El 13 de junio se cumplen 203 años de la proclamación del "Decreto de guerra a muerte", un mal necesario anunciado por el brigadier Simón Bolívar (futuro Libertador). Esta proclama fue dirigida a los conciudadanos venezolanos en la ciudad de Trujillo en el año 1813. Al recordar tal efeméride lo hago en virtud de las aciagas declaraciones contra Venezuela del gallego Mariano Rajoy, jefe de gobierno del reino de España.
Con esta evocación no intento sugerirle al presidente MM la activación de aquel Decreto, dado que supongo que aquellos momentos de desolación y barbarie están superados. Aquellos tiempos de cuando Boves y Antoñanza le cortaban a las orejas a los patriotas o a los ciudadanos que nada tenían que ver con la guerra, o la acción de coser por las espaldas a dos soldados, o la de descuartizar a machetazos a inocentes creaturas, o la de empalar vivos a los prisioneros, o la de pasar por las armas a poblaciones enteras, presumo que son etapas superadas. Estas acciones obligaron a Simón Bolívar a activar dicho decreto que convirtió al territorio venezolano en verdadero pandemónium.
La genética nos informa que la herencia se manifiesta en la conducta de los hombres y las mujeres, preservando los genes con carácter recesivo que en algún momento se exteriorizan. Está claro que la naturaleza no es perfecta y no es capaz por si misma de rechazar de las hélices del ADN los genes malos y mantener solo los buenos. Por esa razón los genes malos se conservan, se preservan y se trasmiten de generación en generación por muchos siglos. Tengo la certeza que los genes de Monteverde, José Tomás Boves, Antoñanzas, Francisco Tomás Morales, Morillo…entre tantos verdugos de la nuestra época de Independencia, se trasmitieron y en la actualidad se hacen presentes en la estirpe de José María Aznar, Mariano Rajoy, Felipe González y García Margallo. España ha parido hombres célebres, verdaderos humanistas como Cervantes, Tirso de Molina, Quevedo, Calderón de la Barca, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, García Lorca..., pero estoy seguro que por las venas de los políticos aludidos no circula ninguna gota de sangre de estos escritores y poetas. Será por eso que a los hombres buenos no les interesa la política.
Las declaraciones recientes del gallego Rajoy (sin intenciones peyorativas. Santiago de Compostela, lugar de nacimiento del aludido, es la capital de la Galicia) me hace elucidar que el jefe de gobierno español olvidó que el 1821 se libró la batalla de Carabobo y en 1823 el almirante Prudencio Padilla ganó la batalla naval del lago de Maracaibo. Con estas ofensivas se puso fin a la dominación colonial española sobre Venezuela. No creo necesario recordarle al su "señoría Mariano" de la cantidad de males que la Corona Española le trajo a América, comenzando con la religión opresora, las enfermedades transmitidas a nuestros indígenas que acabaron con una mayoría de la población, el robo descarado de tierras, el asesinato de millones de indígenas, los monopolios instaurado por la compañía Guipuzcoana que impidió el desarrollo de la economía de este país, la imposición del monocultivo, el asentamiento de la esclavitud de indios y negros, la imposición del modelo de castas, en fin, faltarían paginas para describir cada uno de estos males. A tal efecto, si las deudas hay que pagarlas restarían muchos años para que el reino de España solventara tanto daño que la maldad ibérica le causó a estas tierras vírgenes.
No creo que a la presidencia, en algunos casos, se llega por aguda inteligencia, si eso fuera el caso Rajoy no hubiese llegado a la jefatura del gobierno español, lo mismo aseguro de Aznar. Juzgo que el cerebro del gallego Mariano está carente de materia gris, que desconoce lo que ocurre en Venezuela, que no aprobó la asignatura de política exterior, o en el peor de los casos, hay aciagas intenciones soterradas en sus continuas declaraciones contra Venezuela y contra el presidente MM. Afirmar que Venezuela se trasformó en un problema de seguridad para España, a imitación del decreto de Obama, es una soberana estupidez y de seguro en la promulgación de esta necedad el mandatario español disimula oscuros designios. El verdadero problema que infringe la seguridad de los hispanos se llama Mariano Rajoy.
