El FMI exige el pago de una deuda que, a la luz del derecho internacional, los expertos ya han auditado como ilegitima, inmoral y odiosa.
En marzo de este año, el parlamento griego nombró la Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública Griega, presidida por Éric Toussaint e integrada por expertos internacionales y nacionales. Tiene entre sus objetivos establecer "qué parte de esta deuda ha sido utilizada para el bien común y por tanto, es legal y debe ser pagada y qué parte ha sido malgastada y por tanto, es ilegal".
Después del intenso trabajo desarrollado en los últimos cuatro meses, la Comisión ha presentado su primer informe. Las primeras conclusiones reiteran lo que son verdades evidentes para el pueblo y el gobierno griegos: La deuda ha sido básicamente un medio para convertir deuda privada en deuda pública y, en consecuencia, colocar sobre las espaldas del pueblo las privaciones y los sacrificios que imponen el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.
Peor que la enfermedad
Desde hace cinco años Grecia ha cumplido los compromisos y los sacrificios exigidos por la troika (FMI, BCE y CE). El otorgamiento de cada préstamo ha sido precedido de terribles medidas como el despido de funcionarios públicos, la disminución del monto de las pensiones e incremento de la edad de jubilación, la rebaja en los salarios, aumentos en los impuestos y la ejecución de recortes en las cuentas del Estado. Todo esto para pagar una enorme deuda que supera con creces el Producto Interno Bruto.
Durante este lapso las dificultades económicas, en lugar de resolverse, se han acentuado y, consecuentemente, se han multiplicado graves problemas sociales, se ha incrementado el desempleo, quebrado infinidad de empresas, deteriorados los servicios públicos y el nivel de bienestar social, resentida la educación y empujados a mayor pobreza centenares de miles de ciudadanos griegos. En el ínterin se ha engrosado la deuda mediante absurdos contrato de armas, la acumulación de intereses y el desenfreno de la corrupción.
La perspectiva de la troika es la de los intereses de los acreedores, no el desarrollo y el mínimo bienestar de Grecia. Su preocupación es cobrar, exprimir todos los recursos y los sacrificios del pueblo griego. Los acreedores aspiran al máximo beneficio y cada rescate es una oportunidad para el negocio. Los sufrimientos del pueblo son daños colaterales, datos apenas de una realidad terrible que siempre es posible endosarle a la responsabilidad de los gobiernos, de los partidos y de los políticos. Ellos entienden la unidad europea como un mercado cautivo sometido a sus reglas e intereses.
Ilegítima, inmoral y odiosa
La Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública Griega ha llegado a una conclusión inobjetable: "… Grecia no sólo no tiene la capacidad de pagar esta deuda, sino que tampoco debe pagarla en primer lugar porque la deuda que surge de los acuerdos de la troika es una violación directa de los derechos humanos fundamentales de los habitantes de Grecia. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que Grecia no debería pagar esta deuda porque es ilegal, ilegítima y odiosa."
La ilegalidad e ilegitimidad de la deuda se desprende de la violación de normas del Derecho Internacional, de la propia normativa de la Comunidad Económica Europea, de la Constitución Griega y de acuerdos internacionales suscritos por Grecia.
También esa deuda es inmoral. En plena crisis económica, por igual conservadores y socialdemócratas, asignaban al Presupuesto de Defensa un rango del 4 y 6 por ciento del PIB , incluyendo adquisición de armamentos que ubicaron a Grecia, un país con diez millones de habitantes, como el quinto importador de armas en el mundo. Los máximos acreedores europeos, los exigentes despiadados de la cancelación de la deuda, hicieron estos prestamos violentando los límites impuestos por la normativa internacional.
El carácter de deuda odiosa es de una claridad meridiana. La teoría jurídica pertinente habla de deuda odiosa para referirse a la que se adquiere en contra de los intereses de los ciudadanos de un país y cuyos recursos son utilizados para otros fines diferentes al interés del Estado y de los ciudadanos. En el caso griego, parte importante de los préstamos fueron utilizados para financiar bancos comerciales en quiebra y para pagar deudas del sector privado. En este sentido, un agravante adicional es que los prestamistas estaban plenamente concientes del destino de esos fondos.
La batalla de Bruselas
El gobierno de Alexis Tsipras ha enfrentado con decisión el modelo neoliberal impulsado por la troika. Teniendo como orientación el mandato del pueblo ha hecho propuestas para tornar viables los compromisos, sin hipotecar ni el futuro ni el bienestar de Grecia. Sin embargo, tercamente la troika, conciente de su poder omnímodo, se empeña en mantener sus condiciones y tapa sus oídos al clamor del pueblo griego. Christine Lagarde, representante del FMI, con voz prepotente, ha dicho: Ninguna renegociación de la deuda, ninguna prórroga, ningún préstamo.
Este comportamiento de la troika es una táctica política dirigida a provocar la caída del gobierno de Tsipras. Un gobierno sin recursos, con limitadas posibilidades de maniobras, sin tiempo para consolidarse, podría perder apoyo popular y desplomarse. Con su caída esperarían un gobierno dócil y la frustración de los movimientos de cambio que tienden a consolidarse en España y en otros países europeos.
Grecia resiste. El pueblo griego lucha con coraje en esta desigual batalla. El gobierno de Tsipras ha manejado las negociaciones con absoluta transparencia y ha denunciado los atropellos al derecho y recurrido a la sensatez en las proposiciones. Los pueblos del mundo tienen el deber de brindar su apoyo y solidaridad.