecuentemente, prefería usar un vehículo blindado dotado de un sistema especial de comunicaciones que le suministró la embajada norteamericana para trasladarse en Buenos Aires y en provincias.
La ex esposa del fiscal, Sandra Salgado, y jueza de profesión, fue una de las primeras personas a las que se les permitió acceso al apartamento de Nisman donde él falleció.
Ella cree que su ex esposo era incapaz de suicidarse. Una semana más tarde, refiriéndose a un examen independiente llevado a cabo a solicitud suya, Salgado declaró durante una conferencia de prensa que “Nisman no se suicidó. No fue un accidente. Él fue asesinado.”
El fiscal Nisman, proveniente de una adinerada familia judía, era conocido por su inclinación por la buena vida; en sus archivos electrónicos los investigadores encontraron docenas de fotografías de mujeres en actitudes comprometedoras. Su imagen de cruzado contra las actividades ilegales de las autoridades para absolver a los terroristas iraníes le dieron al fiscal cierta popularidad, a él se le brindó apoyo de organizaciones no gubernamentales patrocinadas por la embajada norteamericana, países de Europa occidental e Israel, representantes de profesiones liberales, activistas de redes sociales, la comunidad estudiantil y de organizaciones judías relativamente influyentes en Argentina. El sentimiento anti gubernamental en estos círculos fue alimentado por la empresa Clarín dueña de medios de prensa de oposición. Se realizaron masivas manifestaciones en Buenos Aires y en otras grandes ciudades. Gentes enarbolaban pancartas que decían “Yo soy Nisman”, “Todos Nosotros Somos Nisman” y “Justicia para Nisman.”
Reportajes de televisión y radio se realizaron en vivo desde la Plaza de Mayo frente al palacio de gobierno con consignas bien ensayadas contra el gobierno: “Que se vayan Todos”, “Fin a la Dictadura de Kirchner” e incluso “Cristina es una Asesina.”
No obstante, la muerte de Nisman no ha surtido el efecto sobre el pueblo argentino que los operadores encubiertos aparentemente deseaban. El gobierno ha hecho grandes esfuerzos para explicar al pueblo que la muerte de Nisman beneficia solo a los enemigos de Argentina. Se han organizado eventos para mitigar el fervor de la agitación. Afiches con fotografías de Nisman rodeado de chicas de dudosa reputación fueron distribuidos en Buenos Aires con la leyenda: “¿Vos También Sos Nisman?”
Las actividades subversivas en Argentina de las agencias de inteligencia occidentales siguen su curso y por cierto se agudizarán durante la campaña presidencial del venidero mes de octubre.
Según la constitución, Cristina Fernández de Kirchner no puede postularse para un tercer período presidencial. Su sucesor, el actual gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, tiene una fuerte probabilidad de victoria. Su principal rival será Mauricio Macri, líder del partido político de centro-derecha Propuesta Republicana que está a favor de un reacercamiento con Washington y de distanciar el país de los países de la Alianza Bolivariana y también en contra de mayores relaciones de Argentina con Rusia y China.
La embajada de Estados Unidos se ha tornado mucho más activa en Argentina y la estación de la CIA ha girado hacia un régimen de trabajo mucho más intenso. Cristina Fernández es un poderoso cuadro político y su carácter enérgico es la envidia de muchos presidentes varones en América Latina. Por lo tanto, no es improbable que sus opositores intenten una vez más tratar de recurrir al asesinato político como una vía radical para desestabilizar el país. Las discusiones abundan en los foros y redes sociales de Internet respecto a los posibles candidatos a la eliminación.
El nombre de Diego Lagomarsino se menciona a menudo. Se trata de un especialista en informática que mantenía la seguridad del equipo electrónico de Nisman y sus colaboradores, quien si no tenía una relación de amistad con Nisman por lo menos estaba relativamente cercano a él. Ambos mantenían una cuenta en dólares en Estados Unidos y fue Lagomarsino (supuestamente a petición del fiscal) quien le facilitó la Bersa Thunder calibre 22 que más tarde fue encontrada junto a su cuerpo.
Las teorías de que fue Lagomarsino quien asesinó al fiscal (él fue la última persona que visitara a Nisman en su apartamento) están siendo agitadas constantemente por la prensa. Lagomarsino sabe mucho más sobre el asunto y el fiscal de lo que declaró a los investigadores cuando fue interrogado. Él ingresó al círculo íntimo de Nisman a través de un operativo retirado del SIDE y existen evidencias que tanto el operativo como Lagomarsino tienen vínculos con la CIA.
Otro candidato a la eliminación sería Antonio Stiuso veterano de los servicios de inteligencia de Argentina. El país no tenía secretos para él. Servicios secretos e información electrónica le llegaban a través de varios canales y él cuenta con informaciones incriminatorias sobre destacados políticos argentinos. Estaba también bien informado acerca de las muchas operaciones de la CIA y del Mossad que apuntaban a socavar la posición de Cristina y su testimonio podría causar daño irreparable al bien aceitado sistema de espionaje y de influencia que sirve a los intereses de estado tanto de Estados Unidos como de Israel.
Silenciar a Stiuso para siempre iría en beneficio de los intereses de mucha gente influyente y de poderosas organizaciones. Habiendo compartido sus aprehensiones con su círculo íntimo más de una vez, el ex jefe de la inteligencia argentina estaría experimentando una sensación de inminente condena.
Traducción Sergio Anacona
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