Frontera colombiana de billete y gasolina

"Colombia le debe la paz a Venezuela, le debe la paz a Hugo Chávez"

Senadora Piedad Córdoba

Son numerosos los capítulos de la historia sobre las relaciones entre Colombia y Venezuela a los cuales hemos hecho referencia, sobre todo los vinculados a escenas que recogen episodios de atentados y puñaladas traperas, los cuales gracias a perdón y perdón, ha soportado la Patria de Bolívar de su hermana gemela, la heredera de de Francisco de Paula Santander.

No es casualidad que desde la llegada de la Revolución Bolivariana con el Comandante Hugo Chávez se han activado las más disímiles campañas y componendas contra nuestro país, inspiradas en las últimas décadas en el mayor exponente de las tesis santandereanas, como lo es el antioqueño Álvaro Uribe Vélez.

En artículo titulado "Frontera abierta o cerrada, igual nos roban" al referirnos a una medida de cierre de frontera ordenada por el Presidente Nicolás Maduro y señalar juicios de valor sobre la delicada situación expresamos lo siguiente (ver Aporrea con el citado título):

"La verdad es que la apertura de la frontera con Colombia abre el camino para una nueva situación que debemos calificar como normal entre dos países hermanos y civilizados; pero lamentablemente, a la luz de la historia y la diplomacia, los signos que han caracterizado nuestra relación con el vecino país no han sido tan amistosos, a pesar de que los defensores de la actual apertura tiendan a calificarla como "frontera viva"".

No estábamos equivocados al hacer referencia al término "frontera viva" utilizado desde hace muchos años para justificar, diplomáticamente hablando, las relaciones entre los dos países.

Históricamente sabemos que desde la muerte de El Libertador en Santa Marta en 1830 se produjo la separación de las dos repúblicas y surgió así un pugilato entre Caracas y Bogotá, el cual con diferentes signos se ha mantenido en el tiempo y renace por ciclos, para destapar viejas conductas negativas que como fantasmas reaparecen para destruir cualquier signo de armonía que experimenten las relaciones entre los dos países hermanos.

Estamos conscientes de que no todo el pueblo colombiano odia a Venezuela, muy a pesar de la insistencia de ciertos líderes enemigos de la paz, quienes propician la desunión entre los dos países y abogan por la guerra en su propio país.

Estos personajes a medida que transcurre el tiempo han sido aplastados por la realidad, al imponerse los verdaderos intereses superiores de Venezuela y Colombia, los cuales están por encima de intereses mezquinos de individuos, quienes pululan en un ambiente de guerra y bajo los dictados del imperio, alimentado por la droga, el tráfico de armas, la trata de blancas, el contrabando de billetes y la gasolina, ingredientes que estimulan la intriga permanente entre los dos países.

No es casualidad que siempre que se ha buscado un acercamiento entre el suelo bolivariano y el santandereano, aparecen fantasmas que destruyen cualquier avance o búsqueda de armonía, para enlodar la frontera que supera los 2.219 kilómetros con el caos o la violencia.

En realidad en la "frontera de los vivos" siempre la peor parte la ha llevado Venezuela, incluso hasta en el número de muertos que han caído en sus linderos. Todo producto de la actuación de los más ilegales grupos de negocios turbios que allí pululan, gracias a la impunidad del país de Santander el cual se niega a colaborar con el orden y la legalidad en la zona fronteriza.

Venezuela ha sido paciente y honesta en su diplomacia fronteriza y su actuación ha estado motivada por la política del buen vecino que no ha encontrado un recíproco trato sino al contrario, en cada episodio ha recibido desaires y violencia, hecho que pareciera intrínseco a los dos países en la frontera.

Hoy nuevamente cuando se cierra de nuevo la frontera producto del actuar impune de los ladrones del papel moneda venezolano, el gobierno del Presidente Nicolás Maduro acude al gobierno de Juan Manuel Santos, para que de una vez por todas modifique la decisión del Estado Colombiano y elimine la Resolución Nº 8.

Esta decisión de equiparar el cambio monetario en Cúcuta a diferencia del Banco República de Bogotá, es un ingrediente que altera las relaciones fronterizas las cuales se han sido afectadas.

