Al pueblo palestino y libanés

El estigma de ser judío

A Moisés y Jesús, figuras bíblicas
A Marx, Trosky y Freud, figuras históricas
A Ana Frank, Julius y Ethel Rosenberg, figuras emblemáticas

Si algo puede quedar claro de esta hecatombe en el Medio Oriente es que la civilización occidental está en una profunda crisis. Y cuando hablamos de esta civilización nos referimos a las tres grandes culturas monoteístas que están en guerra en estos momentos. Pareciera que el mundo estuviera signado a vivir una inmensa brecha entre el discurso y la práctica, entre lo interno y lo externo, el contenido y la forma, lo que aprendemos y recordamos, entre el interés y los valores, lo individual y lo colectivo, entre lo que se cree y lo que se piensa. ¿Cómo se explica que un pueblo que vivió lo que se ha dado en conocer como el holocausto judío ahora reproduzca las mismas escenas de terror que ellos vivieron? ¿Cómo se explica que los pruritos de superioridad de una raza que contiene las concepciones nazistas, se vean reflejadas casi idénticamente en las concepciones sionistas, cuando allí se habla de un pueblo elegido?

Ahora es el pueblo palestino el chivo expiatorio

Algunas respuestas las encontramos en alguna bibliografía consultada y otras, en nuestra propia reflexión sobre el quehacer histórico y el desarrollo de la especie humana. Según algunos autores, la ideología nazi se construyó sobre una amalgama de ideas religiosas donde se partía de una supuesta edad de oro del pueblo alemán, origen que los hacía superiores al resto de las demás naciones y justificaba el exterminio de quienes consideraba inferiores. El sionismo, una ideología político-religiosa, de corte racista, también parte de una creencia similar, el pueblo judío es el elegido por Dios, lo que lo hace superior a los demás y bendice sus acciones para salvar a los impíos. Ya San Pablo hubo de enfrentarse en varias oportunidades a esa concepción anacrónica que diferencia a los hombres, cuando se atrevió, bajo la crítica de los más ortodoxos, a extender el mensaje de Jesús en sus epístolas a los gentiles (romanos, corintios, gálatas, filipenses, efesios, colosenses) considerados por los judíos como razas impuras.

El mismo cristianismo tuvo que enfrentarse como víctima a estas concepciones excluyentes heredadas de sus antecesores, cuando por un lado fuera perseguido con toda fiereza por el imperio romano y los sionistas de aquella época y por otro, actuara como victimario y sin piedad cuando intentara exterminar a las civilizaciones indígenas en nuestro continente con el argumento de que no tenían alma. Por no hablar de la inquisición del medioevo. En extraña sucesión e intercambio de roles, casi todas las naciones han pasado por ese perverso ritual de venganza heredada. De víctimas a victimarios, de victimarios a víctimas. Me vengo no en contra de quien infligió una ofensa contra mí, me ultrajó o me humilló sino contra otro, generalmente el que considero más débil. El chivo expiatorio. Antes para el alemán, fue el pueblo judío. Ahora para el sionismo, es el pueblo palestino.

Y para vengarme debo tener “el” control, mucho poder

Tal como Goebbels en la Alemania hitleriana, el sionismo pretende en la actualidad controlar las grandes cadenas de telecomunicaciones, agencias de noticias, trasnacionales del espectáculo, editoriales, entre otros mecanismos de control ideológico. Y entiéndase bien, cuando se habla de sionismo no se está hablando del pueblo judío. Se está hablando de un movimiento político-religioso-expansionista, de una ideología, de un sistema de creencias y valores.

Ya Vladimir Acosta ha insistido hasta el cansancio en todas sus conferencias, foros y disertaciones radiales que los judíos europeos y estadounidenses fueron perseguidos por su pensamiento de avanzada en lo político, científico y en lo cultural. Hoy lo serían por los propios sionistas, quienes verían en ellos algún defecto de concepción, un peligro, pues sólo son judíos los que vienen de vientre judío, ni siquiera semita, pues los palestinos también lo son. Un excelente ejemplo constituye el caso del asesinato de Julius y Ethel Rosenberg, ambos comunistas de origen hebreo, quienes fueron llevados a la silla eléctrica en Estados Unidos con el visto bueno de la alta jerarquía judía. Otro extraordinario ejemplo conocido por todos es el del maestro Jesús quien fuera crucificado por precisamente ir en contra de la ortodoxia judía en quienes prevalece los rituales, la sangre y el sacrificio por encima de la compasión, la igualdad y el amor.

El sionismo vendría a ser un fundamentalismo judío. Así como hoy Bush representa el fundamentalismo cristiano y comparte muchas de las tesis del pensamiento nazifacista. Por eso hoy son aliados. Paradójicamente, hablan el mismo idioma y tienen los mismos intereses. Ahora bien, el sionismo tiene una ventaja a su favor. Mientras un venezolano, un francés ó un australiano no dejan de serlo por tener un pensamiento nazista o ser cristianos, cualquiera de ellos, si es de origen judío, puede pasar a ser un ciudadano israelí si es su voluntad. Y he allí el problema. Si no me equivoco la única nacionalidad que se identifica sólo por su origen político-religioso, es la judía. Eso no ocurre con los musulmanes o los católicos. Cada uno tiene una nacionalidad aunque compartan tradiciones y religión.

ccl8@hotmail.com


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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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