Lo que se dice en estas breves líneas está basado en un ejemplo uruguayo, pero pretende tener validez a escala mundial.
En 1915 Uruguay promulgó la ley que fija la jornada laboral diaria en 8 horas. Y hoy en Uruguay la jornada laboral semanal "estándar" es de 44 horas (con excepciones hacia arriba y hacia abajo). Según la Organización Internacional del Trabajo en 2023 en Uruguay la jornada laboral semanal promedio es de 42,1 horas.
Ahora, en el acto central del 1 de mayo de 2023, la principal central sindical uruguaya, PIT-CNT, volvió a proponer la rebaja de la jornada laboral, sin reducción del salario.
El presidente uruguayo Luis Lacalle Pou dijo que no tiene "ningún problema" en discutir la propuesta, pero ya aclaró que pensarla a "rajatabla" no le parece "adecuado ni practicable". Y agregó que a su entender, hay tres variables que se deberían estudiar en conjunto a la hora de analizar la situación: el salario, la cantidad de horas y la productividad. Y concluyó de la siguiente manera. "Si yo digo: ‘trabajo menos, tengo menos productividad y gano lo mismo’, no es lógico; ahora, si digo: ‘trabajo menos, soy más productivo y gano lo mismo o más’, eso es lógico".
Por su parte, el presidente de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay, Julio César Lestido, enfatizó que "disminuir el horario y mantener la remuneración, si no hay una compensación, es un gasto, por lo que no debería reducirse la productividad".
Para criticar las posiciones presidencial y patronal (no casualmente coincidentes en lo esencial) repasaremos algunos conceptos básicos. Y luego recordaremos la posición ecomunitarista en materia de duración de la jornada laboral.
Se puede definir la productividad de un trabajador como la capacidad de producir que tiene ese trabajador durante una cierta unidad de tiempo. Así, por ejemplo, comparando un año y el año siguiente, si en una temporada igual de x meses de producción de arroz (plantío, cuidados y zafra), lo producido por un trabajador pasa de 4,5 toneladas a 9 toneladas por hectárea, se concluye que en el segundo año la productividad de ese trabajador se duplicó respecto del primer año.
Marx sostuvo que la ganancia y enriquecimiento del capitalista vienen de la plusvalía, que es el valor agregado por el trabajo del asalariado que supera el valor correspondiente a lo que el mismo recibe como salario, y que el capitalista se embolsa gratuitamente y de forma acumulativa en cada ciclo productivo. A su vez el valor del salario teóricamente es equivalente al valor de la fuerza de trabajo, establecido por la suma de valores de las mercancías que el trabajador necesita para mantener-renovar su fuerza de trabajo en él mismo y en sus descendientes, que el capitalista podrá emplear como asalariados.
Ahora bien, la plusvalía tiene dos formas: la absoluta y la relativa. La plusvalía absoluta se calcula por la duración de la jornada laboral; si en 6 horas trabajadas el trabajador repone el valor que recibe en su salario diario (o sea el valor de su fuerza de trabajo diaria), y la jornada dura 8 horas, entonces el valor agregado por el trabajo del trabajador en lo que éste produce en las dos horas restantes va a parar gratuitamente a los bolsillos del capitalista en forma de plusvalía, lo que explica su enriquecimiento a costa del trabajador. De ahí que el capitalista históricamente siempre ha querido que la jornada laboral durase el mayor tiempo posible; y por eso fue de 12 horas diarias y más, y solo mediante muchas y duras luchas los trabajadores lograron reducirla progresivamente hasta las 8 horas que rigen legalmente hace más de un siglo en muchos países, incluyendo a Uruguay; cada una de esas progresivas reducciones fue fuertemente resistida por los capitalistas, que las juzgaban imposibles y/o serias amenazas de caos sociales inminentes.
