Tal vez haya sido Enrique Dussel (1934-2023), para este oscuro mini cronista unos de los autores más sorprendentes, ya en la década de los años de 1980. Pues, en lo personal lo "conocimos" como "un hombre de iglesia". O por mejor decir, experto en eclesiología, quien emprendiera un viaje a la tierra y cultura semita, árabe-judía y los "lugares santos", doctor en teología e historia, pero de escritura bastante compleja, políglota ampliamente familiarizado con las lenguas clásicas y politizado hacia la reivindicación de las luchas populares. ¿Se alejaría en sus últimos años de la iglesia católica? ¿No se podría entender como un intelectual católico, sino que se liberó de tal sujeción?
Hombre de fe e intelectual, lo consideré en ese teimpo. Asesor de la Conferencia del Episcopal Latinoamericana, o algo llamado CELAM, principalmente en la conferencias de Medellín 1970 y Puebla 1978, cuando la Teología de la Liberación tomara cara de ciudadanía en el marco de la eclesiología latinoamericana y caribeña; reunión episcopal que ya venía tomado cuerpo desde la década de 1950, pero fue en los años de 1960 cuando hubo tornarse "revulsivo", sobre todo con la "Asociación de Sacerdotes de Gorconda" y las primeras publicaciones de teólogos como Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Segundo, Pablo Freire u otros pocos pensadores acerca de cómo estas comunidades se relacionaban consigo mismas, la naturaleza y Dios, en una especie de "nueva síntesis" entre el régimen de cristiandad europea y las culturas nuestra-americanas.
Se preguntaban (pregunta generadora) ¿Cómo hacer una nueva aproximación a semejante realidad mediante una nueva práctica social y un nuevo método de aprehensión intelectual de este mundo nuevo? ¿Cuál era el método más adecuado? ¿El de la teología integrista eurocéntrica o había que buscar el auxilio de las ciencias sociales? Y, dentro de éstas, ¿Cuál vendría a ser el más adecuado? ¿El método estructural-funcionalista o el método marxista? Más aún, ¿nuestras parroquias eclesiásticas estaban asumiendo en la práctica los lineamientos recogidos en los documentos fundamentales del Concilio Vaticano II en el diálogo con la cultura y el mundo actual? ¿O continuaban con las ideas y prácticas piadosas de un libro como La imitación de Cristo, de Thomas Kempis?
Tales interrogantes surgían en la vivencia de la fe cristiana y están en las primeras páginas de Teología de la liberación. Perspectivas, del teólogo y psicólogo Gustavo Gutiérrez, así como también obras como Ateísmo y liberación, de Antonio Pérez Esclarín, un filósofo, teólogo, educador y prolífero escritor o en "Liberar la teología", de Juan Luis Segundo.
Sería precisamente Pérez-Esclarin en uno de los seminarios que dictara a un grupo de "Estudiante para Ministerio de Culto", en Caracas, quien con su vocerrón grave, gran habilidad para la motivación y liderazgo, además de su luenga barba de misionero franciscano (de tradición jesuita, en realidad) quien, en un curso de literatura latinoamericana, composición y ortografía nos hablara por primera vez de una autor como Enrique Dussel; buecamos algunas de sus obras y hallamos tres pequeños volúmenes sobre filosofía de la liberación y otro grueso sobre historia de la iglesia que peregrina en América Latina; sin embargo, advertimos que no era frecuente citarlo en las reuniones de los grupos parroquiales juveniles, sino en centros especializados relativamente, principalmente una extensión de filosofía y teología de Los Teques, estado Miranda, conducido por misioneros salesianos, que además tenían una revista (Ántrophos) donde solían publicar artículos de gran rigor teórico de forma y fondo. Ahí recordamos textos escritos por el ya citado Pérez-Esclarín, así como de Julián Rodríguez, Conrado Pastore.
El profesor Antonio en esa ocasión sugirió algo particularmente, a saber, que para conocer a Latinoamérica "desde adentro", además del ensayo histórico y sociológico, convenía hacerlo mediante la literatura: novela, cuento, poesía, teatro y, en consecuencia procedimos a leer a Quiroga, García Márquez, comentarios a las obras de José María Arguedas y otros; en esa misma línea, recordamos algún texto de un teólogo y simple pastor de almas que anduvo por Barquisimeto de párroco, llamado don Arturo Paoli, que escribía en la "Página Arquidiocesana" los domingos, eso fue antes de que el obispo de entonces, Tulio Manuel, se volviera muy reaccionario; así, podemos cerrar con dos consideraciones no muy formales sobre Enrique Dussel.
La primera es que su obra sobre historia de la iglesia con un nuevo enfoque, ahora es poco nombrado y la segunda que, con excepción de sus tesis éticas y políticas de estos últimos años, él tampoco volvió a abordar el asunto de la eclesiología. Tal vez en estos días de grandes homenajes a su legado, expertos puedan referir su aporte a la historia de la iglesia, dado que allí desarrolla un método especial para abordar dimensiones de los social y eclesial.