Señor Mariano, no se preocupe por los españoles que viven en Venezuela, el presidente MM no ha activado ni piensa activar el Decreto de Guerra a Muerte. Si hubiese venido a La Candelaria (parroquia de Caracas) el 29 de mayo del año en curso y hubiese visitado cualquier restorán o tasca, se podía ver a los residentes de zona (la mayoría españoles o herederos de españoles) dando vivas a los goles a los jugadores del Real Madrid. En la mesas de los fanáticos del futbol observé a un gallego devorando una apetitosa butifarra, una pareja vasca disfrutando de un cocido gallego, unos fanáticos sevillanos llevándose a la boca una cucharada de una gustosa paella acompañada con una cerveza o una sangría y los más pudientes, un tinto del marqués de Murrieta. En ningún momento observé sobre la mesa un rifle de asalto Kaláshnicova para protegerse de la ofensiva chavista, mucho menos atisbé una granada. Tampoco descubrí algún catalán resguardado por un fúsil ametralladora para protegerse de las mesnadas de los colectivos bolivarianos, quienes con sed de sangre pretenden, según Rajoy, iniciar un progrom contra los hinchas del Real Madrid. A todos los atisbé disfrutando pacíficamente del juego, compartiendo con algunos venezolanos amigos del gobierno y de la oposición. Señor Rajoy La Candelaria es una hermosa parroquia, no un gueto.
Lamentablemente, por extraña razón, la genética escoge los peores caminos y no solo los de "pura casta", como la de Rajoy y la de Aznar, heredan los genes ignominiosos, también los mestizos sacan a relucir lo peor de la estirpe y por sus venas circulan fluidos de hemoglobina de nuestros antiguos verdugos. Por ser nuestro país receptor de grandes oleadas de inmigrantes, hoy por hoy en nuestra AN hay diputados opositores descendientes de diversas etnias europeas y de otros continentes. Desgraciadamente pareciera que algunos de estos ediles dan rienda suelta a lo peor de su genealogía. Alguno de ellos evidencian la maldad de los antiguos conquistadores peninsulares que arrasaron con nuestros pueblos originarios; quizás los descendientes de lusitanos tienen la zarpa de los funestos bandeirantes que esclavizaron y destruyeron los pueblos originarios de Brasil, Uruguay y Paraguay. Entre los diputados de la MUD de nuestra AN habrá uno que otro heredero árabe, aquellos que cazaban negros africanos para vendérselos a los "cultos" europeos y si hay algún mestizo con sangre italiana, de seguro que por su vena corre el plasma del Duce Mussolini.
Espero que los lectores no tomen el párrafo anterior como la locura de un chauvinista a ultranza o un racista despiadado que menosprecia las etnias provenientes del otro lado del charco. Pero cuando observo en nuestra AN a los diputados de la derecha aplaudir con deleite a un aspirante español a la presidencia, no puedo olvidar las afrentas de la corona española que aún se mantienen vivas en la mente de los herederos de algunos de los líderes de la burguesía monárquica. Pienso en nuestros ediles opositores como unos reptiles que se arrastran ante sus amos. Cuando observo a los diputados de la MUD rendirse con sumisión ante el secretario general de la OEA Luis Almagro, se desvanece en mi mente la venezolanidad de nuestros congregantes y doy por seguro que detrás de todo esto se persiguen aciagos compromisos que lesionan la soberanía de Venezuela. Juzgo que por las venas de aquellos traidores apátridas que se sientan en los curules de la AN circula la sangre de los antiguos bárbaros europeos.
Los enemigos de Venezuela perduran y permanecen activos por una única razón: porque en las entrañas de nuestro país se resguardan inmensas riquezas y las usureras corporaciones internacionales quieren ponerle las garras. A quienes lean este artículo les recuerdo que el rey Fernando VII era un Borbón y el actual rey Felipe VI pertenece a la misma estirpe de nuestro antiguo verdugo, una casta oligárquica enemiga de nuestro Libertador y de Venezuela. No nos debemos confundir y tampoco nos dejemos engañar.
Me despido con unas palabras de un loco afortunado como fue Federico Nietzsche quien afirmó: "La vida es un manantial de goces; pero donde a canalla bebe deja envenenada la fuente". Es bueno recordar que los españoles bebieron de un rico manantial llamado Venezuela y aspiran continuar abrevando.