Pero el capitalista tiene otra forma de embolsar plusvalía, la forma relativa. La misma ocurre cuando, aunque se mantenga intocada la duración de la jornada laboral, mediante un aumento de la productividad social de las mercancías que configuran el valor de la fuerza laboral, se rebaja el valor de la misma. Ello ocurre cuando en la sociedad bajan los precios de los comestibles y demás bienes y servicios que el asalariado necesita para reponer su fuerza de trabajo (y mantener a su familia), cuya suma de valores constituye el valor de la fuerza de trabajo. Así, para seguir con los números de nuestro ejemplo anterior, aunque se mantenga la jornada de 8 horas, si el valor de la fuerza de trabajo se ha reducido a 4 horas diarias, la plusvalía embolsada por el capitalista ha aumentado hasta alcanzar el valor de lo agregado con su trabajo por el trabajador a lo que produce en 4 horas (y no en 2, como ocurría antes). Pero, ¿qué sucede si en esas condiciones la jornada laboral es reducida a 6 horas? Pues bien, si se ha dado la mencionada disminución del valor de la fuerza de trabajo, el capitalista habrá mantenido su plusvalía en el valor de lo agregado por el asalariado al valor de lo producido con su trabajo durante dos horas. Y si el valor de la fuerza de trabajo se hubiera reducido al equivalente de 2 horas de trabajo, entonces la plusvalía embolsada por el capitalista también aumenta hasta alcanzar el valor de lo agregado con su trabajo por el trabajador a lo que produce en 4 horas, a pesar de la reducción de la jornada laboral a 6 horas.
Entonces lo que dicen el presidente uruguayo y el presidente de la Cámara de Comercios y Servicios se reduce a lo siguiente: se podrá reducir la jornada laboral desde que la plusvalía y ganancias extraídas por el capitalista se mantengan iguales, o, mejor, aún, aumenten, en función de la mayor productividad del asalariado durante el nuevo horario reducido. Uno y otro personaje velan exclusivamente por el interés del patrón. En todo caso habría que decirles a esos señores que dentro del capitalismo hay espacio para acciones inmediatas porque en el cercano Chile se acaba de iniciar una rebaja de la jornada laboral a completarse en 5 años, sin reducción salarial, resumida por el derechista diario uruguayo "El País" en la misma noticia del 3/5/23 en la que reportó la opinión del Pte. uruguayo que citamos al principio de estas líneas; dice ese periódico que en Chile se pasará gradualmente de la jornada de 45 horas a una de 40, bajándola de 45 a 44 en el primer año, de 44 a 42 en el tercer año y de 42 a 40 en el quinto año; y agrega que los chilenos podrán redistribuir sus horas para trabajar cuatro días y descansar otros tres.
Por nuestra parte discrepamos de esta última posibilidad, pues significa volver a elevar la jornada laboral legal de los días trabajados a 10 horas diarias, retrocediendo a la situación existente hace más de un siglo, cuando los trabajadores lograron conquistar la jornada de 8 horas. Un colega chileno (que critica diversos aspectos de la nueva ley) comenta que los bajos salarios harán que esa distorsión, ya existente, se perpetúe con la supuesta nueva jornada y quizá también en los días supuestamente de descanso; y no solo entre los trabajadores manuales, pues son conocidos como los "profesores taxis" aquellos muchos docentes que a causa de la baja remuneración trabajan hoy más de 50 horas semanales, yendo de colegio en colegio.
Y es que la reforma chilena se inscribe en los límites del capitalismo.
El ecomunitarismo, orden comunitario-ambiental poscapitalista, resuelve de forma completamente distinta al capitalismo la cuestión de la duración de la jornada productiva.
En una de sus dimensiones (ver las otras en la Bibliografía indicada al fin de estas líneas) el ecomunitarismo se organiza en base a una economía ecológica y sin patrones.
