Oscar Arnulfo Romero nació el 15 de Agosto de 1917 en Ciudad Barrios departamento de San Miguel en El Salvador, de origen muy humilde, su padre era telegrafista y su madre se dedicaba a las tareas del hogar. En 1937 se mudo a Roma y en 1942 culmino sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana y fue ordenado sacerdote. La segunda Guerra Mundial (1939-1945) la vive lejos de su casa y vio muy de cerca los vejámenes que soportaron las comunidades judías y cristianos de todas las denominaciones en los campos de concentración nazi. En 1944 logra salir de Italia a borde del barco "Orazio" y llega a su natal Ciudad Barrios donde celebra su primera misa como párroco de Anamoros en el departamento La Unión. A partir de allí sus feligreses lo llamaron Padre Romero.
En 1966 es nombrado Secretario de la Conferencia de Obispos en El Sal Salvador, cargo en el que estuvo aproximadamente una década, durante este tiempo predico cientos de sermones a lo largo del país, ganándose el respeto de sus colegas clérigos y fieles católicos. En 1970 es nombrado obispo auxiliar y ejerce al lado del entonces Arzobispo de San Salvador Monseñor Chávez y Gonzales, durante este tiempo también desempeño su oficio sacerdotal en 1974 en la parroquia de Santiago de María, en el Departamento de Usulután.
El 3 de febrero de 1977 el papa Pablo VI lo nombra Arzobispo de San Salvador, para entonces la guerra civil había incrementado notablemente y monseñor Romero de teología conservadora se considero una opción no controversial en una sociedad sumamente dividida políticamente, muchos sacerdotes y fieles preferían para el cargo a Arturo Riviera y Damas obispo auxiliar de la arquidiócesis, pensaban que monseñor Romero era un candidato impuesto por los sectores conservadores. Durante sus tres anos de ministerio arzobispal vio como el derramamiento de sangre se extendía por todo el país, los asesinatos, desapariciones forzadas y las torturas eran una práctica común de las fuerzas militares. Un hecho que marco su vida fue el asesinato de su gran amigo el sacerdote Rutilio Grande el 12 de marzo de 1977 en la ciudad de Aguilares, donde por cuatro años había promovido la creación de comunidades eclesiales de base y la organización de los campesinos en la zona. A partir del asesinato de Rutilio Grande el mensaje de Romero va evolucionado a hacia una predica más progresista, recurrió a la teología de San Agustín y Santo Tomas de Aquino para justificar que la iglesia no debía obedecer a leyes opresoras, llego a citar a su Pontífice favorito Pio XI: "La misión de la iglesia no es desde luego política, pero cuando la política toca el altar, la Iglesia defiende el altar" y recurrió sin temor a los textos de la Conferencia de Medellín para reclamar mayor justicia en la sociedad. En homilías y programas de radio ampliamente difundidos por la radio diocesana YSAX Romero imploró al gobierno que hiciera más por los pobres y criticó las tácticas represivas de los militares. Obtuvo reconocimiento internacional cuando escribió una carta al presidente Carter pidiéndole a los Estados Unidos que detuviera la ayuda militar a El Salvador. También trato infructuosamente obtener una audiencia privada con el Papa Juan Pablo II para compartir en persona la situación de El Salvador, el Papa por asuntos de protocolo del vaticano no lo recibió en audiencia privada, sino que lo recibió en audiencia con público en general y monseñor Romero logro entregarle una carta denunciando la terrible situación de derechos humanos en su país natal.
El domingo 23 de Marzo de 1980 Monseñor Romero pronuncio su ultima homilía, la cual muchos consideran fue su sentencia de muerte, debido a la crudeza de su denuncia, dirigiéndose a los militares en radio nacional, les dijo: "Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles… Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: 'No matar'. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión". La noche siguiente, mientras daba una misa en la capilla del hospital de la Divina Providencia en San Salvador, un asesino desconocido se acercó al altar y le disparó a Romero en el corazón. Aunque nadie fue condenado por el crimen, una comisión de la verdad de las Naciones Unidas concluyó en 1992 que el comandante del ejército Roberto D’Aubuisson, fundador del partido político de derecha ARENA, dio la orden de asesinarlo. El caos se produjo en el funeral de Romero, y decenas de personas fueron asesinadas. La guerrilla izquierdista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el gobierno de derecha se culparon mutuamente por provocar la violencia. Ese incidente y la muerte de Romero fueron vistos como eventos clave al comienzo de los 12 años de guerra civil en El Salvador, en los que más 75,000 personas murieron y miles desaparecieron, se estima que de los muertos un 80% eran civiles.
