Nota: El asunto nicaragüense no parece tan lúcido, menos en blanco y negro, como para manifestarse fácilmente partidario de una u otra posición. Los argumentos que se manejan a favor y en contra del gobierno conducen a cualquiera medianamente exigente, comedido y ajeno a compromisos automáticos, a la confusión e inevitable prudencia. Los personajes que producen informaciones contra lo que llaman la "dinastía Ortega-Murillo", en veces son muy respetables por su trayectoria, incluso dentro del campo de la izquierda y la llamada Revolución Sandinista, como otros descalificados en sus roles de representantes de la derecha de aquel país y vínculos con los gobiernos de Estados Unidos y el viejo somocismo. Los sectores que al parecer lideran en la calle las protestas, en su origen y por las formas de lucha, hasta en expresiones elementales, como vestimenta, armamento, procederes, tienen demasiada similitud con lo acontecido en Venezuela. Aquellos mismos personajes, nos referimos a quienes opinan e informan, sobre todo los primeros, se muestran contradictorios, al presentar al gobierno Ortega-Murillo en connivencia con EEUU, tanto como estar preparando en secreto con el mismo factor una salida para mantener eso que Sergio Ramírez anhela y llama la "estabilidad". El gobierno nicaragüense, contrariando lo que hizo constantemente en el pasado, sorprendió absteniéndose en la OEA en la votación con respecto a Venezuela. Pero también, aquellos que hemos calificado de "respetables", parecieran excusar la intromisión de EEUU en los asuntos de su país con tal de deshacerse de alguien a quien veladamente acusan de estar en concordancia con quien le quiere tumbar. Como lo hacen en Venezuela quienes están dentro de la estrategia global, no de salir de Maduro, asunto menos importante, sino de ponerle manos a Venezuela, desintegrarla y minimizar cualquier foco de resistencia a su política injerencista. Advierto al lector que, como este trabajo por extenso, aparecerá en dos partes, esta nota estará en ambas como una advertencia sobre nuestra posición.
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Sergio Ramírez, muy calificado intelectual que apoyó oportuna y valientemente al movimiento sandinista en plena guerra contra Somoza, escribió la excelente novela "Margarita, está linda la mar", que le ha dado varios premios, entre ellos el Cervantes del 2017. Novela en la que con un manejo inteligente, atractivo, ágil y nada complicado del lenguaje y los tiempos, habla de las peripecias de unos luchadores clandestinos que planifican y ejecutan un atentado contra el viejo "Tacho" Somoza y también introduce aspectos pocos conocidos de la vida del gran poeta nicaragüense Rubén Darío que la literatura oficial no divulga por ocultar la imagen o aquella propensión del romanticismo de hacer de hombres como él, con virtudes y defectos, absolutamente "intachables", como transparentes. Margarita, la niña a quien Darío escribió el poema que contiene el título de la novela, resultó ser la esposa del iniciador de la dinastía, instalada por EEUU, que gobernó a Nicaragua, como si fuese una hacienda familiar, donde las personas eran como pobladores de la manada de animales de aquella, hasta el momento del ascenso de los sandinistas al poder. Este Sergio Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua en el primer gobierno encabezado por Daniel Ortega, en cuyo gabinete estuvo como Director de Cultura el también poeta nicaragüense y cura jesuita Ernesto Cardenal. Pero este Sergio Ramírez rompió con el FSLN encabezado por Ortega y hasta presentó su propia candidatura presidencial para competir con éste, antes de la última elección. Para algunos, sin hacer referencias concretas, sino fundamentándose en ese sólo hecho, hablan de "pactos de Ramírez y los suyos con la derecha", refiriéndose al llamado Movimiento de Renovación Sandinista", el cual también recibió el apoyo de Cardenal.
Lo que intentamos dejar establecido es que personajes muy respetables, provenientes del mundo intelectual nicaragüense, con enorme figuración en las letras de nuestra lengua y particularmente de la izquierda, han asumido, desde años atrás, posiciones opuestas a Daniel Ortega.
