El sueño de Juan Guaidó, en Cabildo derrocó a Maduro antes del 19 de abril de 1810

-"¡Venga a Cabildo! Que además será abierto".

Así comienza el sainete, mientras el escenario se llena de figuras vestidas al estilo colonial y de las viejas cortes europeas. Es una historia como la del Príncipe y el Mendigo, la de Panchito Mandefuá, pero más la del 19 de abril de 1810.

Juan Guaidó, hasta ayer mismo un desconocido saltó a la fama. De repente se convierte en autor y hasta actor teatral. Autor, actor y personaje principal de un drama, un sainete, que parodia los acontecimientos de abril de 1810 en Caracas. Pero al mismo tiempo lo llevó a la realidad como proyecto para asumir el poder de verdad verdad. Por eso, en veces, estando dentro del teatro o en la calle, el espectador no sabe a ciencia a cierta cuánto hay de realidad o ficción en aquella trama y en la vida. Menos que es lo bufo o lo serio.

Al parecer se trata de una historieta en la cual un joven vendedor de aparatos electrónicos, tiene que ser así por los tiempos que corren, ocupación derivada de su título universitario, decide enfrentar al conductor de autobuses que ejerce la presidencia de Venezuela. Obsérvese, la delicadeza. No es un simple bachiller como lo fueron Betancourt y Pérez, menos un abogado apagado como Leoni. Al contrario, es un universitario egresado de una universidad de tronío y en una carrera propia de los hombres de negocios o al servicio de estos; o lo que es lo mismo, la crema de la crema. En la trama, el aspirante y los suyos, como los revoltosos de 1810, acuerdan llamar a Cabildo abierto para allí increpar al presidente que ejerce en Miraflores y quien recientemente tomó posesión del cargo por segunda vez, a que renuncie. Uno cree, pues eso sucedió aquel jueves santo caraqueño, que sirve de inspiración a Guaidó, alguno de ellos, una vez que Maduro se asomase a alguna ventana, pues se ocuparían una hubiese en el escenario, haría señas al pueblo dijese que no le querían, tal como el cura chileno Madariaga hizo cuando Emparan entonces Capitán General de Venezuela.

-"¿Quieren ustedes que me vaya o siga con mi Programa de Recuperación y Bienestar Económico que hará de Venezuela un país potencia y a ustedes potentados?"

Así pregunta Maduro a los congregados en el Cabildo abierto convocado por Guaidó.

En ese mismo instante, Julio Borges, aparecido de la nada, espacio donde se mueve a sus anchas, tanto que puede estar por allá donde ahora se halla en físico y al mismo tiempo en el escenario de la obra, ubicado a espaldas de Maduro, agita el dedo índice de su mano derecha en señal de no.

-"¡No! ¡No! ¡No! No lo queremos". Así grita el pueblo allí congregado por los lados de la plaza Altamira. De esa manera, el autor de la obra, deja pintado con breves pinceladas, vaya que cursi, la casi mágica influencia de Borges sobre las masas. Lástima no pueda ser él quien sustituya a Maduro y no Guaidó, como dejó escrito el autor de la obra. Claro, ni pendejo que fuese, pues como ya dijimos, es Guaidó, presidente de la AN el autor de la misma.

Maduro impactado por aquel reclamo popular, sensible como es a lo que al pueblo acongoja, lo que el libreto de Guaidó para nada ignora, como Emparan, diría y hasta en voz estentórea, lo que nada le cuesta:

-"Si no quieren que gobierne yo tampoco quiero mando."

Esta vez, después de aquel huracán de palabras que hasta a los árboles de la plaza invitaron a sumarse al torrente de vientos desplegados, a Maduro se le quebró la voz y humedecieron los ojos.

Guaidó, autor de la obra toda, hasta en el más mínimo detalle, tuvo un gesto indescifrable. Mostró un Maduro que uno no sabe sí tierno o temeroso. Creo eso lo dejó al público. Que cada quien juzgue a su gusto.

