Si entendemos por progresismo “aquellos gobiernos que han intentado cambios en lo que fue el Consenso de Washington pero nunca aspiraron a trascender el Capitalismo en su base extractiva y financiera” (Raúl Zibechi), pudiera dar esta definición como acertada. Allí Zibechi ubica a Brasil (la de Lula y Dilma); Uruguay (la de Pepe Mujica); Argentina (la de los Kirchner); Ecuador (la de Correa); Chile (la de Allende); Paraguay (la de Fernando Lugo) y no ubica a Venezuela (la de Chávez y Maduro ni a Bolivia (la de Evo). Con respecto a estos dos últimos considero que deben formar parte de esta lista, Evo con discurso agresivo, pero con la minería y el gas como principal fuente de ingreso y Venezuela también con discurso agresivo pero con el extractivismo (ahora la minería) como principal fuente de ingreso además de transferir miles de millones de dólares al sector privado, lo ubican en este equipo de gobiernos progresistas ya que en la distribución de la riqueza nacional fueron tomados en cuenta los sectores populares y combatió la pobreza al igual que todos los gobiernos progresistas de la región. Se logró acumular un inmenso apoyo de los sectores populares, de allí la reelección de varios de ellos. Hoy la realidad es otra, un extraordinario diseño geopolítico de gobiernos de Estados Unidos apoyados por factores de derecha de cada país, fue socavando las bases del progresismo, uno a uno han ido cayendo desde Allende con un golpe militar agresivo; Fernando Lugo con un golpe parlamentario al igual que Dilma, a Cristina la despojaron en elecciones libres y democráticas, es decir, la derecha logró captar a la mayoría; Evo fue castigado por sus aspiraciones reeleccionistas y Correa dio un paso atrás y decidió no postularse a un nuevo período. Nicolás ha perdido base popular, en suma, ningún gobierno progresista trascendió el Capitalismo si no que se sumaron a él.
Se plantea entonces si el progresismo fue (o es) una regresión o un paso adelante, no tengo duda en que ha sido un paso adelante, pues, jamás los sectores populares hubiesen logrado avances significativos en su vida cotidiana, así en Brasil 22 millones de personas salieron de la pobreza, en Venezuela 3 millones de familias han tenido acceso a una vivienda digna. En Bolivia los “indios” ahora son el poder y así sucesivamente. Entonces, ¿por qué han caído en desgracia? el caso es que no se puede avanzar ya que “agotamos por depredación extractivista el inmenso reservorio de energía política y social acumulada. Energía de carácter ético” (Paulo Arantes), por corrupción generalizada y que conste aquí no incluyo a los líderes sino al dejar hacer, y al hecho de dedicarse a administrar la renta en vez de transformar a la sociedad, esto nos volvió frágiles (Suely Rolnik), no entendieron que la realidad del Capitalismo es la constante de construir mitos ofreciéndonos un Paraíso y para ello las fuerzas subjetivas nos provocan la necesidad del consumo lo que implica la producción de mercancías donde las transnacionales hacen lo suyo.
Uno a uno han ido cayendo los gobiernos progresistas y no podía ser de otra manera, cuando el discurso va por un lado y la subjetividad de las masas por otra, el sistema hace de las suyas. Todos a excepción de Evo, no se preocuparon de empoderar a los sectores populares del gobierno real, de los poderes fácticos, de darles poder de decisión, de transferirles lo que en justicia les corresponde, de dar a cada cual según sus necesidades, por el contrario centralizaron los recursos y lo que es peor se apropiaron de las decisiones para dictar alejando al proletariado de su papel histórico como clase y al poder popular de su empoderamiento necesario, es por ello que el progresismo mostró sus debilidades ante un sistema coherente, con claridad ideológica, de clase y de objetivos.
Hoy las clases medias y los sectores populares de América toda quieren ser Donald Trump, no Cristo, ni el Papa Francisco, ni como Simón Bolívar, Chávez, Mariátegui, ni Martí. La búsqueda de un sistema de gobierno justo sigue en nuestra búsqueda, lo cierto es que el progresismo no cubrió las esperanzas de los pueblos y el Capitalismo tampoco. La izquierda latinoamericana tiene la palabra.