Pero debo advertir que más adelante nos ocuparemos de dejar constancia e invitar al lector a evaluar los argumentos de Fernando Cerezal, expuestos en la revista "Contexto", que el lector puede hallar mediante el siguiente enlace:
https://www.aporrea.org/internacionales/n327387.html
Tuvimos acceso a ese trabajo casi al terminar éste, lo que en buena medida no cambió nuestro objetivo sino que aumentó nuestras dudas acerca del equilibrio con que sectores que se asumen de izquierda ventilan el asunto nicaragüense y nos obligó a un esfuerzo mayor. Es posible, no estamos en capacidad de negar las razones que existan para disentir y hasta oponerse al gobierno de Ortega-Murillo, y menos si ellas las esgrimen desde la izquierda, pero es obvio que lo hacen dentro de un mar de contradicciones, como intentaremos mostrar a lo largo de este esfuerzo.
Otras personas, ajenas a quienes hemos mencionado, han hecho críticas desde la óptica izquierdista al ahora presidente nicaragüense, como el manejo demasiado personalista y grupal de la política y el Estado. También han señalado como negativo que Ortega se haya sustentado en grupos económicos promovidos por el sandinismo mismo, en virtud de la fuerte oposición que en su primer gobierno le hicieron los empresarios. Para el académico norteamericano Steve Ellner, debemos colocar este asunto en su justo "contexto". Es decir, la promoción de ese nuevo sector empresarial, según él, obedece justo a la estrategia de atenuar y hasta enfrentar esa oposición de la vieja clase que controlaba la economía y hace alusión a lo que en Venezuela en tiempos de Chávez se llamo la "Boliburguesía", promovida para no entregar los dólares preferenciales a los integrantes de Fedecámaras. Decisiones derivadas, en Nicaragua, de la fuerte lucha de los "Contras", destinadas a tumbar al gobierno, financiado por el sector empresarial interno de fuertes lazos con el somocismo y el gobierno de EEUU presidido por Reagan. En Venezuela, por las huelgas empresariales promovidas por Carmona Estanga y Carlos Fernández de Fedecámaras y Carlos Ortega de la CTV (Confederación Venezolana de Trabajadores) y el ulterior golpe de Estado del 2002, que convirtió al primero de los nombrados en presidente-dictador de Venezuela por 48 horas. En esto estuvieron Bush, Obama y ahora míster Trump.
Por ejemplo, Bayardo Arce, un periodista nicaragüense, comandante del movimiento guerrillero FSNL, supuestamente dirigente revolucionario, a partir de los años noventa del siglo pasado, devino en un importante empresario, según algunas informaciones, con recursos provenientes de aquella organización y ejército popular. Tal aseveración se encuentra con este enlace, pero debo advertir que el propio Ellner, nos aseguró la veracidad de tal información:
https://es.wikipedia.org/wiki/Bayardo_Arce_Casta%C3%B1o
Este ex guerrillero y ahora empresario, junto con otros del mismo origen, estarían entre quienes apoyan y le dan sustento de clase al gobierno actual de Daniel Ortega y le intentan ofrecer una imagen distinta a la que ostentó en su primer gobierno de enemigo del empresariado y el capital.
Por cierto, en el "policlasismo" de AD, se hallan antecedentes de esa práctica que convirtió en dirigentes del partido, representantes en los puestos legislativos, en nombre del mismo, a muchos empresarios, como Carmelo Lauría y Beto Finol.
En los tres casos mencionados, pareciera que la experiencia, que debía resultar en diversificación e impulso del aparato productivo, básicamente porque ahorraría divisas y hasta intensificaría ingreso de estas a través de exportaciones no tradicionales, ajenas al rentismo y la generación de empleos, en un robustecimiento de la soberanía, o lo que es lo mismo trascendería el simple discurso antiimperialista y pasaría a los hechos, no resultó como se esperaba. La nueva clase terminó siendo tan parasitaria como la ya existente y la corrupción sobrepasó los niveles anteriores.
En medio de los asuntos expuestos anteriormente aparecen de nuevo las figuras respetables, hasta "históricas y emblemáticas" de Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez. En este caso hablaremos del segundo, recientemente entrevistado por el diario "La Jornada" de México, reproducida en Aporrea. Ver enlace https://www.aporrea.org/internacionales/n327295.html.