Según el libreto de Guaidó, quien según dato de última hora, debe las ideas centrales de su obra al talento y originalidad creativa de Luis Almagro, después de sus últimas palabras, Maduro rodeado de la gente que le acompañó al Cabildo, se retiraría a la próxima iglesia a la misa, porque si algo cuida este personaje es demostrar su fe cristiana y militancia católica, y eso se lo respetó el autor -¡vaya a saber usted por qué! - sólo que no podría como Emparan ir a Catedral, pues queda muy lejos de la plaza Altamira. Es probable, eso no aclara el libreto, por el espacio, en esa iglesia ejerza su ministerio el cura Palmar.

Es digno de destacar como Guaidó, en un gesto que tiene su precedente allá por los años 2000-2002, en la palabra y gesto de Herman Escarrá, cuando este contribuía con el intento de derrocar a Chávez, se apegó también al 350 constitucional. Ahora, el actual presidente de la AN, apela al mismo recurso para salir de Maduro. ¡Cuánta creatividad, arte hay en todo eso y sobre todo puja constitucional!

Solos Guaidó, Borges y los suyos en el Cabildo y allá abajo en la plaza pura gente suya, pues Ramos Allup, Capriles, María Corina, Manuel Rosales y demás susodichos, no estarían allí para acompañarle, no se sabe si fue cosa de ellos, o del mismo Guaidó autor de la obra, para asegurase que nadie a última hora le echase la partida para atrás, alguien desde allá abajo, como un colado, gritaría:

-"¡¡¡Guaidó presidente!!!"

Y después de aquella representación teatral, porque fue como demasiada convincente, desde EEUU reclamarán, como una cosa inédita, se reconozca a Guaidó como presidente. ¡Así será la calidad y lo novedoso de la obra o el sainete y la puesta en escena!

El autor que se revela como luminaria de la dramaturgia, no de la política, pese que se fusila la historia con lo acontecido el 19 de abril de 1810 en Caracas, se fundamenta en la Constitución Bolivariana, pues siendo presidente de la AN, habiendo un vacío de poder, por la declaración de Maduro en la plaza, él pasa a ocupar el cargo y hasta el palacio de Miraflores. Es decir, Guaidó no sólo es vendedor de aparatos electrónicos, dramaturgo y teatrero, político reconocido sino además constitucionalista original y brillante. ¡Qué capacidad para crear! ¿Acaso, eso del Cabildo abierto para destituir a Maduro, en lugar de guarimbas e invasiones no es proceder sin antecedentes en la vida nacional? Es maravilloso ver como después de la renuncia de Maduro, aquello de "yo tampoco quiero mando", dicho en palabras estentóreas pero temblorosas, antes que bajese el telón, las fuerzas armadas y el pueblo del otro lado de la ciudad, se suman a vitorear a Guaidó y hasta a Julio Borges, representado en un actor a quien en el momento del cierre se le cayeron las cejas.

Si al público exigente, que lo hay, no le parece una bella y hasta original obra de teatro, habrá quien la vea solo como una pantomima más del grupo opositor. Pues pese su Cabildo abierto y en este la renuncia de Maduro y cumplido el sueño de Guaidó y escenificada la brillante idea de Almagro, quien a su vez cumplió las instrucciones de mucho más atrás, Maduro sigue en Miraflores.

En mi opinión que no soy experto en dramaturgia, razón por la cual nada diré al respecto, se trata de un original y brillante proyecto político para cambiar a Venezuela y una muestra como Guaidó es el hombre que estábamos esperando. Para decirlo con un estereotipo apropiado para juzgar la obra teatral de Guaidó, sin duda es el hombre de la coyuntura. ¡Vaya qué tipo! Con él, ahora si es verdad que la oposición saldrá de abajo y Venezuela se puso las botas y sobre todo, sin votos, como quieren el gobierno de Estados Unidos.

 

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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