Pudo parecer mal cuando juzgamos, en artículo anterior ¿"Pifias" en el discurso de Castro? ¿Obama honesto?, como “pifias” tres referencias del discurso de Raúl Castro en la Cumbre de las Américas; las de haber llamado “honesto” al presidente Obama, desvincularlo de lo acontecido en las relaciones o “anti relaciones”, como en otro artículo dijimos entre EEUU y Cuba y justificar que el presidente de EEUU nada hiciese en favor de la petición de Venezuela de la derogación del decreto donde declara a este país “amenaza inusual y extraordinaria” diciendo, palabras más o menos, que la legalidad de su país no se lo permitía. Pero en verdad, ¡pareciera que no lo hicimos mal!
Germán Escarrá, si de legalidad hablamos, quien bastante sabe de derecho, ha dicho que por el carácter de “orden ejecutiva”, bien pudiera derogarla un juez cualquiera si la autoridad competente lo solicita. Opinión que deja muy mal lo dicho por Castro; aparte que en el artículo que publicamos antes en Aporrea y cuyo link hemos colocado, dijimos que en todo caso, no era a Castro a quien correspondía decir aquello sino Obama, obligado a defenderse o darnos una explicación. No entendemos por qué Castro se sintió obligado a decir lo que debió haber dicho Obama o justificar éste no atendiese la solicitud mundial.
Pensando en lo anterior, me he encontrado que nadie, salvo el suscrito, había hecho referencia a lo que llamé “pifias del discurso de Castro”. ¡Claro!, eso no me asombra porque ¡la ropa sucia se lava en casa!, se suele decir en estos casos.
No creo que un revolucionario, que muchos los hay, piense y proceda de esta manera. Pues así piensan quienes tienen cosas que ocultar o razones para oponerse al cambio y la crítica fecunda. De esa manera no proceden quienes están seguros que nadie es dueño de la verdad sin importar su rango o valor referencial. Como no creo pertinente se demande “no critiquen porque desmovilizamos nuestra gente”. Por supuesto, no solamente Maduro merece estar bajo la mirada inclemente de los revolucionarios y por ende de quienes se comportan como críticos. Al presidente, al parecer, le miramos como humano y eso es bueno.
José Vicente Rangel y Eleazar Díaz Rangel, por cierto, cosas curiosas, viejos izquierdistas, periodistas, yaracuyanos y con el mismo apellido, siempre han gozado de mi aprecio. Admiro sus destacados roles en la lucha del pueblo venezolano desde espacios periodísticos como en el parlamento y la calle. En situaciones adversas, desde la lucha contra el perezjimenismo y luego el betancourismo, jugaron papeles relevantes. Ambos son periodistas talentosos, honrados y de alto nivel intelectual. No hay duda que sus opiniones son esperadas con ansiedad por los venezolanos y posiblemente por muchísimos ciudadanos más allá de nuestras fronteras.
Eleazar, el domingo y José Vicente el lunes, tocaron el asunto de la Cumbre y el “evasivo”, como dijo el segundo, discurso de Obama. El primero se refirió como elogiosamente o quizás, también puede entenderse, de manera subliminalmente crítica al discurso de Raúl Castro.
Dijo el director de “Ultimas Noticias”, en artículo titulado “los republicanos”, lo siguiente:
“Debieron” –los republicanos – “soportar el discurso de Raúl
Castro, ablandado en sus párrafos finales, como si fuera un
mensaje a quienes debían hablar después del sector progre-
sista < como se les comienza a llamar> y atenuaran los suyos,
de suerte que no resultara acorralado el anfitrión. De todas
maneras Obama prefirió salirse, como no lo hizo antes un
presidente. Era al menos una descortesía”.
Me parece algo como muy imaginativo eso de “como si fuera un mensaje..etc…etc.”. Lo primero que se me ocurre pensar es que si eso fuese cierto y razonable, dudo que Eleazar se lo crea, por qué sólo al final de su discurso, que de paso fue escrito con anticipación, se le ocurrió a Castro mandar ese mensaje; siendo eso cierto, piensa uno, la diplomacia cubana, sobre todo en lo concerniente a América Latina, y particularmente a “los progresistas”, andaría como falta de seguridad, creencia en los aliados y por ende intimidad. Ya en el artículo anterior, cuyo link hemos colocado, señalamos que al parecer fue como muy inconveniente para Venezuela que el presidente Maduro, al menos, no supiese algo, lo elemental, sobre las conversaciones entre Cuba y EEUU, antes que Castro y Obama informasen sus acuerdos previos. En ese artículo explicamos por qué dijimos lo anterior.
Además, el consejo o sugerencia de Castro, llamémosle así, según Eleazar Díaz, resultó nada práctico. Pues los discursos siguientes, de los “progresistas”, ya Correa había hablado, de Cristina, Evo, Maduro y Daniel Ortega, por sólo nombrar estos tres, no fueron “atenuados” por su “ablandado” discurso, como le calificó Eleazar Díaz Rangel, aunque se refiriese únicamente a “sus párrafos finales”. Quizás si lo “aprovecharon” quienes prefieren jugar bajo perfil. ¿Nos ayudó eso?
¿Por qué no había de hablársele a Obama como lo hicieron los “progresistas”? Quizás por “ablandar” el discurso, no el de los “progresistas”, además de ignorar en el suyo a Venezuela, eludir el compromiso de no derogar el decreto, que cómo dijo Escarrá, si se puede y no es como dijo Castro en beneficio de Obama, éste se fue convencido que debe seguir en lo mismo.
José Vicente optó por sólo nombrar a Castro, en lo relativo a la primera parte de su discurso; luego prefirió calificar como se debe a Obama y en ese caso debía pasar por alto lo dicho por el presidente cubano al final.
Dijo José Vicente:
“Obama fue deliberadamente ambiguo y distante. No
tuvo ni la lucidez ni el coraje suficientes para reco –
ger su discurso – y en su actividad de pasillos- los
supuestos cambios que pretende imprimirle a la polí-
tica exterior de su país hacia Latinoamérica y el Caribe.
Agregó José Vicente:
“Lejos de abordar el tema más candente – el de Cuba
estaba resuelto y encausado -, como es la amenaza con-
tra Venezuela……guardó sospechoso silencio”.
Y terminó el prestigioso analista político diciendo:
“En síntesis, una cara de Obama respecto a Cuba y otra
cara respecto a Venezuela. ¿Cuántas caras tiene el perso-
naje?”
Es obvio que para José Vicente, Obama el de las dos caras, o de las no se sabe cuántas, no es merecedor de llamarle “honesto” y menos bien intencionado.
Es cierto que EEUU sufrió una trascendente derrota en la Cumbre; 33 países votaron a favor de Venezuela contra dos. De estos, aquél, el soberbio y prohijador de sombras y tragedias; le acompañó solamente Canadá; y esto es otro triunfo para nosotros. Pero Obama pudo salir erguido, aunque con la cabuya en la pata. Lo que es peor, seguirá en lo suyo, porque así lo demanda la lógica imperialista y nos faltó exactamente un poco más de firmeza.