Con el debate en el congreso español para designar nuevo jefe de gobierno se han puesto de manifiesto muchas cosas.
Lo que resalta es la baja calidad intelectual de los "escogidos" por el pueblo para representarlo. Cuando uno pasa un tiempo frente al televisor, viendo y oyendo a aquellos oradores por TVE, o televisión española, pareciera hallarse ante un espectáculo que le es común, casi familiar. ¡Pobres pueblos, o mejor gente, que les imponen por quién votar!
Pero también asombra, que allá, en la tierra de Cervantes y García Lorca, del Cid Campeador, los heroicos guerrilleros o combatientes del Quinto Regimiento, los políticos no tienen qué decirle a la gente -¡cómo me gusta esta palabra desde que alguien dijo que a Aristóbulo la prefería a pueblo! – que por ellos votó.
Escuché al señor Pedro Sánchez, del PSOE, aspirante a la jefatura del gobierno, o lo que es lo mismo, entrar a vivir por un tiempo, lo que no es lo mismo que "por ahora", en la Moncloa, pronunciar un largo discurso lleno de vaguedades y ofertas tradicionales de todo político en campaña electoral. ¡Cómo se parecen!
"Haremos que el río Manzanares, este de Madrid, se vea tan hermoso y limpio como su tocayo de allá de Cumaná en las indias occidentales". Esto no lo dijo Pedro Sánchez, pero pudo haberlo dicho, tomando en cuenta la larga lista de ofertas que presentó y considerando que todavía le faltó mucho porque eran doscientas, según informó él mismo. ¡Cuánto le hubiese gustado a Acuña, gobernador sucrense, que Sánchez creara esa fantasía!
Ofreció acabar con todos los males. El desahucio, desempleo, inflación y etc., etc. Y hasta hizo una oferta para abordar el problema que España, como miembro de la OTAN, ha contribuido a generar y ahora paga las consecuencias; el relativo a las masivas migraciones provenientes de países como Libia y Siria, destruidos por la intervención militar directa o promovida, mediante el uso de mercenarios, por los miembros de aquella cofradía militar gringo-europea. Sólo, como suelen hacer los políticos, de allá y aquí, no especificó cómo haría para resolver todo aquel desastre que ellos mismos, seguidos, casi al alimón, por los del PP, han generado.
Aquella lista de ofertas, por supuesto, presentada dentro de un marco pobre y hasta miserable, cuesta decirlo, pero como gusta decir a los españoles, "al pan pan", bien parece al calificativo que le dio Rajoy, de "un fiasco".
La gente de Podemos me defraudó. Pablo Iglesias, quien inició su discurso con un chiste, diría que íntimo y de mal gusto, que nadie o casi nadie entendió, en el que invirtió un precioso tiempo, pareció estar de acuerdo con las ofertas de Sánchez, sólo que éste insiste en mantenerse fiel al "texto constitucional", lo que alega para no hacer concesiones ante los reclamos de los grupos autonomistas de Cataluña y el país vasco. Resulta que estos votos hacen falta para que Sánchez, pactando con Podemos, pueda formar gobierno. De donde uno pudiera pensar que Podemos lo que en verdad quiere es, acabando de nacer, estrenarse como gobierno. Sospecha que aumenta cuando uno escucha a Pablo Iglesias, casi suplicar a Sánchez que "por favor, entienda que esos grupos autonomistas no son monstruos". Es decir, Iglesias, quien había creado en mí ciertas expectativas me defraudó, fue tan vacío como Sánchez y el mismo Rajoy. Además pareció mendigando por un pacto.
Pero vayamos a lo del título. Al parecer, en debate anterior, un orador de los diputados de Cataluña calificó a los miembros del grupo Ciudadanos, con quien Sánchez se acordó pero sin lograr los votos necesarios, de haber sido franquistas.
Es decir, en el debate de marras salió Franco y Bahamonde, el mismo si se quiere padre de la constitución que devolvió el trono del reino de España a un miembro de la dinastía de los borbones, la misma que el "Caudillo por la gracia de Dios", nunca quiso reconocer desde que derrotó a las fuerzas republicanas. Eso sí, cuidó que Juan Carlos se fuese preparando para servirle a los suyos una vez que muriese. En efecto, muerto Franco, de quien los españoles llegaron a creer no moriría nunca, el heredero e impuesto, porque el régimen anterior a Franco fue republicano, asumió como rey de verdad. Mientras tanto, en vida de Franco, el señor Manuel Fraga, ministro suyo y hombre de confianza, se encargó de mantener organizado el franquismo, por lo que en 1976, menos de un año después de la desaparición del Caudillo, fundó lo que ahora es el PP (Partido Popular), del cual forman parte Aznar y Rajoy y hasta hace poco quienes integran la organización conocida como Ciudadanos, la misma con quien Pedro Sánchez ha acordado. Desgracia la de España y los españoles, haber tenido que soportar a Franco y los franquistas y tener ahora, como fuerzas políticas más votadas, a un partido oligárquico, franquista y monárquico que se llama "Popular" y otra con la connotación de socialista tras la cual oculta sus compromisos con quienes destruyen a España, atropellan a los trabajadores y hacen política con la OTAN para destruir otros países. Es una perogrullada advertir que el PP en esto último también está metido hasta la coronilla y más allá.
Ante aquel calificativo que el catalán aplicó a Ciudadanos, estos saltaron a protestar por aquello que creyeron una infamia. "Más franquista serán ustedes", pudieron haber dicho los de Ciudadanos a los catalanes diputados y a los vascos, pueblo este último sometido a genocidio por Franco, lo que dejó plasmado el vasco inmortal Pablo Picasso, en su célebre cuadro "Guernica".
No son franquistas, los del PP y Ciudadanos, pero son herederos de Manuel Fraga y más que de éste, de Franco. Pedro Sánchez, del PSOE, que de paso como dijimos cometen fraude al llamarse socialistas, se apega a la constitución franquista que restituyó la monarquía. Pese que el PSOE, partido fundado en 1789, por Pablo Iglesias -¿será obra de la casualidad?- originalmente fue un "Partido de la clase obrera" y sufrió una brutal represión del franquismo por eso y la adhesión a la república.
Lo único que falta para darle brillantez, lucidez a aquel circo es que los reyes, el que abdicó y quien ahora pone sus sentaderas en el trono, señalado por alguien como franquista, tome aliento y le espete:
¡Franquista serás tú!