El cañón de la pistola alemana sobre la sien griega

La firma del acuerdo por Alexis Tsipras es la resultante provisional de las insalvables contradicciones entre la voluntad de rechazo del pueblo griego a la troika y el deseo simultáneo de permanecer en la zona euro, de la necesidad de ganar tiempo para una alternativa viable y del poder financiero absoluto de Alemania para imponer sus políticas.

Sí o sí

Desde la madrugada del pasado lunes, fecha en la que el Eurogrupo arribó al "acuerdo" sobre la deuda griega, no he dejado de recordar el siguiente episodio personal.

En una noche cuartorrepublicana de 1976, de esas que los idílicos escuálidos recuerdan como "ausentes" de delincuencia, caminando por San Agustín del Norte, al cruzar una esquina topo con un hombre que, pistola en mano apuntando al suelo, se dirige a mí: "Pana, ¿me regalas dos bolívares?" Sin duda, ustedes comprenderán que ante esta "amigable" solicitud, busqué en mis desolados bolsillos y, para suerte del malandro y mía, más mía que del malandro, conseguí un billete de veinte bolívares que, de inmediato, le "regalé" al cobrador de peaje de pistola en mano.

Y es que la exhibición obscena de poder intimidante de Alemania en la "negociación" con Grecia, ante la aprobación obligada del resto del barrio europeo, no admite diferencias con el malandro que me toco en suerte. Con apenas un matiz a favor de éste último: Mostró más condescendencia; su pistola apuntaba al piso y no a la sien y sus palabras no fueron agresivas o amenazantes. En el caso del banquero alemán, la pistola estaba sobre la sien del pueblo griego, mientras vociferaba amenazas no sólo contra todo un pueblo sino contra el resto de países que cuestionaran su voluntad absoluta de dominación.

Y muy probablemente la imagen se queda corta. Quizás, la expresa mejor aquel suceso que trasmitió la televisión colombiana, hace algunos años, en donde vimos a una señora con un collarín de explosivos sobre su cuello y cuyos familiares debían conseguir, en veinticuatro horas, la suma exigida por los paramilitares para así evitar que activaran el detonante.

No hubo negociación, hubo extorsión

La troika cortó el flujo de liquidez para obligar al cierre de los bancos griegos. Pretendían la caída del gobierno. Hacerles sentir todo el poder de chantaje del sector financiero alemán, dueño y señor de la situación, beneficiario de los intereses, los préstamos y las ventajas de los acuerdos. Desde el lunes las bolsas europeas celebran el acuerdo, aumentan los índices de operaciones y rentabilidad y disminuyen los riesgos de insolvencia. Han hecho su agosto con la tragedia griega.

Hubo desconocimiento de los principios democráticos básicos que supuestamente orientan la Unión Europea. Les importó un comino la aplastante mayoría del pueblo griego que expresó su rechazo a los términos leoninos del acuerdo. Manejan a su antojo las instituciones. Sacan de la reunión de los ministros de finanzas al ministro griego y discuten sin su presencia asuntos fundamentales. Incluso, en las reuniones en que participa, le escuchan sin prestarle atención, o le miran como diciéndole: "Tienes razón en lo que dices, pero te vamos a aplastar de todas formas".

Los países en peor situación, los que han recibido rescates similares, en lugar de solidaridad con Grecia, se han convertidos en los más fervientes incondicionales de Alemania, temerosos de que el pueblo heleno tenga éxito y sus propios pueblos en sus países provoquen los cambios políticos necesarios para retar el poder financiero alemán y darle un vuelco a las negociaciones y los acuerdos.

El gran poder mediático de los centros de decisión europea ha logrado distorsionar lo que realmente ocurre con la deuda griega. Aquellos han convencido a sus pueblos de que los préstamos a Grecia han sido para aliviar las necesidades y carencias del pueblo griego cuando en realidad han sido préstamos que se otorgan los banqueros a si mismos para resolver su bancarrota u obtener ganancias extras; pero, en la operación el que paga es el pueblo griego. Incluso ahora, con este nuevo rescate, el dinero irá a la cancelación de deudas con los bancos, lo que acarreará nuevos intereses.

Grecia sola, sin la presencia solidaria de movimientos políticos en el seno comunitario europeo, sin fuentes de financiación alternativos en otras partes del mundo, sin una fuerza interna organizada e ideologizada para la revolución y la ruptura radical, no tuvo otra opción que firmar un acuerdo humillante, injusto y de terribles consecuencias para su economía y bienestar.

¿Syriza engañó al pueblo griego o burló su decisión? No. El pueblo estaba consciente que los intereses alemanes no estaban dispuestos a ceder. No obstante decidió plantarles cara apelando al valor de la democracia y al sentido de justicia. Y perdió porque la actual clase política europea está entregada a los intereses del gran capital y no le interesa ni valora la democracia. ¿Tsipras fue consecuente con la decisión del pueblo griego? Sí. Luchó a brazo partido por convencer a miembros de la Unión Europea, por buscar apoyo internacional dentro y fuera de la UE, por denunciar la manipulación, el chantaje, la ilegalidad y la injusticia asociada a la deuda y la necesidad de su reestructuración. Argumentó en contra de todas las condiciones que impone la troika. Pero no dependía de su voluntad los términos del acuerdo y el pueblo griego lo sabe. Por eso, pese a la frustración y la indignación no disminuyó el apoyo al gobierno de Tsipras.

Syriza debe aprovechar este breve respiro para ganar al pueblo a una salida del euro, a elaborar una estrategia que lo haga viable y apostar que avancen los movimientos de la protesta y el cambio en el seno de otros países europeos.

En realidad, la batalla con los frentes claramente definidos entre los pueblos contra el neoliberalismo, apenas acaba de comenzar una nueva etapa en Europa.



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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

 rhbolivar@gmail.com

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