China: dogmatismo revolucionario y crisis nacionalista

Curiosamente, el Comandante Fidel Castro Ruz mencionaba, quizás, con cierta frecuencia, en tiempos precisos, sobre la importancia de estudiar aquel muy interesante escenario guerrillero en la "Base Jiangxi-Guandong" (Jinggangsha, denominada como República Soviética China), donde su liderazgo revolucionario-guerrillero se sustentaban en Mao Zedong, Zhu De, Yang Zhangkun, Chen Yi, incluso, Lin Biao, base revolucionaria que se confrontaba con el Comité Central radicado en la ciudad financiera de Shanghai, Comité Central dirigido por Zhu Enlai, Bo Gu, Zhang Wentian, Qiu Qubai como también los denominados como "los estudiantes retornados" procedentes de Moscú.

Nos expresamos con el vocablo "curiosamente" cuando consideramos que el Comandante Fidel nunca hablaba por hablar pero siempre sugiriendo frente a realidades en curso y concretas. Pero cuando nos adentramos al simple análisis de lo arriba expuesto, inmediatamente, salta a la vista la confrontación del modelo revolucionario entre aquella tesis influida desde Moscú frente a lo que, aparentemente, pareciera ser la más objetiva tesis revolucionaria ante y frente a los fracasos de los levantamientos putchista que se desarrollaron durante el año 1927, expresiones militaristas posteriores a las persecuciones y asesinatos de la dirigencia comunista ordenados por Chiang Kaishek en conjunción con las mafias blanca y verde y el oportunismo de una izquierda, supuestamente, radical radicada en la ciudad de Wuhan. Fidel, analista sesudo, siempre captaba los errores y los dogmatismos.

Pero, cómo se llegó a esa confrontación entre la rigidez condicionada e interesada de los dirigentes radicados en Shanghai, dirigidos desde y según los intereses geopolíticos de Moscú y el realismo nacionalista de aquellos dirigentes provinciales que consideraron que, posterior a la "Comuna de Cantón" y la base guerrillera en la provincia de Guangdong, la realidad objetiva revolucionaria de la sociología china encontraba su centro fundamental, inevitable realidad, en el campesinado chino por encima del "obrerismo exagerado" y, supuestamente, obrerismo radicalizado; siendo un campesinado no solo profundo, históricamente, en su conciencia social como también en lo objetivo-referente en su número poblacional frente a una masa obreril para aquellos específicos momentos históricos bajo los cuales se exponían las realidades socio-económicas de China como país semi-colonial.

Es decir, desde lo teórico-revolucionario, la objetividad sobre lo nacional marcó, cara a futuro, el propio proceso revolucionario que se desarrollaría en China aún e incluso después del triunfo de la Revolución China (1949) incluyendo las políticas impulsadas por Deng Xiaoping con la "reforma y apertura" (diciembre, 1978); es decir, el propio proceso revolucionario siempre es y será el proceso dialéctico entre la estructura y la super-estructura revolucionaria. A buen entendedor…

En Historia nada es casual, nada salta a la realidad objetiva por pura casualidad, es decir, tratemos de no confundir aquello que desarrolló el historiador británico y comunista, Edward H. Carr, en su libro, "Qué es la Historia", sobre el "hecho histórico" con la dialéctica de la realidad. Es decir, podríamos analizar una curva de crecimiento económico entre dos puntos (integral) de la curva propuesta pero ello no implica que pudiéramos precisar el futuro comportamiento social en su consecuencia analítica; es decir, ni somos adivinos y vemos el futuro. Al tiempo, en líneas generales, en cuanto el discurso histórico, por propias limitaciones de todo tipo, casi siempre y en líneas generales solo "leemos la Historia desde una sola acera"; es decir, el análisis dialéctico del "hecho histórico", en líneas gruesas, contienen la lectura no solo limitada sino interesada según las intencionalidades del Poder y las ideologías en pugnas ideológicas.

Ello significa que para un diseño de una proyección probable revolucionaria, el factor humano es la base fundamental de y en la incidencia del propio proceso revolucionario en estudio, lo que implica, obligatoria y necesariamente, tratar de alcanzar el logro de su éxito revolucionario en un contexto como el actual y en aquel expuesto más arriba cuando el factor conceptual "imperialismo" está no solo implícito sino es la variable fundamental e, incluso, más importante en su contradicción paradigmática en el desarrollo de cualquier proceso revolucionario nacional con sus lógicos impactos allende fronteras históricas.