Dicho personaje, respondiendo al periodista una pregunta relacionada con las protestas o "tranques", como les llaman en Nicaragua, "guarimbas", en Venezuela y la represión gubernamental de la cual hablan muchos medios, que a uno le hace dudar a partir de la experiencia venezolana, lo que aquí ha sucedido y lo que se ha informada al exterior, responde, refiriéndose a Ortega, diciendo que eso acontece:
–Por la absoluta confianza que tiene en él mismo, en su poder. Ponte en la posición de alguien que controla el Poder Judicial, que se supone que controla el ejército, controla la policía, las fuerzas paramilitares, controla al fiscal del Estado, al procurador del Estado, a la Contraloría de Cuentas, controla la Asamblea Nacional y entonces empiezan las represiones. Es un acto natural del poder absoluto y la bola de nieve comienza a crecer y él no se detiene.
En verdad, lo que dice Ramírez, que esas cosas constituyen "un acto natural del poder absoluto", tiene sustento en la teoría. Pero notemos que no hace afirmación alguna sino que se "supone" y Ramírez es excelente novelista y como tal sabe usar con precisión el lenguaje. Por eso habría que demostrar si tal afirmación es cierta. Resulta bastante cuesta arriba creer, aunque tampoco lo negamos, que un estado de cosas derivado de la lucha del sandinismo, pudiera haber evolucionado exactamente hacia lo que Ramírez "supone". Y el asunto se nos hace más complicado si tomamos en cuenta sus aportes en el campo de la política, de las viejas luchas, pero también que éste forma parte de la oposición de ahora y de quien algunos aseguran ha tenido o tiene pactos con la derecha tradicional del país centroamericano. En el caso venezolano, la situación pudo ser distinta. Todo el poder desde 1998, por razones que cualquiera que conozca la reciente historia de Venezuela sabe, recayó sobre Chávez, tanto que hablamos con razón de "Hiperliderazgo", lo que hizo posible a quienes poco entendieron o nada quisieron entender, deslizarse hasta inconscientemente, no hacia un control personal o familiar del Estado y el partido, sino más bien grupal. Pero hay más.
Pese nuestra conocida posición bastante crítica frente al gobierno venezolano, no dudamos que éste por distintas razones, como su ejercicio diplomático, su tendencia a acercarse a las nuevas referencias del capitalismo mundial como China, Rusia, Irán, es decir ejercer lo que llama el multicentrismo, el intento de manejar con independencia sus asuntos internos, sus relaciones comerciales, el asunto petrolero y discurso relativo a la distribución de la renta, a la oposición sistemática de los grupos internos se le agrega cada día con más fuerza la del gobierno de EEUU. Muestra de ello son las crueles sanciones económicas puestas en vigencia por ese país o su gobierno, que no afectan a quienes nos gobiernan sino al pueblo en general, como intentando promover una sublevación por efectos creados por esos factores foráneos. Y por esto, se difunden al mundo muchas cosas que en Venezuela no suceden. Como que estamos bajo un régimen dictatorial, no hay libertad de expresión ni asociación. Por estas circunstancias, hemos dudado lo que la prensa tradicional y ajustada a ciertos patrones difunde. Pero se da el caso que ahora, los personajes son distintos, como Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez y el medio no es uno de la derecha internacional, como CNN en español o los diarios como el ABC de España o el Miami Herald, sino "La Jornada" de México. A estos se le agrega la revista "Contexto", de la cual pese nuestros esfuerzos no hemos podido sacar una conclusión clara y la información se nos confunde.
Quienes vienen opinando e informando sobre el asunto de Nicaragua parecen coincidir también en el rol que desempeña la señora Murillo, esposa de Ortega y ahora vice presidenta de la república.
Ante la pregunta del entrevistador de "La Jornada", – ¿Qué tan importante es el rol que juega Rosario Murillo?, Ramírez respondió:
"Destruyó el partido tal como había sido heredado, el partido que tenía órganos de gobierno, eso se acabó. Se volvió un partido clientelista, sin estructuras, hecho a la medida de lo que ella pensaba, que era la forma de administrar el poder. Echaron a mucha gente de los cuadros históricos tradicionales.".
