Al estadounidense promedio se le ha inculcado muchas fobias. La manera de inocularlas es a partir de que cuidarse de los miedos es fundamental de la seguridad.
La industria de entretenimiento basa su producción en la consolidación de temores o su creación. El cine de terror, lleno de sangre, vómitos, muertos vivientes es muy natural. Luego la proliferación de y series para toda la familia de vampiros, zombis, hombres lobos. Nada que ver con el rico imaginario tradicional de Nuestra América, con personajes más bien graciosos como la Sayona, la Llorona, el Silbón.
El estadounidense es sometido a predicciones catastróficas llevadas a la pantalla grandes como explosiones nucleares, de terremotos, de plagas, de inundaciones que destruyen grandes ciudades; de guerras con malvados extraterrestres.
En los años 50 del siglo XX los convencieron que el comunismo y el socialismo eran nocivos, que los países con ese sistema de gobierno podían hacerle daño. La industria propagandística se lo vendió así a Europa Occidental, al Vaticano y a los gobiernos de América a excepción de Cuba. Gracias a esto gastaron miles de miles de millones de dólares en escudos antimisiles y guerras de las galaxias contra la Unión Soviética.
En los noventa, se agotó el miedo al terrorismo. Los políticos percibieron que algo andaba mal en el nacionalismo, que la gente andaba medio dispersa, que el congreso ponía peros a los presupuesto. As{i que en el 2001, luego de los hechos de las Torres Gemelas, les fue sencillo sembrar panico contra el terrorismo, fabricar u vender armas ultramodernas para combatirlo y hacer la guerra casi a placer, ganando elecciones con ello. Pasaron 15 años y se les agotó el libreto terrorista con la derrota del estado islámico en Siria.
Los votantes se adormecen a ver nuevas fuentes noticiosas que les informaban que poco había que temer; el candidato opositor en 2016, hoy presidente, percibe que el miedo al terrorismo ha bajado, que necesita reformar la formula. Se fija en lo que está pasando en Europa con las migraciones causada por el apoyo a los terrorista, y convence a los votantes que los migrantes vienen por el país, por sus trabajos, por sus sistema. Así surge el pánico por los emigrantes, el "migracionismo".