Es decir, sí no se comprende en profundidad la dialéctica del desarrollo de la política de "reforma y apertura" mal se puede comprender no solo el proceso chino en los pasados 30 años como tampoco, realmente, comprender lo significativo de la presencia de Donald Trump en Asia en el marco de lo que hemos denominado como la "fase superior del imperialismo" en el proceso cuasi-natura del sistema capitalista de buscar, permanentemente, su perfectibilidad en lo que hemos denominado como la actual reingeniería del sistema capitalista mundial.

Dicho lo inmediato anterior, es de necesidad perentoria tratar de comprender porqué Mao Zedong y otros líderes chinos, vista las experiencias alcanzadas desde el Primer Congreso del Partido Comunista Chino, PCCh, tomaran las decisiones de confrontar el proceso revolucionario desde una base montañosa y campesina como modelo único y preciso para la revolución china.

Como por ejemplo, podríamos inquirirnos sobre la realidad de la economía industrial rusa en lo inmediato posterior al triunfo bolchevique en aquel octubre (noviembre) del año 17. Ello, en nuestra consideración, nos lo podría explicar con clara y transparente objetividad la pintura consecuencial que se desarrollara en la nueva estética revolucionaria.

Es decir, a pesar de declarar un Gobierno de obreros, campesinos y soldador, el factor social "campesino", tal como sucediera en China, ha sido factor fundamental revolucionario en ambos procesos revolucionarios. Además, en los escenarios post-triunfo revolucionario ha sido la variable "campesina" la que ha contribuido con su acumulación a las necesarias inversiones en lo indispensable industrial-nacional. Ello le ha permitido, curiosamente, tanto al Japón como a Taiwan lograr alcanzar sus modelos de desarrollo industrial obligantes.

Lo explicativo anterior tiene su razón de ser cuando nos adentramos al contenido del primer documento aprobado por el Primer Congreso del PCCh en aquel julio de 1921. En nuestro muy personal criterio "un purismo revolucionario" junto con "un dogmatismo seudo-ideológico" y un lógico nacionalismo chino influyeron en dicho contenido documental referido.

Pero ello no significó que no se posesionaran dos vertientes ideológicas a lo interno de las discusiones. La primera vista la realidad objetiva de ser un partido que representaba no más de 56 cuadros a nivel nacional en una población de unos 400 millones de habitantes y de ser, fundamentalmente, compuesto por un liderazgo intelectual, provincial y citadino, por lo cual a propuesta de uno de los factores políticos a lo interno del partido comunista chino fuera la de trabajar con el componente social de los intelectuales chinos con la finalidad de ir construyendo un partido político con un liderazgo de avanzada. El otro sector proponía que el trabajo debía de realizarse entre la masa obrera urbana (Hans J. Vade Ven. "From friend to comrade". The founding of the Cinese Communist Party, 1920-1927), quizás más influenciado por aquella realidad de dependencia conceptual e ideológica que representaban las presencias de las industrias foráneas acantonadas en territorio chino; es decir, ambas tendencias "puristas" en ningún momento consideraron que el factor fundamental revolucionario para la China de aquellas temporalidades históricas era el sector campesinado chino. En ese orden de ideas, sería interesante analizar sí durante el proceso revolucionario venezolano que se desarrollara durante los gobierno de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni el análisis "campo-ciudad" fue el correcto.

Otra de las variables que se presentaron en las discusiones de aquel primer congreso sería sí se aceptaban las propuestas provenientes desde Moscú y desde la Tercera Internacional sobre alcanzar un acuerdo político con el partido nacionalista de Sun Yatsen, Kuomintang (Guomindang), para la conformación de un frente nacional que se enfrentara a los poderes imperiales, a los compradores transformados en una burguesía adscrita a los intereses foráneos y a los "señores de la guerra" (warlords), tal como lo proponían en el seno de los primeros días de la celebración del referido congreso, Maring y Nikolaevsky, el primero representando a Moscú mientras que el segundo a la Internacional en su sede del Buró del Lejano Oriente en la ciudad de Irkutsk.

Fue por demás evidente, visto en la distancia, que aquel novel partido comunista, en su pureza revolucionaria, aún cuando se aceptaban las influencias lógicas de la Revolución Bolchevique y de Moscú, se rechazara alianza alguna con aquello que no encuadrara con las tesis leninista fundamentales.

En ese orden y en lo lógico del propio proceso de crecimiento como partido político, sería durante la celebración del Tercer Congreso de PCCh cuando se aceptara una curiosa alianza con el Kuomintang sustentada en "la unión por dentro, la unión por fuera", cual explicaremos en nuestro siguiente texto.



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Miguel Ángel Del Pozo


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