Según el biólogo francés Geoffroy Saint-Hilaire, 1958, pueden distinguirse tres "niveles de sexo": el sexo de los cromosomas o genético, el sexo gonádico (sexo de las glándulas genitales) y el sexo somático (caracteres sexuales del cuerpo o soma), y los tres son, en cierta medida, independientes entre sí. Por ejemplo, un individuo concebido como hembra puede adquirir gónadas masculinas a consecuencia de una inversión precoz de la sexualidad (contradicción entre el sexo genético y el gonádico); y también un individuo con gónadas femeninas puede presentar caracteres somáticos masculinos a consecuencia del desarrollo de un tumor suprarrenal (contradicción entre el sexo gonádico y el sexo somático).
Es tal complejidad de la naturaleza y con ella la biología de la sexualidad que si aclararlas siquiera un poco no está al alcance de cualquiera, sí lo está para una sociedad evolucionada ser prudente y de paso tolerante en asunto tan complejo.
Porque las simplificaciones con las que otrora despacharon la intrincada naturaleza sexual tanto científicos miopes como doctos de una visión sesgada religiosa, y también ahora en España ciertos sectores de la sociedad y de la política, si en materia de justicia y de justicia social ya venía reflejando España un retraso respecto a la filosofía jurídica de la democracia burguesa, en este asunto una parte de la sociedad española está volviendo a reflejar su predisposición a situar a todo el país en la caverna. Reconocer el polimorfismo y la biodiversidad, respetarlos y en su caso regularlos finamente para que la convivencia sea deseable y atrayente, son las señas seguras de una sociedad evolucionada y de una inteligencia colectiva que ha superado con creces tabúes propios de colectividades aún pertenecientes a la prehistoria de la historiografía universal. Pero España, donde tanta gentecilla se enorgullece no de sus propios méritos y obras sino de lo mucho valioso que hay en el país pero todo ajeno: desde su bellísima naturaleza hasta la amabilidad de su población sencilla, sigue mostrándose en todo ridículamente resistente a entrar de una vez por todas en los parámetros de la Historia europea...