Venezuela sigue siendo el blanco del gobierno estadounidense, que no se resigna a que en este país existe una democracia participativa y protagónica, junto con un socialismo puesto en marcha, por lo que la soberanía reside en el pueblo que tiene el poder de decidir sobre su espacio.
Como consecuencia de que defendemos, hasta con la vida, nuestro territorio de injerencias extranjeras, somos víctimas de una guerra económica puesta de manifiesto en un acaparamiento de productos básicos y en la devaluación del bolívar mediante la subida del dólar negro, a través de una página web de movimiento oscuro.
A la guerra económica se le suma otro ingrediente, que no es nuevo porque ocurrió con el Comandante Eterno, atacar a personas claves del proceso revolucionario, así se hace ahora con Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.
Lo anterior forma parte de un coctel, de mezcla detonante. Esto no es casual, su fórmula ya ha sido probada. Por ello, su efecto es previsible y esperado. Y en concreto, en cuanto a los ataques a Cabello, diré qué se esconde detrás.
Leamsy Salazar, ex jefe de seguridad del asambleísta, lo acusa de ser cabecilla del cartel de los Soles. La vinculación –torpemente creada con el narcotráfico- forma parte de una estrategia de descalificación, que tiene por objetivo vulnerar la credibilidad y la confianza del pueblo venezolano en el chavismo, una vez que se acercan las parlamentarias.
A lo anterior se suma que Salazar declaró que vio y oyó, mas no mostró nada que probase lo que decía, con lo cual se pretendió hacer bulla momentánea para causar desconcierto con un efecto de corta duración.
Luego, se difunde tímidamente que las acusaciones son falsas, pero la falsedad poco importa, cuando, piensan, el objetivo se ha cumplido, crear un estado de consternación y desconcierto en la población votante con incidencia en los próximos comicios.
Recordemos lo que pasó con Hussein en Irak, cuando se dijo que contaba con armas de destrucción masivas, pero después de la invasión se descubrió que fue solo una estrategia para justificarla. Luego –también a causa de intereses económicos- se aplicó una fórmula semejante con Libia. Su principal ingrediente, reportes periodísticos falsos.
Es previsible que Salazar –un títere más de la Casa Blanca- cuente con la protección de la justicia gringa, como Posada Carriles, y cuanto malandro servil dispuesto a vender su patria por unos dólares malditos.