Aparte de la referencia que hace Ramírez, acerca de la participación tradicional de Estados Unidos en los asuntos de Nicaragua, en ningún momento refiere la participación del gobierno de aquel país en los disturbios, "tranques", como quiera llamársele. Lo que ha sido evidente en tantas partes del mundo. Menos da una razón valedera para que tal situación se haya generado, salvo una presunta crisis económica desatada por la "suspensión de la ayuda venezolana", que según él y otros medios, estuvo en el orden de los 600 millones de dólares anuales.
Pero toda la referencia económica parece contradecir los resultados electorales recientes que dieron un amplio y rotundo triunfo a las candidaturas de Ortega y Murillo. Lo que muchos sectores tratan de explicar, tal como la hace la oposición de Venezuela hablando de fraude, sin poner interés ni atención a otros motivos como sus persistentes errores y profunda división y últimamente al endurecimiento de la postura abstencionista generada por ella misma. En Venezuela, la oposición casi ignora la tragedia económica en virtud que ella, como sabemos los venezolanos, en buena medida es generada por sus aliados.
Otro de las tantas cosas curiosas dignas de destacar es como Ramírez habla "de fuerzas paramilitares" que en Nicaragua reprimen y a uno no le queda otra opción que pensar, en aquellas referencias sin sustento ni prueba alguna de "Círculos Bolivarianos" o "Colectivos" del gobierno venezolano, en distintos momentos reprimiendo a los "pacíficos" guarimberos.
No obstante lo que hemos dicho anteriormente, con el añadido que en lo formal, los "tranques" de Nicaragua guardan mucha similitud con las guarimbas venezolanas, sugieren la intromisión de factores externos mucho más allá de lo que tímidamente habla Sergio Ramírez. Como también es cierto, por lo que la prensa informa, lo que nada dice Ramírez, la derecha nicaragüense, por intermedio de personajes como el señor Chamorro, hijo de la ex presidenta Violeta de Chamorro y dirigente de la derecha nicaragüense suele aparecer como vocero de los grupos opositores que promueven esos "tranques".
Pero también hay mucha relación entre lo que señala con respecto al partido y la gestión de la señora Murillo, a quien acusa de convertir al partido en un organismo al servicio del gobierno y en una estructura clientelar manejada personalmente por ella. Hacemos esta referencia, salvando las distancias y las particularidades, pues si bien es cierto que el Psuv también se ha vuelto un partido clientelar y electoralista, no se puede decir, estrictamente hablando, que sea manejado por una persona en particular, más bien por grupos, los mismos que comparten el gobierno. Aparte, que pese el esfuerzo que hacen para disimular, desde lejos se perciben las diferencias y contradicciones de allá dentro.
Pero, la concepción de la señora Murillo acerca del partido y gobierno, que pudiera ser un asunto a debatir entre ellos, los militantes del partido, no justifican tampoco los intentos de cambiar el estado de cosas por la vía de la violencia, lo que ha generado una respuesta oficial incontrolada y excesiva, si le damos el crédito que merecen algunos personajes.
Estas reflexiones intentan llamar la atención sobre un fenómeno o concepción que pudiera estar generalizándose entre la izquierda de América Latina como fórmula para manejar las contradicciones, alentar y alcanzar los cambios pero que pudieran contradecir o limitar los espacios y derechos de las multitudes. Calificar a Sergio Ramírez, Cardenal, etc., como personajes al servicio de la derecha, porque su lenguaje se haya vuelto más moderado y menos estereotipado es demasiado atrevimiento. Pero ocultar que factores internos pugnan para volver a los tiempos de cuando nuestros gobiernos existían o permanecían según el mandato de EEUU y sus capitales es tan errado como aquello. Por eso ellas, mis reflexiones, intentan a ventilar el asunto Nicaragua desde una perspectiva más amplia y valedera para la demanda de justicia, equidad y soberanía.