La Alcaldesa de Barcelona, España, da concreción al programa de gobierno surgido de la consulta directa a los ciudadanos, a la vez que responde a las calamidades sociales que van apareciendo en el día a día de la realidad barcelonesa. El despliegue de esa acción de gobierno, limitada por un marco institucional y político lleno de trabas y presiones, confronta a quienes pretenden que se circunscriba a una gestión burocrática eficiente. Vale decir, a quienes aspiran a que se oriente hacia una administración de la ciudad en términos de mantenimiento de la infraestructura vial y funcionamiento de los servicios, dejando por fuera los problemas de orden político y social que afectan a la ciudadanía.
No obstante, su capacidad para crear espacio y tiempo para las reivindicaciones sociales ha conseguido salidas imaginativas, acompañadas de la organización y participación de la gente. He aquí tres muestras de esa capacidad desarrolladas esta semana.
Si se puede
El 29 de agosto pasado, Ada Colau toma la iniciativa de proponer una red de ciudades-refugio que acoja a inmigrantes llegados a Europa en los últimas semanas. Esta acción es una forma de romper la indiferencia y las posposiciones del Gobierno de Mariano Rajoy ante el drama de los refugiados que cruzan el Mediterráneo.
Argumenta así su proposición: "Abramos los ojos. No va a haber suficientes muros ni alambres que paren esto… O abordamos un drama humano desde la capacidad de amar que nos hace humanos, o acabaremos todos deshumanizados… Aunque se trata de un tema de competencia estatal y europea, desde Barcelona haremos todo lo que podamos para participar de una red de ciudades-refugio. Queremos ciudades comprometidas con los derechos humanos y con la vida, ciudades de las que sentirnos orgullosos."
Según esta propuesta -apoyada de inmediato por Madrid, Valencia, Sabadell y otras ciudades españolas-, los municipios impulsarán sus propios programas de acogida, asignarán recursos para ampliar los centros que les recibirían e implementarán el apoyo de la ciudadanía. La adhesión de ayuntamientos y ciudadanos creció rápidamente. Ya para el primero de septiembre la misma Ada Colau reseñaba en su blog las cartas de individualidades y organizaciones ofreciendo su apoyo. Para el 4 de septiembre, en un acto de masas, los numerosos asistentes, al grito de "¡Si se puede!", concretaban compromisos. https://www.youtube.com/watch?v=9iVLXQOV1bo&spfreload=10
Posteriormente, Alemania cambio su posición hacia los refugiados y, de inmediato, el subordinado Rajoy asumió la nueva política diciendo que España estaba dispuesta a recibir los refugiados que le asignara la Unión Europea.
Sanciones a los bancos
Multa a 12 entidades financieras que, a pesar de las exhortaciones del ayuntamiento para la ocupación, habían mantenido apartamentos vacíos por dos años. Igualmente se inicia el levantamiento de expedientes por conductas similares en otros 62 casos. Tal sanción se basa en la Ley catalana de Derecho a la Vivienda que, sancionada en el 2007, por falta de voluntad política no había sido aplicada a ninguno de los infractores. O, para decirlo con las palabras apropiadas, esa Ley había sido engavetada por los gobernantes alcahuetas de las fechorías de los bancos.
Igualmente atiende a las familias víctimas de desalojos. Para ello ha intervenido en la paralización de desahucios (expulsión a la calle de inquilinos o propietarios insolventes) y ha ampliado las ayudas para el pago de alquiler de los afectados. Todo esto acompañado de la construcción de apartamentos de alquiler, en un mínimo de mil al año, con el fin de ir solventando las dificultades de vivienda que confrontan los más pobres en la ciudad de Barcelona.
En fin, aprovechando los limitados recursos legales disponibles, se ha desarrollado el programa básico: Paralización de desahucios por razones económicas, ampliar el parque de alquiler social y sancionar a las entidades financieras que con afanes especulativos mantienen viviendas vacías.
Democracia versus nacionalismo
Los nacionalistas catalanes han hecho presión desde el mismo día de las elecciones del Ayuntamiento de Barcelona para que la gestión de Ada Colau asuma sus banderas. La respuesta ha sido apelar a la democracia. No llegó al ayuntamiento con el discurso soberanista sino partiendo de las necesidades y las luchas de los ciudadanos. El programa elaborado por la gente, en innumerables reuniones comunitarias, centra su acción en reivindicaciones fundamentales de la ciudadanía y de los derechos humanos básicos. "Nos comprometemos a no tomar decisiones en nombre de la ciudadanía… ", ha dicho. Consecuentemente, no ha dado apoyo a la iniciativa de los independentistas de que Barcelona se integre a la Asociación de Municipios por la Independencia. "Lo que cuenta no es qué opinan individualmente 11 regidores, sino qué opinan los vecinos de la ciudad de Barcelona", ha reiterado en franco toma de partido por la democracia.
Sin radicalismos infantiles ni cediendo a chantajes avanza acompañada del pueblo. Todas estas acciones han sembrado de fe los esfuerzos por construir una nueva mayoría que solvente los problemas de la sociedad española y alcance la necesaria renovación política y moral que igualmente necesita.