Tal economía se rige por el principio que reza "de cada un@ según su capacidad y a cada un@ según su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad". En ese contexto la jornada productiva de cada persona (que rotará en las funciones según sus vocaciones y capacitación, para que cada persona no se unilateralice) se reduce al menor tiempo posible, para que cada un@ dedique el resto de cada jornada a desarrollarse como individuo universal según sus vocaciones, y al simple ocio que permite gozar de la vida, desde que no viole las tres normas éticas básicas, pues entre los seres humanos aptos no hay desempleados ya que y porque la tarea se reparte entre tod@s. (Recordemos que esas tres normas éticas básicas nos exigen, respectivamente, luchar para garantizar nuestra libertad individual de decidir, realizar esa libertad en la búsqueda de acuerdos consensuales con los demás, y preservar-regenerar la salud de la naturaleza humana y no humana). Esa economía prescinde del dinero (porque los productos ya no son mercancías, sino solo valores de uso), y, por consiguiente, del salario (porque cada persona recibe lo acorde a sus necesidades de forma directa, sin mediación dineraria).
En base al censo de las necesidades, con amplia discusión de la ciudadanía desde las comunidades locales hasta la Humanidad entera (usando todos los recursos informáticos y de internet, y pasando por los respectivos países, mientras existan como tales), se organizan los Planes de Producción-Distribución-Consumo-Reutilización-Reciclaje-Descarte ambientalmente sostenibles de bienes y servicios para hacer realidad el principio ecomunitarista "de cada un@ según su capacidad y a cada un@ según su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad". En función de esos Planes son aprovechados con eficiencia ecológica todos los recursos disponibles y a cada una de todas las personas aptas, en función de sus vocaciones y capacitaciones se les asignan rotativamente por consenso las funciones productivas capaces de cubrir todas las demandas del Plan; cuando a una función necesaria (por ejemplo, limpiar alcantarillas) no corresponda ninguna vocación, la solución es doble: se inventa una máquina para desempeñar esa tarea, sin sacrificar en ella la salud y el buen ánimo de ningún ser humano; y mientras tal máquina no ha sido inventada se rotarán por igual a los productores en tal función, de manera que quien, por ejemplo, ejerce un año como docente universitario y luego ejercerá por sus vocaciones y capacitaciones como pintor o agricultor, tendrá que asumir la tarea de limpiador de alcantarillas por un período. Tras su aplicación cada uno de esos Planes deberán ser evaluados y corregidos-reajustados también con amplia discusión democrática En esa planificación habrá que aprender mucho de los aciertos, obstáculos y errores de la planificación cubana posterior al triunfo de la Revolución; porque a pesar de todos los esfuerzos realizados, hasta hoy falta en Cuba un abastecimiento constante y suficiente de alimentos básicos; aprendiendo de esa experiencia habrá que releer la larga carta que el Che le dejó a Fidel en marzo de 1965 antes de partir hacia el Congo (y que en su versión casi completa solo se publicó medio siglo después), en la que hacía diversas críticas al funcionamiento de la planificación cubana.
Volviendo al Ecomunitarismo hay que añadir que su economía ecológica y sin patrones funciona alimentada por energías limpias y renovables, y aplica cotidianamente las 5 R (Reflexionar sobre qué planeta queremos legar a nuestros descendientes, Rechazar el consumismo y asumir voluntariamente la frugalidad ecológica, y Reducir, Reutilizar y Reciclar los insumos y residuos) para que, respetando las tres normas éticas básicas y en el marco de una conducta de frugalidad ecológica libremente asumida, se aplique el principio ecomunitarista arriba citado. Ahora, como ya lo dijimos en otra oportunidad, a diferencia del Che, consideramos que en esa economía las unidades productivas comunitarias indígenas y las cooperativas, cuando son verdaderas, son un complemento necesario a la propiedad estatal-pública de las empresas estratégicas controladas por l@s trabajadoras-es y la ciudadanía.
Bibliografía mínima
José de la Fuente Arancibia y Ricardo Salas Astraín (orgs.), "Introducción al Ecomunitarismo y a la educación ambiental. Lectura chilena de la obra de Sirio López Velasco", gratuitamente disponible en https://library.oapen.org/handle/20.500.12657/51640
en https://zenodo.org/record/5745105#.YaZXEdDMI2w
en https://dlc.dlib.indiana.edu/dlc/handle/10535/10827
y en https://es.scribd.com/document/561776175/Introduccion-Al-Ecomunitarismo-y-Educacion-Ambiental