Mejorar esta situación pondría en su lugar el auténtico valor de cambio del peso en relación con el bolívar y equilibraría las transacciones de la frontera, las cuales han sido alteradas por el efecto de "dólar today" y el "dólar Cúcuta".

La actual realidad al igual que en anteriores ocasiones no ha cambiado y por eso lo manifestamos en anterior artículo titulado "Frontera abierta o cerrada, igual nos roban":

"Hoy se abre un nuevo capítulo a la luz de los tiempos futuros. Si bien ante la actual situación provocada desde Cúcuta con el dólar today y el contrabando aupado por paramilitares y vende patria venezolanos, quienes han hecho del bachaqueo de nuestros alimentos y materias primas, la gasolina y el gasoil un negocio, esperamos una respuesta sincera y positiva del gobierno de Juan Manuel Santos".

No podemos seguir en el jueguito de permitir que pasen para Colombia productos de la dieta básica (alimentos, medicinas y combustible) gracias a la vista gorda de los verde oliva venezolanos y luego sean regresados, muchos de ellos (en especial los alimentos), como contrabando ante los ojos de las autoridades colombianas.

En la frontera entre Colombia y Venezuela existe un círculo vicioso donde la complicidad pareciera ser su aliada a todos los niveles. Son muchos los acuerdos que al más alto nivel se han alcanzado y numerosas las firmas que se han estampado al surgir una novedad fronteriza, pero las mismas han pasado a ser un saludo a la bandera.

Venezuela en su largo trajinar como República independiente guarda un expediente que debe ser muy bien conocido en su pasantía por la Cancillería por el Presidente de la República Nicolás Maduro; así como los tratados limítrofes, en los cuales nos han timado. Igual existen actuaciones o episodios donde siempre "a cada traición surge un perdón y a cada perdón le sigue una traición".

¡Por favor! los venezolanos no debemos seguir haciendo el papel de ridículos ante la situación fronteriza. No podemos aplaudir el triste papel de los pimpineros colombianos de la gasolina, avalados como cooperativas por el gobierno colombiano para que saqueen nuestro combustible, mientras en el Táchira y en el Zulia se hacen largas colas.

No podemos congraciarnos con los carretilleros del vecino país, cargados de billetes de 100, quienes ahora desesperados los ofrecen hasta por 50 bolívares c/u, para que dichos billetes puedan ser regresados a los bancos venezolanos antes de que se conviertan en basura.

No podemos permitir que el dólar Cúcuta y el "dólar today" sean aceptados libremente en territorio colombiano, a sabiendas del Gobierno del Presidente Santos que es un hecho que está causando un grave daño a la economía venezolana.

No podemos permitir que "Gente del Petróleo" en el país vecino, esté aupando la explotación de yacimientos fronterizos para abultar de barriles la economía colombiana; aun al precio de quebrar sus propias empresas en el territorio del vecino país. ("Pacific Rubiales")

No podemos permitir que los carteles de la droga colombianos sigan utilizando nuestro territorio como plataforma para el viaje de la cocaína hacia los mercados de las islas del Caribe, Europa y los Estados Unidos.

No podemos permitir que ahora cuando tenemos la soga al cuello, gracias a la manipulación del dólar, el peso y el bolívar por la Resolución Nº 8 de los gobiernos de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe Vélez y de Juan Manuel Santos, se desangre nuestra economía y los venezolanos sigamos sonriendo al ritmo de la sonrisa de la canciller colombiana María Holguín.

Las relaciones entre Venezuela y Colombia merecen una evaluación seria y ser puestas en su lugar con un protocolo de altura, a la luz de los nuevos tiempos y muy lejos de la Cosiata de Páez y de la sombra de Francisco de Paula Santander.

La nueva relación comercial y diplomática entre los dos países bolivarianos debe estar inspirada en los nuevos tiempos del tratado de paz de La Habana y bajo los signos que abraza hoy el pueblo colombiano.

Debemos buscar un nuevo enfoque en nuestras relaciones con Colombia por parte del Presidente Santos hacia la Venezuela bolivariana y más ahora, cuando está envuelto en la aureola de su nuevo premio "Nobel de la Paz".

¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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