Como terca risueña: se enredó con los derechos humanos de los venezolanos nada satisfactorios a su entender y, después de vernos como un estado más de los Estados Unidos que, con lágrimas de lucidez, rogó por nosotros como traviesos líricos de la política sin leyes y, bien alejados de una economía nada parecida a la chilena que, camina sola y respira de bienestar su gente, con un peso que no le pesa al dólar que los lleva a meterse en el radar de los países más desarrollados que, Piñera, bate el cobre como lo quiere Trump.
Bachelet desde la ONU no nos pierde de vista y es tanta su compasión por nosotros que, nos llena de angustia su angustia gelatinosa de amor al próximo y, eso que el papa no es chileno, sino argentino, lo que nos haría fieles vividores de la paz que en algo nos daría de comer con rosarios de paciencia y, hasta más cerca de Dios estaríamos y no de los Estados Unidos como México fronterizo que padece de todos los males como si vivieran cerca de un infierno.
Y ella como si fuera nuestra Venus con cara de amargura se muestra acongojada al decirle al mundo que, las sanciones de EEUU contra Venezuela: "han sido duras" y "demasiado amplias". ¿De verdad qué lo cree así? Y desde cuándo lo habrá notado. Si los países -entre otros- que conforman el Grupo de Lima ése ha sido su pregón y, han estado y viven pidiendo más y más medidas económicas que acabe con Maduro y con Venezuela y, bien seguido además por ellos y, por el secretario de la OEA, Luis Almagro, ex canciller uruguayo que le fascina vernos padecer con rabia, no así Macri que por ahora no encuentra de que agarrarse y su país está con la boca abierta, bailando tango y, no de complacencia, o mejor dicho, anda del tingo al tango y, Colombia, la amada del libertador, con un gobierno irresponsable que se hizo el loco y, la matazón que ha habido allá ha sido peor cuando había guerrilla, con Iván Duque jalándole bolas a Trump incumplió con el proceso de Paz que se firmó, pero siguieron sin pararles y hasta la fecha son más de 600 las personas asesinadas de todos los frentes sociales y, la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos: habrá dicho algo sobre ese proceso. Pues no. No interesa. Ellos los colombianos son felices matándose mientras que, a nosotros nos mata de hambre el imperio.
Y, ella tan proclive a nuestros padeceres habla con lágrimas ocultas y dice: "Si se endurecen aún más lo único que cabe esperar, lamentablemente, es una mayor migración porque va a exacerbar la pobreza". No es la pobreza, sino que que se van a ir más venezolanos para Chile y otros países del Sur, porque para EEUU bien difícil, si más bien los están botando como ratas asquerosas como son para Trump los latinos y, a ella le importa mucho que los países conversen, porque "los gobiernos siempre deben estar abiertos a conversar con otros para ver como avanzar". Y Estados Unidos conversa mucho con todos los países, es un digno conversador, no un impositor como ha querido ser con Venezuela. ¿Qué dirían los otros presidentes de América si hablaran sinceramente con lealtad? Acaso Chávez no sacó de Miraflores a un embajador gringo por quererle imponer medidas del presidente de ellos.
Y qué más le quedó a Bachelet decir sobre Venezuela: Simplemente, nos dejó sus esperanzas, como si con eso se comiera o satisficiera algo positivo para el país, de que se llegue a un acuerdo y tiene que ser por supuesto entre venezolanos, tal cual como lo hecho siempre los gobiernos de Estados Unidos y, el diálogo entre las partes el fin deseado. No dijo nada sobre el presidente impuesto por Trump y apoyados por otros gobiernos y entre ellos el de su país y, patatín patatán, Bachelet habló, pero Trump no. Y si Trump no habla ni aprueba, la vaina sigue igual.