Al Secretario General de la Unión de Naciones del Sur (Unasur)

Carta Abierta Urgente al Excelentísimo Sr. Presidente Ernesto Samper

Caracas, 20  de Junio de 2016.

Estimado Presidente Samper:


Mediante la presente misiva le saluda afectuosamente y con mucho respeto, a la vez que le felicita por su rol de promotor de un inaplazable diálogo, el antropólogo y lingüista Dr. Esteban Emilio Mosonyi, un viejo amigo que actualmente se desempeña como Rector de la Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca, en nuestro hermosísimo Estado Bolívar. Le digo cariñosamente amigo por haber coincidido con Usted en distintas oportunidades, la más reciente de las cuales fue en Valledupar, en ocasión de un hermoso Evento en honor del Vallenato y de los Vallenateros; donde nos cupo compartir una conversación deliciosamente informal en compañía de nuestro común amigo, el antropólogo y dirigente wayuu Dr. Nemesio Montiel Fernández.


Fruto de gratas reminiscencias, lo medular del planteamiento que deseo hacerle reside en la necesidad absoluta y perentoria de ampliar lo más posible el Gran Diálogo Nacional por la reconciliación entre los venezolanos y la solución de nuestros graves problemas. Debemos contar con la legítima participación de los más variados movimientos y actores sociopolíticos, culturales, educativos, científicos, gremiales, empresariales, sindicales, estudiantiles, deportivos y otros, mucho más allá de los dos extremos en pugna permanente: Gobierno y Oposición, a secas. Es preciso evitar así discriminaciones y exclusiones de cualquier índole, escuchando con atención la voz de todo un pueblo ansioso por trascender la sola Democracia Representativa encaminándose hacia una Democracia Participativa y Protagónica. Tal como lo establece el espíritu y la letra de nuestra Constitución Bolivariana, legada por ese gran Presidente que fue Hugo Chávez Frías, quien abrió una nueva etapa en nuestra historia.


Todos los hechos apuntan en el sentido de que dos interlocutores extremadamente polarizados y monotemáticos –cuyo lenguaje incendiario es suficiente para prender una Guerra Civil, si es que no la tenemos todavía- no bastan para comenzar a resolver la hipercompleja crisis existencial que estamos atravesando. Para empezar, tienen muy poca voluntad de diálogo, lo que tratan de justificar a partir de dos relatos casi inamovibles. El Gobierno se considera poco menos que perfecto y al abrigo de cualquier crítica y autocrítica. Según su versión ortodoxa, el principal si no el único impedimento verdadero para alcanzar la Suprema Felicidad del Socialismo del Siglo XXI es una implacable guerra de última generación, cuyos protagonistas son el Imperio Norteamericano   -por obra del Eje Bogotá-Miami-Madrid- coordinado por Uribe, Obama y Rajoy en confabulación con la oposición venezolana devenida en Asamblea: tildada de apátrida, traidora, asesina, fascista, criminal y, por supuesto, no merecedora de reconocimiento alguno y menos aún de un verdadero status dialogante. Frente a la guerra política, económica y mediática inducida –continúa el relato oficialista- la mejor forma de resistencia que puede ofrecerle el pueblo venezolano              –revolucionario y bolivariano-  es una rebelión total. Esta se concibe originalmente pacífica pero  no escatima ninguna forma de lucha, incluyendo la guerra larga  y asimétrica con cualquier tipo de armamentos, hasta lograr el triunfo final sobre el Imperio o, en su defecto, hasta que se muera       -siempre rodillas en tierra- el último venezolano o venezolana. Sin restarle méritos a nuestra Gesta Independentista de inicios del siglo XIX, convendría refrescarnos la memoria para recordar que en la misma murió la mitad de la población venezolana y más del 90% de la población indígena.


Enfrentando esta postura oficialista, el relato opositor -mutatis mutandis- ofrece una muy similar catadura apocalíptica. Según su criterio prevalente, aquí no hay necesidad ni posibilidad de diálogo alguno, porque la única respuesta válida ante la crisis es la salida inmediata del Presidente de la República, la liberación –prácticamente indiscriminada- de los presos llamados políticos o de conciencia, junto a otras demandas unilaterales. La oposición insiste en la recuperación total –sin contrapeso alguno- del poder político y económico amenazando con arrasar todas o la mayor parte de las importantísimas conquistas populares y beneficios logrados durante la Presidencia de Hugo Chávez: En materia de soberanía nacional, enaltecimiento sin precedentes de las clases y sectores más oprimidos y excluidos, la lucha contra la pobreza, la educación gratuita para todos y a todos los niveles, el reconocimiento constitucional de los pueblos y comunidades indígenas y afrodescendientes, una política de salud gratuita y universal. Es de lamentar que muchas de estas políticas se estancaron y retrocedieron –a veces enormemente- a partir del segundo decenio de este siglo, en particular.


