Tendemos a la subjetividad, generalmente, sustentada sobre el desconocimiento de los hechos históricos en cuanto nos abocamos a exponer ideas sobre temas muy específicos que son más dramáticos cuando las ideologías pululan nuestras reflexiones, pensares y conclusiones subjetivas. Es evidente que nos estamos refiriendo a la historia política en un país concreto y en un momento histórico específico; es decir, es, sí se quiere en abuso conceptual, realizar un análisis positivista-dialéctico cuando nos asomamos al hecho histórico concreto nacional pero obligándonos a relacionarlo con el "todo histórico" que influye sobre ese análisis histórico-político aspirado. No es tan complicado de comprender cuando vamos a la realidad concreta saliéndonos del mundo etéreo de las especulaciones ideológicas y dogmáticas, como suele suceder en política.
El proceso anti-capitalista lo podríamos, en atrevimiento intelectual, periodizar en varios espacios históricos, aparentemente, muy bien definido tanto desde lo conceptual como de su praxis política. El impacto del proceso de imposición lógico-histórico del capitalismo conllevó en su seno la reacción intelectual crítica a la praxis que se vivía, fundamentalmente, en Gran Bretaña y en el continente. Pero lo curioso, en nuestra visión, sería que al tiempo que Karl Marx analizaba el proceso histórico de la evolución natural (sic) de las sociedades históricas, cuando analizaba sus propias vivencias tanto británicas como continentales, se sucedían escenarios que transcendieron a la propia historia tanto regional como nacional cuando nos referimos a la Comuna de París. Es decir, que la Historia se expresaba no solo desde el pensamiento reflexivo sobre el impacto objetivo de esa nueva realidad socio-económica bien descrita por Charles Dickens en sus novelas en desarrollo urbano en el "EastEnd" londinense, ese espacio citadino donde vivían la comunidad pobre judía londinense en nuestros tiempos aquellos, sino que las sociedades se inquietaban y alteraban ante los desmanes que se suceden en tiempos borrascosos de transición histórica cuales, por necesidad de supervivencia, se terminan imponiendo no solo quienes tienen la verdad sino quien tiene las voluntades de permanecer atemporalmente.
En segundo periodo lo podríamos ubicar en ese proceso de cambios políticos que se iría gestando en la Rusia de los Romanov hasta el triunfo de los mencheviques, primeramente, para la toma del poder por parte de los bolcheviques. Sí dejamos en el tintero la realidad de la Primera Guerra Mundial europea y el fuerte y profundo impacto que tuvo esa bélica y muy sangrienta realidad sobre las tropas rusas imperiales y su regreso a casa, a la madrecita, no lograremos comprender el proceso revolucionario antes descritos; es decir, ese diálogo de lo sociológico y la política rusas sería el importante escenario que permitiría que, primeramente, "el pueblo ruso en sus obreros y campesinos convertidos en soldados desmovilizados" impulsaran "a lo político" hacia la toma del poder cual, en segunda instancia, significaba, a su vez, el derrocamiento del status quo feudal-monárquico-imperial y expansionista que significaba el mandar de los Romanov con lo cual se imponía en el continente europeo una realidad en oposición al proceso consecuencial socio-económico que significó, en última instancia, la Revolución Industrial británica. Es decir, irrumpía en la teoría política mundial un nuevo concepto político, económico e ideológico contrapuesto a los paradigmas desparramados por la intelectualidad liberal que expresaba los parabienes del capitalismo temprano.
Es decir, en tempranía histórica el sistema capitalista se vio impactado por realidades conceptuales contradictorias a sus propios y fundamentales paradigmas estructurales. Es curioso cuando reflexionamos sobre el largo proceso de pervivencia del sistema feudal que no se vio impactado por su propia contradicción fundamental en el sistema capitalista excepto por esos tempraneros vestigios que se expresaron en los burgos, fundamentalmente, en los espacios geográficos teutones y en la Reconquista castellano-leonesa. Esa objetiva realidad, inmediatamente, produjo un proceso real de confrontación brutal entre ambas realidades: la realidad política de los países al occidente de Rusia con la propia realidad en curso en la ya denominada como la Rusia bolchevique.
Resulta intelectualmente muy curioso reflexionar sobre cómo se logró la permanencia del gobierno bolchevique ante los tempraneros ataques que tropas británicas realizaban desde las zona del Mar Báltico. Cómo lograron mantenerse ante el bloqueo inclemente, la persecución y acusación ideológica, el saboteo y el asesinato. Era la realidad objetiva de la confrontación de dos maneras de aspirar a convivir en el marco de las realidades socio-económicas: la de la masa obrera, fundamentalmente, en el incipiente capitalismo europeo frente a las realidades participativas de las masas obreras y campesinas heredadas de las políticas del imperio Romanov.
Es de imperativa realidad que el liderazgo conciliar presente en los primeros tiempos de la revolución rusa lo permitió fundamentalmente el liderazgo de Vladimir Ilich Lenin. Es decir, solo y solamente la conjunción de un liderazgo conciliar y líderes con claridad política se pudo alcanzar no solo la permanencia sino la consolidación del proceso revolucionario ante los embates externos que hoy lo podríamos denominar como interferencia en los asuntos internos y terrorismo de los estados capitalistas de aquellos tiempos históricos; es decir, que la realidad en su praxis cotidiana debe ir siempre acompañada por la profunda y objetiva reflexión en cada momento de sus contradicciones en revolución.
