Donald Trump es un burgués de rancia estirpe y pocas ideas propias. Las que expresa, son las de la derecha más reaccionaria en política. Ideas para la exclusión y el segregacionismo, ideas fascistas… Es decir, más ideología que otra cosa: falsa conciencia. Él, más dedicado a los negocios, a la explotación y a la acumulación de capital, que a la política, llegó a ésta arropado por el aval Republicano que se supo abanderar de la opción antipopulista que necesitaba desplazar al guapachoso y “premio nobel” Barack Obama de un poder que nunca debió ocupar (aunque esto sea un “pensamiento inútil”, como lo llaman los sicólogos sociales del ANT, por sus siglas en inglés –Automatic Negative Thoughts–) ya que ¡lo que pasó, pasó!
La victoria electoral de Donald Trump, el pasado martes 8 de noviembre, que le conduce a ocupar de inmediato la Presidencia de los Estados Unidos, pudiera estar sustentada en el TRUMPco del victorioso, lo cual no significa, directamente, que sea su empresa, su “compañía” la ganadora en esta contienda. La ganadora es la trampa, el TRUMPco de una alianza transnacional de capitales que están convencidos de que la única victoria y perpetuación del dominio del capital, es y será a través de la fuerza, de la imposición de la raza aria, del regreso de los catiritos, del despliegue político y militar del fascismo.
De otra manera no se entiende esta “contundente” victoria, contra todo pronóstico. La derecha, ensayada sobre experiencias penosas, como la de Peña Nieto en México o Mauricio Macri en Argentina, copa terreno. Se instala torpemente en el parlamento venezolano y ataca –tal como lo señalábamos arriba- con pocas ideas y mucha virulencia.
Pancadas de ahogado, argumentan quienes se sienten más convencidos de que se avecina el apocalipsis imperial capitalista. Pudiera ser. También se puede imaginar una reoxigenación del dominio del capital y una recuperación de sus fuerzas, avanzando sobre terrenos copados democráticamente y en paz, por progresistas, revolucionarios, izquierdistas, bolivarianos, chavistas.
Nuestra reflexión social no quiere ser voluntarista, premonitoria ni especulativa. Para nosotros se trata de transformar la realidad y por eso lo hacemos desde el pensamiento crítico. Donald Trump es todavía una “caja de sorpresas” que, sin dudas encierra en ella muchos trucos, de esos que le llevaron a la victoria electoral para ocupar la presidencia, pero también de esos que están por ejecutarse, con pases hipnóticos, ante nuestros ojos. Seguro que los pueblos rebeldes y antiimperialistas van a descubrir que todo ha sido truco, poro TRUMPco. Ojalá no sea demasiado tarde.