Nadie con uso de razón podría negar los efectos deletéreos del bajón de los precios del petróleo, particularmente en un país secularmente extractivista y rentista como el nuestro. También son ciertos los ataques y presiones inmisericordes que el Gobierno Bolivariano recibe desde el exterior, al igual que los tan graves como múltiples errores y desaciertos de las políticas opositoras. Pero todo esto no alcanza para encubrir las fallas internas del propio Gobierno y sus aliados, atribuibles a factores como la incompetencia, la corrupción, el sectarismo, el populismo exacerbado, un centralismo autoritario, la militarización de la vida civil, incluso un lenguaje impolítico, agresivo y grosero; junto con otros errores tan repetitivos en los socialismos realmente existentes. Recordemos que estos –a través de su historia- siempre se han negado a superar y subsanar sus limitaciones, tanto estructurales como coyunturales. Ahora bien, sin crítica, autocrítica, un miligramo de humildad y el reconocimiento pleno de otros actores políticos, sociales, económicos y culturales no es posible llegar a una gobernabilidad  estable y sostenible.


Con su habitual sindéresis Usted afirma, Presidente Samper, que el Gran Diálogo Nacional tiene que realizarse desde ahora mismo y sin ningún condicionamiento previo. Como colombiano Usted sabe mejor que nadie que las larguísimas reuniones entre la Delegación Oficial encabezada por el propio Presidente Santos y toda la plana mayor de la FARC se han venido realizando, hasta hace muy poco, en pleno ambiente de enfrentamiento militar con un tremendo saldo de muertos, secuestrados y actos terroristas de toda índole: mientras tanto las partes se hablaban y se requete-hablaban en Oslo y en La Habana. En mi calidad de discípulo de los palabreros pütchipü´ü del pueblo wayuu –hoy reconocidos como patrimonio no material de la humanidad, gracias a una gran iniciativa de las instituciones colombianas en unión con las organizaciones indígenas- también creo saber que el correcto diagnóstico y las propuestas de solución para los grandes problemas tienen que anteceder a la asignación y personalización de responsabilidades concretas; lo cual saldrá inevitablemente a flote si se analiza cada situación en forma idónea. En consecuencia vamos a dialogar, a deliberar, a buscar soluciones reales a lo que hoy está sucediendo en el país: el desabastecimiento, la inflación indetenible, el altísimo costo de la vida, la inseguridad y criminalidad cada día más asfixiantes, la insuficiencia del aparato productivo, la crisis interminable en materia de salud y medicamentos, de la educación a todos los niveles; y lo demás que no cuenta con espacio suficiente en un lenguaje epistolar, mas no por ello deja de ser materia de conocimiento y dominio colectivos.


No; el diálogo no es la gema que corona los acuerdos después de haberse producido. Es la condición sine qua non para que los participantes –que tienen que ser suficientemente numerosos y diversos- se conozcan y se reconozcan, discutan y debatan todos los problemas relevantes mucho más allá de los intereses particulares de cada sector, sin sacrificar propósitos, ideales ni principios. Los pueblos indígenas y sus aliados tenemos muchísimo que aportar. Por favor, déjennos participar.


Ahora, sobre todo, hay la necesidad inexorable de hacer oír nuestra voz. El Presidente Maduro, seguramente con la intención de obtener una gran cantidad de divisas para enfrentar la carencia de liquidez, lanzó recientemente el Decreto N°2248 sobre el mal llamado “Arco Minero del Orinoco”,  proyecto de megaminería que abarca una extensión mayor que la República de Cuba. El mismo afecta un complejo ecosistémico sumamente vulnerable de origen precámbrico de nuestra querida Guayana y la Gran Sabana, violando así la Constitución y la Soberanía Nacional: lo digo sin faltar el debido respeto a la majestad presidencial. Se trata de un exabrupto antiambiental y antiindígena de alcances geocidas –un golpe mortal para nuestra biodiversidad y sociodiversidad- que pondría además en peligro inmediato el abastecimiento de agua potable y el servicio eléctrico en todo el país. Sus efectos letales se extenderían sobre todo el Planeta. Sin descartar la minería donde fuere viable, hay fuentes de divisas mucho más sustentables, seguras y hasta más rentables para cubrir nuestras necesidades más urgentes. Con estas palabras se despide de usted, abrigando  las mejores expectativas, su amigo de siempre Dr. Esteban Emilio Mosonyi, Antropólogo y Lingüista, Rector de la Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca.
 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2537 veces.



Esteban Emilio Mosonyi

Antropólogo y Lingüista. Rector de la Universidad Experimental Indígena del Tauca


Visite el perfil de Esteban Emilio Mosonyi para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Internacionales


Revise artículos similares en la sección:
Venezuela en el Exterior