Las reflexiones académicas liberales estaban clarísimas sobre el impacto real, político, ideológico y de contradicciones imperiales en la presencia de un gobierno asimétrico a los paradigmas liberales como lo representaba el gobierno de los obreros y campesinos de la Madre Rusia. El solo título, inmediatamente, producía un impacto sico-social en el novel sector obrero del capitalismo en desarrollo europeo, fundamentalmente, pero ese pensamiento anti-bolchevique debía erradicar desde la misma raíz conceptual en su praxis socio-política en todos los posibles escenarios donde se pudiera manifestar el "bolchevismo temprano".
Cuando nos trasladamos a la Historia conocemos que esas contradicciones se expresaron en dos escenarios diferentes: en la aspirada Alemania de Rosa Luxemburgo y en China. Conocemos la realidad y consecuencias que se sucedieron en la Alemania (Sebastian Haffner. "La Revolución Alemana de 1918-1919". Inédita Editores. Barcelona, 2005, pp. 231) pero muy poco, nos diríamos, prácticamente, nada, conocemos del desarrollo del proceso revolucionario en China en aquellos tiempos primarios de la Revolución Bolchevique.
Desarrollar para demostrar históricamente el significado que representó China desde los últimos años de la dinastía Qing hasta el 4 de mayo de 1919 para el capitalismo mundial en su proceso de expansión imperialista requeriríamos, prácticamente, un texto académico novelado. Por ello nos permitimos ir directamente al tema que nos concierne, por ahora.
En China en la fecha histórica referida se encontraban en escena social varios paradigmas sicológicos en el consciente tanto en el sector intelectual chino como en el inconsciente colectivos de la población: los "Tratados Desiguales" que significaban, en última instancia, la praxis del imperialismo en China; un proceso intelectual-académico-filosófico de ideas occidentales en sectores académicos chinos que habían sido llevadas a aquella realidad intelectual por Bertrand Russel, Rabindranath Tagore, Karl Marx en sus tempranas versiones "no densas" y, por último, el impacto sico-social-intelectual de la Revolución Bolchevique en su expresión de "gobierno de obreros y campesinos".
Nos vamos a permitir un otro salto histórico para poder entrar en tema. La intelectualidad china venía reflexionando sobre tanto los contenidos del Manifiesto Comunista como las tesis publicadas en China en diferentes idiomas de los pensamientos-propuestas de Vladimir Ilich Lenin. Entre los pensadores se encontraban tres de los fundadores del partido comunista -PCCh-, Chen Duxiu, Li Dazhao, Mao Zedong y un importante grupo de anarquistas. Aquellos primeros intentos de conformación de grupos políticos representaban más círculos de estudio que grupos políticos strictu sensu. Es decir, objetivamente, los líderes mencionados desconocían las variables necesarias e importantes para la conformación de un partico político como partido político ni siquiera como "movimiento de masas". Gracias a la presencia de representantes de la Internacional Comunista como Sneeviet, Maring, Borodín, entre otros, se pudieron alcanzar, primeramente, acuerdos para la conformación de un partito político que tendría luz en aquel caluroso mes de julio de 1921 con un documento considerado naïve y radical según las propias tesis de la Internacional. Es decir, en el texto del primer documento emitido por el recién fundado partido ya se contenían las contradicciones político-ideológicas con la Internacional Comunista.
Al imponerle la Internacional Comunista al PCCh sus tesis de la "revolución burguesa" y la necesaria aceptación del "Frente Unido Nacional" de clases sin considerar las realidades sociológicas y económicas imperantes en China, el proceso revolucionario chino entraba, obligatoriamente, en una necesaria e importante contradicción no solo ideológica sino socio-política que iba a impactar el proceso tempranero revolucionario que se expresara en la segunda mitad de la década de los años 20 junto a, en el marco político-ideológico-mundial, la Internacional Comunista impondría a sus adscritos mundiales un modelo político de revolución según se entendían las etapas por las cuales transitaba el sistema capitalista mundial.
Es decir, según las variables expuestas más arriba, debemos precisar varias realidades. En primer lugar, el "Frente" fracasa por razones conceptuales contenidas en la "lucha de clases" que estaban, primeramente, latentes en la sociedad china para, posteriormente, desarrollarse esa contradicción en la medida que el sector militar de las derechas del partido nacionalista chino, Guomindang, lograra el control de la guerra en la denominada como "Expedición al Norte". En segunda instancia, "la obediencia" a la Internacional Comunista y sus políticas más de carácter internacional que sustentada sobre los propios intereses revolucionarios nacionales que Mao Zedong supo leer con precisión meridiana junto a Chen Duxiu y Li Dazhao; realidades que llevaría al PCCh a tener no solo que aceptar sino que obedecer políticas que eran frontalmente confrontadas y superadas por el líder del Guomindang, Chiang Kaishek, con reacciones cuales producirían más de 10 mil asesinatos de cuadros comunistas solamente en la ciudad de Shanghai gracias a la colaboración de las mafias verde y blanca shanghainesas. En tercer término, ante las contradicciones arriba expuestas, los cuadros del PCCh tomaron la decisión de desarrollar lo que se ha denominado como el "putchismo chino" cual no solo terminó en total y sangriento fracaso político-militar sino tuvo como conclusión y cierre de la primera etapa de la historia del PCCh, la "Comuna de Cantón" y el soviet campesino en la provincia de Guangdong, ambas realidades en total fracaso político-militar con importantes impactos negativos en los sectores obreros.
Es decir, la obediencia ciega y la ignorancia a y de la Internacional Comunista produjeron dos consecuencias: el retardo del proceso revolucionario chino y la imposición de la política del "Frente Unido Nacional" sobre conceptos errados desde el análisis simple de los importantes y fundamentales intereses nacionales revolucionarios.