¿Violencia contra los negros o violencia contra los pobres?

Enfocar como una acción racista las recientes muertes, despiadadas y contra todo derecho, cometidas por la policía norteamericana, es una forma de esconder y desviar la atención del verdadero problema: La violencia de clases, la de los ricos contra los pobres.

La rémora racista

La persistencia de ideas y conductas racistas en la sociedad norteamericana es un hecho. El país, pese a las acciones de Lincoln un siglo antes, sólo logró en la segundad mitad del siglo XX reconocer los derechos civiles de los negros, después de una torturante lucha, liderada, entre otros, por Rosa Parks, Martin Luther King y Malcom X. Sin embargo, esa sociedad, aún no ha sabido deslastrarse totalmente del abominable pasado de esclavitud, de humillación y negación de derechos a sus ciudadanos negros, pese al ascenso a la presidencia de la república, o a la secretaría de Estado y otros cargos, por algunos de ellos; no por su raza, sino por su poder y su identidad con la clase dirigente del país.

Un análisis somero de las estadísticas y de los casos divulgados no apuntalan la hipótesis de que los negros sean las víctimas exclusivas ni excepcionalmente preferidas de la violencia policial. Más bien apuntan consistentemente que las víctimas son los pobres, sean blancos, hispanos, indios o negros. ¿Cuáles son los ricos, negros o blancos, que han sido víctimas de la violencia policial, golpeados o asesinados?

Tampoco es verdad que todas las víctimas sean personas con problemas con la ley ni que sean peligros inminentes para la vida de los policías o de otros ciudadanos. Abundan ciudadanos comunes y proliferan motivos fútiles, desde saltarse un torniquete del metro, no llevar el cinturón de seguridad puesto, llevar un vehículo con luces defectuosas, o no atender diligente y sumiso a los requerimientos de la policía.

Una mirada a las estadísticas

Según el portal Vox, (www.vox.com), -quien ha venido haciendo un seguimiento estadístico de la brutalidad policial en EEUU y la alarmante cifra de muertes-, en los últimos catorce años, en ese país se han producido 5600 muertes provocadas por la acción de la policía. La cifra incluye las ocasionadas por disparos (la mayoría), las derivadas de colisiones de vehículos en operativos y persecuciones, las provocadas por armas aturdidoras, por asfixias y, también, una causa curiosa, las que se agrupan en el renglón "suicidio policial" que consiste en que la persona hostiga a la policía con el propósito deliberado de incitar la reacción violenta y así ocasionar su propia muerte.

El portal señala que esta cifra, obtenida de la recolección voluntaria de datos por ongs e individualidades, corresponde al 35% de las muertes ocurridas como consecuencia de la violenta acción policial en los últimos 14 años, lo que ubica la cifra real en unas 16.000 muertes, un promedio de 1.143 muertes anuales.

La distribución porcentual de las muertes revelan que la mayoría de las víctimas pertenecen al grupo racial mayoritario (blancos) y donde hay una diferencia es en que el grupo que ocupa el tercer lugar en la población (los negros), sin embargo, ocupan el segundo lugar entre las víctimas, por encima de los hispanos. En donde si ocupan los negros un primer lugar, en relación a los blancos, es en el rango específico de los adolescentes asesinados por la policía, en las edades comprendidas entre los 15 y 19 años, no en los otros rangos, en donde prevalecen ampliamente los blancos.

Lamentablemente las estadísticas no registran la condición social de las víctimas, aunque si hay abundantes referencias a los lugares en donde se cometen la mayoría de los atropellos: Sectores de limitados recursos, barrios pobres, frontera con México, etc. Las reseñas periodísticas y los documentos audiovisuales, aunque es una muestra pequeña en relación al universo de casos, tienen la virtud de apoyar la condición de pobreza de las víctimas.

Registros audiovisuales

Audaces ciudadanos han logrado registrar el momento en que se producían atropellos policiales, muchos de ellos descarnadas ejecuciones. Su sentido de justicia y solidaridad ha puesto en manos de los familiares de las víctimas estos valiosos documentos y ha dado amplia difusión a los mismos, por Internet y otros medios.

En la revisión de estos documentos audiovisuales nos hemos conseguido con lo siguiente: Policía blanco golpeando salvajemente a hombre blanco sin hogar; blanco hispano se tiende boca abajo en el suelo con los brazos extendidos, seguidamente es golpeado con patadas al rostro y al cuerpo por policías blancos y policías negros, quienes, concluida la salvajada, se estrechan las manos entre sí en señal de felicitación y victoria; un adolescente, acompañado de otros jóvenes, en un reto juvenil, salta el torniquete del metro para no pagar el pasaje y un policía negro le ordena que se detenga, el joven obedece en actitud pacífica y el policía le golpea el rostro con una cachiporra, produciendo una herida que drena sangre copiosamente; policías blancos atropellando intencionadamente a hombre blanco con una camioneta; dos policías blancos golpean brutalmente a un blanco sin hogar en una sinagoga.

Los asesinatos reproducen el mismo patrón: Policías blancos o negros, actuando individualmente o en conjunto, contra blanco pobre, negro pobre, hispano pobre, indio pobre.

Necesidad de sumar

En estos momentos se está desarrollando iniciativas para exigir el cese a la violencia policial. Sus dirigentes deben convertir esa exigencia en una reivindicación de las clases oprimidas, sumando todos los sectores excluidos e incorporando las luchas por mayor educación, acceso a la salud y a las reivindicaciones económicas. Se ampliará así la conciencia del pueblo.

 



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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

 rhbolivar@gmail.com

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