Desafortunadamente ganó el NO en el plebiscito por el Acuerdo de Paz entre las FARC-EL y el Gobierno colombiano. Esta negociación pondría fin a un conflicto armado de alrededor de 50 años.
El No le conviene a los factores de poder de los EEUU concentrados con siete bases militares en ese territorio bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, mientras los cultivos ilícitos se han multiplicado.
Luego, no es casual que Andrés Pastrana, antes del plebiscito, se pronunciara en contra del Acuerdo argumentando que no solucionaría el conflicto ni ayudaría a la recuperación del país. Álvaro Uribe también cuestionó el documento. Ambos son aliados de la derecha internacional, que sigue el guión injerencista de los Estados Unidos.
Desde Norteamérica, financian el estado paramilitar: les conviene la guerra para saquear Colombia con el consentimiento de su oligarquía. El Acuerdo representaría el fin del cese al fuego; aseguraría la incorporación en la sociedad de las FARC-EL y su legitimación política. Luego, sin duda, permitiría un equilibrio en el debate político colombiano, inexistente por el totalitarismo derechista.
Además de lo anterior, los medios de ese país vendieron que el Sí representaba el triunfo del castro-chavismo. Lo mismo que pasó en España para favorecer a Rajoy. Para excluir, mal utilizan a Venezuela donde hay supuestamente “tiranía” pero curiosamente los tíranos hacen de la paz su política.
Su mensaje, si votamos por las negociaciones de paz; terminaremos como Venezuela. Y evaden que desestabilizan económicamente a nuestro país.
En resumen, no triunfó el Sí porque no ha habido una diplomacia de paz y diálogo como en Venezuela. Y menos participación popular como acá, sino una abstención electoral estratégicamente promovida por una élite. Sin embargo, se ha avanzado: las víctimas del conflicto se pronunciaron a favor de una solución pacífica.
