Creo que las dos van de la mano, pues cuando se te mancilla la dignidad, te dan una trompada en las narices, se mancillan tus derechos humanos y el de cualquier homo sapiens que se precie de serlo.
Lo mismo que cuando como en mi caso no se me paga mi Seguro Social a mis 68 años, por mantenerme burocráticamente activo y no aparecer cesante en la planilla, como en efecto estoy, se me atropellan mis derechos humanos a seguir vivo con dignidad, sin pedir, y sin mendigar a la familia o a los amigos.
Las dos cosas están muy unidas entre sí, y digo yo que son inseparables.
Ahora los derechos humanos, los cubren a uno y a todos nosotros como un paraguas nos cubre de las tempestades. Así debería ser, si todo fuese perfecto, pero no lo es.
Los derechos humanos son algo a lo que todas las personas tenemos derecho.
Sin embargo la dignidad, no es así, uno la puede elegir a su antojo podemos ser dignos o ser indignos a elección nuestra. Acorde con nuestros principios, ética y moral. Es decir, podemos ser héroes ante una adversidad o arrastrarnos como ratas y ser jala mecates y traidores, en una palabra miserables.
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El tener dignidad además tiene su precio y depende de la persona, si está o no dispuesto a pagarlo. La dignidad tiene su precio y su costo, a veces se puede perder la vida por mantener la dignidad. Por ejemplo como le pasa un prisionero político ante la tortura, el prisionero puede elegir o callarse y no hablar hasta morir, o delatar a todos sus compañeros. Es en esta última circunstancia puede ser un héroe o un miserable chivato, ser digno o indigno para toda su vida, y ante la historia.
Los Derechos humanos muchas veces son pisoteados por las dictaduras. como pasó en Argentina, Chile, Nicaragua, España, Venezuela de la cuarta, Guatemala, El Salvador etc.
Se puede elegir o morir digno como el Che Guevara.
Callar y morir como un héroe.
O continuar vivo como un miserable delator.
La historia está llena de ambos casos.
Existen infinidad de actos heroicos dignos de los hombres.
Lamentablemente existen también infinidad de miserables como el inspector Javert.
¡Hasta la Victoria Siempre!