Cientos de miles de salvadoreños huyeron al sur de California en la década de 1980 para escapar de la guerra civil y muchos aun siguen emigrando por causas económicas y para huir de la violencia hoy. Fue en Los Ángeles, donde yo había emigrado desde Venezuela en 1992, que conocí el legado de de Monseñor Romero por medio del activismo y la solidaridad de la comunidad Salvadoreña en la diáspora, para quienes Romero se convirtió en un símbolo de esperanza, en medio de las luchas por la defensa de los derechos de los emigrantes Salvadoreños y Latinoamericanos en los Estados Unidos, en ese sentido su legado trasciende no solo la nacionalidad salvadoreña y la religión católica, sino que se transforma en una figura muy honrada y respetada en todo el continente y aun en comunidades eclesiales protestantes como la Anglicana, Luterana y Presbiteriana.
En Noviembre 23 de 2013 en la ciudad de Los Ángeles, se estableció una plaza y un monumento en su honor en las calles 7 y Alvarado en el vecindario Westlake de MacArthur Park, hogar de cientos de miles de salvadoreños. Uno de los honores de mi vida fue recibir la invitación de parte de Carlos Vaquerano, Director Ejecutivo de la Fundación Salvadoreña para la Educación (SALEF) para ser parte este homenaje a Monseñor, fui el único orador protestante, en una ceremonia dirigida por El arzobispo de Los Ángeles, monseñor José Horacio Gómez. Al inaugurar la plaza, el alcalde de la ciudad, Eric Garcetti dijo que: " Este monumento será un símbolo que la ciudad de Los Ángeles está de acuerdo con los principios de Romero, esto es más que un monumento de un hombre, es un monumento que saluda el valor, el humanitarismo, y los derechos de los pobres". El periódico La Opinión de Los Ángeles, en su reportaje del evento, publico citas de mi breve discurso: "Que falta le hace a la iglesia Monseñor Romero, alguien como él que pudiera encarnar y verdaderamente ser la voz de esa iglesia del sur, la voz de esa iglesia latinoamericana", "Esperemos que el pensamiento de Monseñor Romero pueda ser una influencia, una apertura para la iglesia católica y protestante latinoamericana".
A raíz del asesinato de Monseñor Romero, la religiosidad popular Salvadoreña lo elevo de inmediato a los altares de los más humildes, pero su canonización en la iglesia Católica llevaría un largo camino. Los conservadores dentro de la iglesia bloquearon durante mucho tiempo los esfuerzos para nombrar a Romero como un santo, argumentando que fue asesinado por su política, no por su religión. El caso de la canonización de Romero se estancó en el Vaticano bajo el papado de Juan Pablo II, parte de una generación de clérigos que no le gustaban las asociaciones de Romero con la teología de la liberación, un movimiento que argumentaba que aunque los miembros del clero deberían cuidar de los pobres, también deberían presionar cambios políticos para acabar con la pobreza. No fue hasta que el cardenal Jorge Mario Bergoglio un jesuita de Argentina, se convirtió en el Papa Francisco en 2013 y para quien cuya experiencia de ministerio como superior provincial de la orden de los jesuitas, y más tarde como obispo auxiliar de la arquidiócesis de Buenos Aires, en medio de la dictadura de derecha en Argentina, encuentra similitud con Romero en su opción preferencial por los pobres. El papa Francisco declaro que la canonización de Romero iba a ser una prioridad de su pontificado. Francisco despejo el camino eclesiástico cuando declaro el 3 de Febrero del 2015 que Romero debía ser reconocido como un "mártir" ya que su muerte fue por "odio por la fe". El 23 de Mayo del 2015 Romero fue beatificado en la plaza Salvador del Mundo, convirtiéndose en el primer salvadoreño en ser elevado oficialmente por la iglesia católica a los altares y el primer arzobispo mártir de América. El 19 de mayo del 2018, el Papa Francisco anuncio que Monseñor Romero será canonizado el 14 de Octubre de 2018 en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano.
La historia nos muestra que en muchas ocasiones los líderes religiosos, tanto católicos como protestantes, han obstaculizado las luchas de los pueblos por la justicia. La canonización de Monseñor Romero es la elevación a los altares oficiales de la iglesia católica, de un mártir que ya había sido elevado a los altares de la fe popular hace muchas décadas, sin embargo deseo de todo corazón que este reconocimiento de santidad oficial, sirva como esperanza y guía, para aquellos pueblos oprimidos que hoy luchan por la libertad, la democracia, la justicia, la igualdad, el respeto a la dignidad humana en nuestra América Latina y en otras partes del mundo. Como dijo San Romero Mártir de las Américas en algunas de sus homilías: "Mi voz desaparecerá, pero mi palabra que es Cristo quedara en los corazones que lo hayan querido acoger. Este es el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me importa tanto como la vida humana….Si me matan resucitare en el pueblo salvadoreño".
Ricardo Moreno.
@rvenezolano