Ronaldo se cayó

Era un día domingo. Día alegre con un cielo despejado y excelente para jugar fútbol. Ronaldo soñaba como todo joven que comienza a bordear la adolescencia. Uno de sus sueños que más espacio le ocupaba en su mente era el de convertirse en una estrella del futbol, como lo eran sus modelos: Maradona, cristiano y Messi. Por eso esa mañana salió con sus ídolos en la mente, rumbo al campo deportivo. Su madre lo despidió con las palabras de siempre: "Hijito, cuídese mucho, y Dios me lo cuidará también, no soportaría que se me enfermara". Lo abrazo fuerte y lo besó en la frente.

La vida, a veces nos sorprende. Y nos somete a pruebas duras. No importa la edad para recibir una mala señal. Ronaldo, de tan sólo 12 años de edad, llegó al terreno cercano a su casa y con alegría saludó a sus amigos. Minutos más tarde comenzó a correr. Estaba calentando para entrar a jugar. De pronto se cayó de bruces. Sus compañeros lo ayudaron a ponerse de pie. Pero no pudo jugar. Se había golpeado la rodilla derecha y no soportaba el dolor. Como pudieron los amigos lo llevaron a su casa. Su madre lo recibió angustiada. "No te preocupes, mamá, esto no es nada. Póngame hielo y vera como se me pasa el dolor, y hasta pueda volver al terreno", eso dijo a su madre para tranquilizarla.

"Pero nunca me tranquilice, señor. Tuve que llevarlo al médico. La rodilla estaba hinchada. Le hicieron varios exámenes y estudios, y el médico tratante concluyó en que mi hijo sufría de osteoporosis. Lo llevé a otro médico, y dictaminó lo mismo: osteoporosis. Oí a algunos vecinos y me recomendaron ir donde una persona que conocía de esas cosas. Le aplico yerbas y ciertas pomadas, pero mi hijo seguía peor. Entonces, mi esposo y yo, nos lo llevamos para el DF. Después de nuevos estudios, uno de los médicos afirmó, categóricamente, que lo que tenía Ronaldo era cáncer.

Yo, junto a mi esposa llegamos al Hospital de Alta Especialidad "Juan Graham Casasús", ubicado en la ciudad de Villahermosa, capital del estado de Tabasco, México, donde recibo tratamiento oncológico. Me senté (en la sala de espera) al lado de una señora que no conocía. Entablamos una plática acerca de mi problema. Y ella terminó por echarme la historia triste de su hijo Ronaldo.

"Mire señor, a partir de esa infausta noticia, comenzó mi sufrimiento. Lo llevamos a otros médicos y el diagnóstico fue e mismo. Hasta que uno de ellos me dijo: "Señora, no hay nada que hacer, llévese a su hijo para su casa". Eso hice. El cáncer que ataco a mi Ronaldo fue un cáncer agresivo, donde la ciencia médica no podía hacer nada. Y acudí a mi Dios, el que nos ha dado la vida. Le dije: "Dios, tú me prestaste a Ronaldo, y yo, ahora, en mala hora, te lo devuelvo. Te ruego que me lo ayudes a morir. Que no sufra. Él es tan joven que no merece un sufrimiento mayor. Era mi esperanza. Él era buen estudiante, buen hijo y prendado del futbol, su pasión". Y Dios es grande. Me oyó. En uno de esos días en que casi no se podía sostener, lo tome en mis brazos, lo miré. El me miró. Y en paz cerró sus ojos para siempre".

Villahermosa, México, 13 de diciembre del 2019.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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